Por Ramiro Escobar
Hoy martes 5 de marzo, a estas horas, si todo sale mal, 7 jóvenes habrán sido ya ejecutados en Arabia Saudita, por el delito de haber robado unas joyerías entre los años 2005 y 2006. Por brutal añadidura además, Sarhan, el jefe de la banda, debe haber sido crucificado públicamente, sin tener la oportunidad de ser perdonado ni convocado a Paraíso alguno.
Lo anterior parece un episodio de terror de película taquillera, pero es real. Según Amnistía Internacional (AI), en 20 países del mundo el Estado aún mata por ley, tras un juicio a veces nebuloso (como ha ocurrido con los jóvenes saudíes). Los campeones globales en el arte oficial de la ejecución son China, Irán y el ya citado país del Golfo Pérsico.
En la misma Arabia Saudita, ya van 17 ejecuciones solo en este año (el año pasado fueron 100), sin los producidos hoy, lo que ha provocado la protesta del gobierno francés. El detalle tenebroso en este país es que, como en Yemen, los ajusticiados son ciudadanos que cometieron el delito siendo menores de edad. O sea: esperaron que crezcan para matarlos.
La paradoja –precisa Carlos de la Eras, vocero de AI, a la agencia Servimedia- es que “cada vez hay más países abolicionistas, pero en los pocos que quedan han aumentado las ejecuciones”. En el 2012, en 63 de los 198 Estados reconocidos por la ONU se emitieron condenas a muerte. Pero los 20 que las aplicaron lo hicieron en tropel.
En la zona de Oriente Medio, por ejemplo, las ejecuciones han aumentado en un 50%, gracias a la cruel ‘gentileza’de los sistemas judiciales de Irak, Irán, Arabia Saudita y Yemen. Otros países que pusieron, desde el Estado, su cuota de fusilamientos, ahorcamientos u otras fórmulas mortales fueron India, Pakistán, Gambia y, por supuesto, Estados Unidos.
La tendencia en el poderoso país es a bajar, aunque hay un problema que se pone en escena cuando afloran casos como el de los jóvenes saudíes. ¿No es este un grave problema de derechos humanos, bastante más bárbaro que las barrabasadas que hacen los gobiernos de Cuba y Venezuela? Lo es, aun cuando la real politik aconseje silencios injustificables.
Hace bien el gobierno galo en oponerse a la pena de muerte “en todo lugar y circunstancia”. En 1977, había 16 países abolicionistas y hoy ya son 140, lo que quiere decir que, cada vez más, la gente, los Estados, los jueces entienden que el Estado no debe absorber la lógica del asesino. Lo otro es quedarse en los tiempos de la cruz y el paredón.
Fuente: La República