Por Humberto Campodónico
Columnista invitado: Carlos Monge (WI-DESCO)
Hay cinco regiones que crecen más que Lima (ver cuadro), lo que estaría indicando una nueva dinámica en la que la desregulación de los mercados y la apertura a las inversiones y al comercio globales estarían generando en varias regiones dinámicas económicas más fuertes que las de Lima. Habrá que discutir por supuesto qué tan sostenibles son en el tiempo y si a la larga lograrán revertir el proverbial centralismo económico que agobia al país.
Pero no parece haber una relación necesaria entre industrias extractivas y crecimiento. De hecho, en San Martín el peso del PBI extractivo es 0% y está en el puesto 24 en el ranking de los PBI regionales mineros, pero crece más que Lima y muchas regiones mineras y petroleras. En este mismo grupo de alto crecimiento están también Ica y Ayacucho, que están en los puestos 16 y 15 del ranking del PBI extractivo por región.
Mirando la dinámica interna de estas regiones de mayor crecimiento, se observa que sí hay un peso importante de las actividades extractivas. En Cusco, por ejemplo, el PBI extractivo es de lejos el que más crece, lo que se explica por las grandes inversiones en Camisea. En general, en todos los demás departamentos de alto crecimiento, el PBI extractivo está entre los que más crecen.
Pero en algunas de estas regiones, la construcción y la pesca también presenta índices de crecimiento bastante altos. Y llama la atención que departamentos tan mineros y tan petroleros como Cajamarca, Moquegua, Pasco, Tacna, y Loreto, estén lejos del grupo de los que más crecen.
¿Y qué tiene todo esto que ver con el bienestar de la gente? Parece que no mucho, pues en varias de las regiones de mayor crecimiento y/o de mayor presencia y crecimiento de la actividad extractiva, no hay una disminución correlativa de la pobreza. Cusco está entre los que más crece y con alto PBI extractivo (Camisea y Tintaya) pero su pobreza apenas cae, a tasas similares a las de Ayacucho.
No hay pues una relación directa entre mayor crecimiento, presencia de actividades extractivas y mejora en las condiciones de vida de la gente. En algunas regiones se crece sin extractivas. Y en otras regiones con fuerte actividad extractiva no se crece tanto. Y en ningún caso, crecimiento del PBI general o extractivo supone automáticamente mejora en el bienestar, disminución de la pobreza.
Después de 20 años de la privatización de los activos del Estado en el sector extractivo y de una intensa promoción de las inversiones privadas en el sector, ya es hora de que nos preguntemos seriamente si, como se asume normalmente, las extractivas tienen que ser el motor del crecimiento y el fundamento del desarrollo y del bienestar. Para ello se necesita ciertamente más investigación.
Pero, mientras tanto, sería muy importante que los candidatos presidenciales se pronuncien al respecto. ¿Piensan que las industrias extractivas deberían ser el motor del crecimiento económico? ¿Piensan darles la absoluta prioridad que se les ha dado desde los 90? ¿O tienen otras propuestas para el crecimiento y el desarrollo sostenible de nuestro país?
Fuente: La República