OEA: Consensos en Derechos Humanos

Por Diego García Sayán

Han transcurrido nueve meses desde que un supuesto “complot continental” contra el sistema interamericano de derechos humanos se expresara en la Asamblea anual de la OEA en Cochabamba en junio del año pasado. Decían los catastrofistas que lo que vendría en los siguientes meses sería una “arremetida”, que debilitaría y hasta mutilaría el sistema. Ese propósito se coronaría en la asamblea extraordinaria prevista para marzo del 2013. No ha sido ni es así.

La asamblea se lleva a cabo mañana viernes 22 en Washington. Un análisis objetivo no les da la razón a los agoreros del desastre. Las posiciones extremas no han prevalecido como ha sido cada vez más evidente y el curso viene siendo esencialmente positivo. Vamos a los hechos, no a las especulaciones. Hay dos aspectos a resaltar.

Lo primero es que se superó el inmovilismo y el diálogo de sordos frente a las críticas al sistema y las iniciativas de cambios planteadas por algunos Estados. Pese a que para la mayor parte de países, eran necesarias algunas reformas y cambios en  procedimientos del sistema interamericano, hace un año no había mayor debate ni diálogo entre los Estados y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre esto.

Luego de Cochabamba, la Comisión salió del inmovilismo defensista y asumió un papel activo en diálogos y en la discusión sobre las reformas propuestas por los Estados. Y, en ese proceso, la Comisión promovió debates en varios países y preparó planteamientos de reforma (reglamentaria y a su Plan Estratégico), así como un programa de cambio de prácticas.

Lo segundo: se confirmó que era equivocada la tesis de que el curso de las cosas estaba conducido por una suerte de “complot” continental contra el sistema interamericano. Por cierto que pudo haber actores operando en dirección contraria al sistema, pero la abrumadora mayoría de Estados no solo ha participado con contribuciones y planteamientos, sino que ha reafirmado una conducta constructiva. Destacan tres asuntos tratados que fueron recogidos en las decisiones adoptadas en Guayaquil la semana pasada, en donde se reunieron los “miembros plenos” del sistema de derechos humanos (es decir, los que son parte de la Convención Americana y reconocen la competencia del tribunal interamericano).

Uno: el financiamiento. En la Declaración de Guayaquil se expresa que los Estados Parte tienen que “asumir plenamente el financiamiento del Sistema, a través del presupuesto ordinario de la OEA”. Más allá de lo declarativo, hay que destacar que varios países como (México, Colombia, Argentina y Perú) estarán comprometiendo recursos económicos para el sistema a partir de este año. Todo esto no “debilita” sino fortalece.

Dos: las relatorías temáticas (tortura, libertad de expresión, mujeres, etc.). En Guayaquil se decidió garantizar “el financiamiento para el cabal cumplimiento de los fines de cada una de ellas”. Es falso, pues, que se haya acordado  “debilitar” una relatoría (libertad de expresión) o impedirle que gestione recursos de otras fuentes. El sentido de lo planteado es fortalecerlas a todas las relatorías, lo que es muy bueno.

Tres: la “universalización” del sistema. Es importante que los “miembros plenos” del sistema de derechos humanos convoquen a los demás países a que también lo sean. Si países como Estados Unidos y Canadá dieran ese paso, lo fortalecerían notablemente. Eso también es bueno.

Hay y habrá vientos en contra. Pero se avanza. Lo compruebo personalmente a diario. Hace dos semanas, articulando acciones con las más altas autoridades de México para el trabajo de la Corte Interamericana. O la semana pasada, en diálogos en Brasil con la presidenta Dilma Rousseff y sus principales ministros. El lunes de esta misma semana en Medellín, Colombia, en donde el presidente Juan Manuel Santos, al inaugurar el período de sesiones de la Corte Interamericana (que continúa mientras se escriben y publican estas líneas), reafirmó el compromiso de Colombia.

Incluso ofreció a su país como “sede alterna” para los trabajos de la Corte.
El sistema, pues, va para adelante.

Fuente: La República

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