Por Augusto Álvarez Rodrich
En mayo de 1982, en pleno conflicto de Las Malvinas, en la revista Debate entrevistamos a Armando Villanueva en una conversación extensa sobre su vida, el Apra y la política. A continuación, extractos de la misma:
“Yo creo que nuestra actitud en defensa de la posición del derecho argentino no puede ser menguada por el carácter dictatorial y fascista de su gobierno. Sin embargo, ello no impide que, a la vez, aprovechemos revolucionariamente esta situación para que, paralelamente, nuestro apoyo a Argentina conlleve al reclamo de la libertad de los presos, el regreso de exilados y la cesación de esta violencia dictatorial que es tremenda. Yo creo que no debe ser un cheque en blanco. Pero, no por ser un cheque en blanco, debe ser un cheque retenido; el cheque debe ser girado para el fin expresado”.
“Si la riqueza de un país no alcanza a redistribuirse socialmente y no alcanza a satisfacer las necesidades de un pueblo, no hay otro camino que buscar las fórmulas que permitan la más justa distribución de estas riquezas. Y no pretendo, con esto, una fórmula que anule la iniciativa y la capacidad creadora de las individualidades. El ejercicio más amplio de la libertad y de los derechos implica la iniciativa y la competencia siempre y cuando no comprometa los derechos y la libertad de las mayorías”.
“En determinados aspectos y oportunidades, resultó más difícil ser aprista que jesuita. Pero eso tiene una explicación y es que el proceso de fortalecimiento histórico del Apra se desarrolló en condiciones de persecución, de clandestinidad, de lucha y de resistencia, lo que conllevaba una serie de restricciones”.
“No hay que olvidar que el aprismo fue y es un partido que se enfrentó al orden establecido, vale decir, un partido revolucionario”.
“Yo he estado en El Frontón en cinco oportunidades […] si El Frontón tiene agua y asistencia médica, es la mejor prisión. Y mi opinión tiene, quizás, cierta validez pues viví años, también, en otras prisiones”.
“Cuando yo me hice aprista tenía catorce años, pero para mí la elección fue relativamente fácil, porque tenía que escoger entre Sánchez Cerro, que era un tirano, y el Apra, que era el movimiento juvenil con un mensaje distinto al que estábamos acostumbrados.
Evidentemente, había en mí una tendencia hacia la política. Hoy, el joven de veinte años se encuentra frente a una gama de posibilidades políticas mucho más amplia. La aventura de ser aprista, para un joven de veinte años, en este momento, implica un gran esfuerzo y una gran demostración de capacidad, pues debe sobreponerse y superar comprensivamente todo lo que contra el Apra se dice, todos los factores negativos del Apra, que son los más difundidos por los medios”.
Fuente: La República