Por Guillermo Giacosa
Ayer escribíamos sobre la falta de integridad periodística. Hoy me referiré a esa misma falta de integridad en el plano político. En Túnez, un muchacho muy humilde, harto de las injusticias de las que era objeto, se prendió fuego. Y, como si el suelo hubiese estado regado de gasolina, las llamas abrasaron su país y los países vecinos. Un acto de un solo ser humano, más Internet, logró desnudar, ante una opinión pública aparentemente idiotizada –por una prensa al servicio de los intereses corporativos–, el drama cotidiano de varios países cuyos ciudadanos salieron a la calle a reclamar por una vida más digna.