Por Carlos Reyna
Sin embargo, también se señalan varias realidades que nos interpelan a todos los adultos, en particular a los que ahora piden el voto ciudadano para gobernar al Perú. Si no se superan, es muy difícil que este llegue a ser un país y una sociedad de personas iguales en derechos. Veamos algunas.
La pobreza se ha cebado mucho más entre los niños que entre los adultos. Por cada tres adultos pobres hay cinco niños pobres de entre cero y once años. Casi el 40 % de los menores de 5 años y el 50 % de los menores de 3 años tienen anemia. Casi el 50 % de los menores de tres años no tiene todas las vacunas debidas.
Casi la mitad de los infantes de 3 a 5 años de las zonas rurales no asiste a la educación inicial. Departamentos amazónicos como Loreto y Ucayali tienen un 20 % de niños sin partida de nacimiento. Un niño rural de 6 a 11 años tiene cinco veces más probabilidades de ser desnutrido que un niño urbano. Un niño indígena, siete veces más.
Apenas el 23 % de los niños de segundo grado comprende sus textos de lectura. Solo el 14 % del mismo año aprende lo que debería en matemáticas. La quinta parte de los niños sufren retraso escolar. Casi la mitad de los niños de 6 a 11 tienen que trabajar entre 7 y 16 horas a la semana.
De los adolescentes, hay unos 400 mil que no pasarán de la primaria. El 37 % del total tiene atraso de grado escolar, pero en el área rural lo tiene el 53 %. Más de la mitad de los adolescentes tienen que trabajar. Más de la cuarta parte de las adolescentes de la selva ya han sido madres.
Salta a la vista cuáles son los niños que sufren más todo esto. Son los que están en el cruce de la pobreza, la ruralidad y la condición indígena. A ver si movidos por este informe de UNICEF, y otros, dejamos de esperar que el mercado cierre los abismos que borran tantas sonrisas de tantas caritas.
Fuente: La República