Por Matthew O. Berger
No obstante, los negociadores intentarán continuar el trabajo realizado en la conferencia del año pasado, que concluyó con el no vinculante Acuerdo de Copenhague, en el que algunos de los principales países emisores de gases invernadero se comprometieron a reducirlos.
El martes, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) divulgó un informe concluyendo que esas reducciones, aun si se cumplieran plenamente, representaban solo 60 por ciento de las necesarias para evitar que las temperaturas mundiales crecieran más de dos grados por encima de los niveles pre-industriales, lo que científicos alertan sería una catástrofe.
Los negociadores en Cancún intentarán cubrir el restante 40 por ciento, o al menos comenzar a hacerlo.
“El desafío que se presenta ante nosotros en Cancún y en el que, francamente, hemos estado concentrados todo este año, es el de encontrar una forma de edificar sobre los progresos alcanzados el año pasado en el Acuerdo de Copenhague”, dijo el lunes el enviado especial de Estados Unidos para el cambio climático, Todd Stern.
“Es ampliamente comprendido por todos que un tratado legal este año no está entre las cartas”, dijo Stern. Estados Unidos, añadió, procurará un “paquete equilibrado de decisiones” sobre financiamiento y metas de mitigación.
“Necesitamos hacer progresos concretos ahora” hacia un eventual acuerdo legalmente vinculante, afirmó Stern. Sin embargo, reiteró la postura de Washington de que no firmaría un tratado a menos que incluya compromisos de mitigación también de parte de China y de otras economías emergentes. “Simplemente, no vemos que eso vaya a pasar pronto”, admitió.
China se unió a Brasil, India, Sudáfrica y Estados Unidos el año pasado para concretar el Acuerdo de Copenhague.
Pero las emisiones siguen creciendo. Un estudio publicado el lunes por la revista Nature Geoscience pronostica que las liberaciones de dióxido de carbono alcanzarán un récord histórico este año.
La leve caída de las emisiones producida por la crisis económica y financiera mundial fue compensada por mayores liberaciones de países en desarrollo, en especial China e India.
El lunes, Stern aseguró que las emisiones del Norte industrializado se habían estabilizado, y que el aumento era responsabilidad de economías emergentes en el Sur.
Se estima que, para que la meta de dos grados centígrados no sea excedida este siglo, las emisiones globales deberían llegar a un techo en los próximos 10 años.
Para lograr esto, las emisiones anuales, para 2020, deberían reducirse a 44 gigatones de dióxido de carbono.
En 2009, las emisiones mundiales se estimaron en 48 gigatones, y el Pnuma señaló que una plena implementación del acuerdo lograría, en el mejor de los casos, mantenerlas en 49 gigatones para 2020.
En el peor escenario, si no hay un control político ni se mantiene el espíritu del acuerdo, las emisiones anuales podrían crecer a 53 gigatones.
Esta “brecha de gigatones” demuestra que en Cancún deben concretarse muchos más avances, señalaron los científicos autores del informe del Pnuma.
“Los negociadores deben llegar a Cancún armados con compromisos (…) y apuntar a ambiciosas promesas de reducción de emisiones para cerrar esa brecha”, dijo Kelly Levin, científico del Instituto de Recursos Mundiales, con sede en Washington, y uno de los autores del informe.
El trabajo fue realizado en conjunto por 30 expertos en cambio climático de todo el mundo. Pero los científicos se mostraron confiados en que, con voluntad política, en futuras reuniones se podría lograr la reducción necesaria para impedir que las temperaturas del planeta aumenten más de dos grados.
Si el Acuerdo de Copenhague no existiera, las emisiones aumentarían a 56 gigatones en 2020, señaló el Pnuma.
“Los resultados indican que la reunión en Copenhague pudo haber sido más un éxito que un fracaso si se cumplen todos los compromisos, las intenciones y las promesas”, dijo el director ejecutivo del Pnuma, Achim Steiner.
La brecha que falta, dijo, puede llenarse con nuevos compromisos tanto de países ricos como pobres y de acciones contra los contaminantes como el metano, el carbón negro y la quema de biomasa y desechos animales.
Fuente: IPS