Por Juan Sheput
Nuestro país no presenta ninguna ponencia interesante sobre el tema. Asiste, pero está entre los países con documentos intrascendentes, que relatan el pasado, a pesar de tener un territorio privilegiado por la naturaleza. De nada vale tener un Ministerio del Ambiente si sus titulares son muy conocedores del tema ambiental pero utilizan lo conocido para proteger lo establecido. ¿Y qué es lo establecido? Un país como el nuestro que descuida sus riquezas biológicas, que no valora el ciclo del agua, que depreda su mar con una pesca salvaje, que no se ha tomado el esfuerzo de hacer un ordenamiento territorial para que se sepa en qué lugares se puede hacer gran minería y en qué lugares se tiene que proteger nuestra biodiversidad. Una política que se ha alejado de la discusión de los grandes temas y que, por ende, se dedica al comentario de una realidad mediocre y de escándalo. Una comunidad académica en la que el esfuerzo de unos pocos se ahoga en la medianía y generalidad imperante que cree que “eso del medio ambiente” es una postura progresista propia de oenegés. Es decir, una realidad lamentable propicia para el uso y abuso de la Corporación, es decir, de los intereses económicos.
Es triste decirlo, pero el Perú está muy lejos de las decisiones que se vienen tomando en Ecuador, Colombia, Brasil, Panamá, Chile, Costa Rica, en materia de medio ambiente. Países en los cuales el desarrollo sostenible es “el tema” y lo han asumido colegios profesionales, universidades y partidos. El caso de Colombia es emblemático. Frank Pearl, ministro del Medio Ambiente de Colombia, se jacta, con razón, que la propuesta más importante que se discutirá en Río + 20 es colombiana. ¿De qué trata esta propuesta? Pues de reemplazar los Objetivos del Milenio, que culminan en el 2015, por unos objetivos de Desarrollo Sostenible que de ser aprobados van a obligar a todos los países a medirse ¿en qué? En eficiencia energética, agua, océanos, seguridad alimentaria y ciudades sostenibles entre otras metas. Como comprenderá, en el Perú ni siquiera se tratan estos temas.
Lo que se busca en el fondo es cambiar un modelo de desarrollo que privilegia la producción sin importar la sostenibilidad de los recursos. La propuesta colombiana, al ser apoyada por la Unión Europea y el G77, podría ser aprobada. El mundo se merece un futuro mejor. Así las generaciones que están por venir podrán gozar de los mismos beneficios y recursos de la naturaleza que hoy disfrutamos.
Fuente: La Primera