De otro lado, se requiere sancionar ejemplarmente a los propietarios de las dragas que, si bien han sido identificados e incluso denunciados por la procuraduría del Ministerio del Ambiente, hasta el momento siguen libres sin penalidad alguna. Recordemos que estamos ante un problema antiguo cuyos daños devastadores vienen perpetrándose desde hace varias décadas por la explotación desordenada e ilegal de oro en la zona.
Luego de la destrucción de las dragas se requieren otras medidas que, en principio, no costarían mucho, sino solo gestión. Siguiendo las que propone el especialista Mariano Castro, hablamos de controlar el consumo de insumos como el mercurio utilizados por la minería informal. Otra medida, que no demanda gasto, radica en vigilar las fronteras hacia Brasil y Bolivia por donde sale el mineral. Igualmente, una acción no onerosa es emprender una cruzada para frenar el abuso de menores, explotados y prostituidos en los socavones.
En resumen, salvar Madre de Dios y evitar más daños ecológicos en esa región no cuestan casi nada. Solo se requieren voluntad política, conciencia ambiental y una política de inclusión social.
Fuente: El Comercio