Por César Hildebrandt
Pocas veces he escuchado tamaña cantidad de imbecilidades. Y pocas veces se ha visto tan concertada alianza de débiles mentales.
A ese coro de ceniza se sumó, por supuesto, la irremediable señorita Lourdes Alcorta, empeñada siempre en ser tanto ordinaria como fascista.
“Váyanse a vivir a Venezuela”, les gritó la irremediable señorita Alcorta a quienes alcanzaron a protestar por su discurso de sargenta canuta. Demostró así que podría ser la canciller de un gobierno presidido por el cura Romaña.
Mientras ella hablaba, en RPP gruñía la doctora Hildebrandt, especialista en victorias sin sobrevivientes. ¿Su mensaje? ¡Mano dura!
Horas antes, en un ataque radicalmente psicopático, el presidente de la República había alentado el enfrentamiento fratricida comparando a los policías asesinados en Bagua con los peruanos que defendieron –como él jamás lo haría- el morro de Arica en la infame Guerra del Pacífico.