Ayer, a las 11:45 de la mañana, un sujeto llegó a nuestras oficinas y preguntó dónde era el velorio. Un empleado le explicó que no había ningún velorio, pero el extraño procedió a colocar a la entrada dos aparatos florales: uno dedicado al presidente del directorio de nuestro diario, y el otro, a César Lévano, director, acompañado del buen deseo: “Descansa en paz”.