Acostumbrado a oír a funcionarios duchos en el arte del floreo pero poco entusiastas en la tarea indispensable de ponerle indicadores a sus peroratas, fue un gusto asistir ayer a la presentación del plan de políticas públicas para la inclusión social del gobierno.

La exposición de la ministra Carolina Trivelli se realizó en la inauguración del foro ‘Visiones’ 2012 sobre responsabilidad social y desarrollo organizado por un conjunto de empresas y entidades españolas.
Luego de escucharlo ayer con atención, me parece que el plan del Ministerio de Inclusión Social (MIDIS) permite vislumbrar que se están sentando las bases para, efectivamente, mejorar la inclusión social en el Perú.

El entendimiento de ‘inclusión social’ incorporado en el plan parece, para empezar, bastante pertinente: “La situación en la que todos los ciudadanos y ciudadanas del conjunto del país puedan ejercer sus derechos, acceder a servicios públicos de calidad, participar en la comunidad nacional en condiciones de igualdad y contar con las capacidades esenciales para aprovechar las oportunidades que abre el crecimiento económico”.

En este contexto, el MIDIS debe garantizar que las políticas y los programas sociales de los diferentes sectores y niveles del gobierno actúen de manera coordinada y articulada, con el propósito de cerrar las brechas que definen la inclusión social. Para ello, debe romper la inercia, fragmentación y desarticulación del Estado frente a la pobreza y la exclusión social.

El plan del MIDIS comprende un conjunto preciso de indicadores específicos cuyo avance debería poner al Perú en el camino de lograr que en el año 2021, el del bicentenario, se haya erradicado la pobreza extrema y la desnutrición crónica infantil, y que las niñas y niños de todo el territorio nacional reciban servicios de salud y educación de calidad.

Ello debería permitir, además, dentro de nueve años, que el Perú ingrese al tercer siglo de su vida republicana habiendo quebrado la histórica transmisión intergeneracional de la pobreza y la exclusión social.

¿Es esto posible? Sí, pero ello dependerá de la capacidad y del liderazgo para movilizar a los sectores público y privado en esa dirección, y del mantenimiento de estas políticas públicas a lo largo del tiempo.
Y, también, como me lo hizo notar hace unos días Julio Cotler durante el seminario organizado por Mario Vargas Llosa, de la capacidad de incorporar al concepto económico de la inclusión social, un componente político, lo cual pasa, intuyo, entre otras variables, por la erradicación de las prácticas discriminadoras o racistas y, en general, por darle a los peruanos más pobres un sentido de pertenencia que hoy no tienen.