Por Jimpson Dávila Ordoñez
Por ello, además de requerirse que la Política Energética guarde un cierto grado de coherencia, será necesario una mayor rigurosidad en la planificación del sector, que por ejemplo, determine la cantidad de reservas de Hidrocarburos a nivel nacional (que no se ha hecho) y a partir de ésta estime las proyecciones de consumo nacional para los próximos 30 años. Esto nos permitirá conocer qué tan suficiente son nuestras reservas para abastecer al mercado interno e identificar áreas de extracción de acuerdo a un análisis de viabilidad no sólo técnico y económico, sino también socio ambiental. Con esto es muy probable que el grado de lotización de la Amazonía no tenga ningún sentido y se plantee su reducción.
De otro lado, los programas de mitigación de impactos sociales y ambientales en el sector son desproporcionales con el monto de la inversión. Así, para los US$ 2 mil millones que ha costado Camisea, ubicado en un ecosistema tan sensible como el Urubamba, tan sólo US$ 7.5 millones se han destinado para el Programa de Apoyo a la Gestión Social y Ambiental, es decir, el 0.3% de la inversión total. No hay duda que con presupuestos deficientes no se puede afrontar de manera eficiente lo impactos sociales y ambientales de las actividades de Hidrocarburos. Por ello, medidas de mitigación que procuren el desarrollo local y que a la vez sean consistentes y proporcionales con el monto de la inversión y la complejidad de los proyectos son más que necesarias; sin los cuales los impactos no estimados y más conflictos aguardarán espera.
Finalmente, en este escenario de cambios, esperamos que estos temas como planificación energética, territorial y medidas de prevención socio ambiental asuman una mayor importancia en la contienda electoral; que se transite hacia un cambio de perspectiva y dejemos atrás concepciones que sólo entienden como riqueza: Regalías, canon, infraestructura, inversión y más consumo; y que releven aspectos como el capital natural, humano, la solidez de las instituciones estatales, la innovación y los conocimientos tradicionales como elementos fundamentales para el desarrollo nacional.
Fuente: Diario La Primera