Por Tomás Borge
Embajador de la República de Nicaragua
Cuando fui diputado al Parlamento Centroamericano me abstenía de salir a divertirme. Muy pocas veces fui al cine, nunca a un centro nocturno. La inseguridad de ciudad Guatemala es intensa, abrumadora. El nivel de impunidad asombroso. La oligarquía guatemalteca, refugiada en sus mansiones a prueba de balas y de malas miradas, es una pandilla de corruptos, dueños de los tribunales, de la policía, de buen gusto en el adorno de sus portales y de un odio sin mandamientos de la ley de Dios hacia los campesinos, a los indígenas, a los pobres. Los oligarcas son iguales en casi todas partes, mas en Guatemala solo aman a sus madres, a sus hijos y a sus perros.