Por Marcos Matías Alonso
La Ley Indígena contiene capítulos temáticos como el derecho a la salud, el desarrollo económico, las mujeres, los niños y los adultos, el fomento artesanal, la educación y el apartado sobre el aprovechamiento de los recursos naturales en las regiones indígenas. Comento su aplicación en estos dos ejes:
En el artículo 54 manifiesta textualmente: “El Estado, a través de la Secretaría de Educación Guerrero, integrará el Sistema de Educación Indígena, desde la educación básica hasta la superior, que estará al cargo de una instancia coordinadora general, la cual deberá garantizar a las comunidades y pueblos indígenas la educación de las nuevas generaciones en su propio idioma y en el marco de formación bilingüe e intercultural…”.
Este es el soporte jurídico que dará respuesta a la demanda del magisterio indígena. La Ley Indígena abre la puerta para crear la Subsecretaría de Educación de los Pueblos Indígenas, como una instancia de coordinación para fortalecer la educación indígena, desde el nivel básico hasta el superior, garantizando la pedagogía de la diversidad cultural como ruta de futuro para los educadores indígenas del siglo XXI.
El nuevo gobierno que en breve entrará en funciones, además de tener una oportunidad para responder a la demanda del magisterio indígena, también en él tiene aliados potenciales para instrumentar el programa “Cero Analfabetismo en Pueblos Indígenas”. Manos a la obra. No hay tiempo que perder ni distraerse de los grandes temas que el pueblo reclama. Con la suma de esfuerzos, en el futuro próximo, Guerrero puede convertirse en un territorio libre de analfabetismo.
Son dos caras de la misma moneda. A mayor tasa de analfabetismo, mayor índice de pobreza. Es imposible disminuir el analfabetismo si no se reduce la situación de miseria. Los porcentajes de analfabetismo y pobreza aumentan o disminuyen conjuntamente. Un programa de “Cero Analfabetismo” será insuficiente si no es acompañado de un “Guerrero sin Hambre en Pueblos Indígenas”, que disminuya su situación de penuria.
Nuestra conciencia no estará tranquila mientras en Cochoapa y muchos pueblos indígenas reine la mortalidad infantil, carezcan de salud y no cuenten con los satisfactores indispensables para sobrevivir. La guerra contra el analfabetismo y la pobreza debe obligarnos actuar con la mayor velocidad posible. No hay tiempo para esperar.
“Las autoridades y los particulares, deberán consensar con las comunidades indígenas, los proyectos e iniciativas de obras que impacten los recursos naturales comprendidos en sus territorios”.
En estos temas estoy ocupado y preocupado. Esta es la guerra frontal que debemos dar. Un combate implacable para atender los desafíos de Guerrero y no volcarnos hacia una guerra fratricida. Los problemas ancestrales de los pueblos indígenas no pueden esperar. La causa noble de su defensa reclama esfuerzos conjuntos que debemos transitar con alta responsabilidad. No hay tiempo que perder.
Fuente: El Sur