Por Marco Sifuentes
Alberto Fujimori es el mayor factor de polarización del país. Es lo que suele pasar con los dictadores, en ejercicio o no (Castro, Pinochet, Chávez, siguen firmas): la política se personaliza y se vuelve una batalla entre los ismos y los antis. Fujimori polariza hasta tal punto que se puede interpretar el resultado de la segunda vuelta del 2011 no como un triunfo de Ollanta Humala, sino, en esencia, como uno del antifujimorismo.