Por Augusto Álvarez Rodrich
La muerte de Javier Diez Canseco significa la partida de una gran persona que luchó toda su vida por la defensa de sus ideas con consecuencia, dignidad y decencia, algo que no es frecuente en el Perú.
Su partida será lamentada por muchos que encontramos en su trayectoria un motivo para no perder la esperanza de que la política puede ser un espacio para la defensa de valores fundamentales en la sociedad.
Javier era una de esas personas valiosas y singulares que significaban la posibilidad de luchar contra la corrupción y promover la inclusión social en todas sus dimensiones, desde la económica en el combate a la pobreza, hasta la social en la defensa de los derechos y oportunidades de segmentos excluidos por muchas razones, desde la discapacidad hasta el género, opción sexual o religión.
Tuve la suerte de conocer a Javier a través de las muchas veces en que lo entrevisté en la televisión o en la radio. Siempre fue un placer dialogar con una persona como él, respetuosa de las ideas distintas a las suyas, pero, además, con quien encontré tantas coincidencias en asuntos medulares como la lucha anticorrupción o la inclusión social, empezando con la defensa de los derechos de las personas con discapacidad, de las cuales él fue el primer abanderado de la nación.
Por ello, para muchas personas, la temprana muerte de Javier Diez Canseco significa la partida de una gran persona a quien se le va a extrañar por su valiosa dedicación, con consecuencia, dignidad y decencia, a causas fundamentales en la sociedad como la inclusión social y la lucha contra la corrupción.
Su partida también va a ser lamentada, pero por motivos diferentes, por quienes quisieron destruirlo, precisamente por su oposición a las causas que él defendió, pues en estos días se va a recordar, como debe hacerse, la patraña que le montaron con el único fin de desprestigiarlo y sacarlo de la política.
Esto incluye al periodismo subalterno que le inventó a Diez Canseco un delito donde no lo había, pero donde más podía dolerle, que era en el sembrado de dudas sobre su honestidad, lo cual encontró eco cómplice en el fujimorismo que se la tenía jurada por sus investigaciones sobre la corrupción de los noventa, y en el gobierno de Ollanta Humala y Nadine Heredia, quienes ordenaron sumarse a una votación indigna y vergonzosa porque sentían que Javier les recordaba lo que ellos habían decidido abandonar, que no solo está en el plano económico.
Después la justicia le enmendó la plana al Congreso, y en el intento de persistir en el error del Parlamento fue que llegó la partida definitiva de Javier Diez Canseco, un hombre valioso a quien se le va a extrañar mucho en nuestra política.
Sin lugar a dudas una gran pedida para toda la comunidad.
Excelente manera de expresar el sentimiento.
Gracias por compartirlo con todos nosotros.