Hace 10 años colapsó el régimen autoritario y asumió la presidencia constitucional Valentín Paniagua (22/11/2000). A los pocos días juramentó su gabinete encabezado por Javier Pérez de Cuéllar. Siguieron ocho meses con un cúmulo de retos sin precedentes para la vida republicana. Que fueron asumidos con coraje y resueltos, todos ellos, con éxito. El pulso firme pero reflexivo de Valentín Paniagua fue en todo ello el factor decisivo.

Todo transcurrió con una velocidad sin precedentes. El gabinete era heterogéneo en la trayectoria de sus integrantes y todos concurrimos al llamado de Paniagua y Pérez de Cuéllar con la certeza de que venían tiempos complicados pero que el reto era ineludible. Los dos objetivos centrales del gobierno fueron explicitados de inmediato: garantizar elecciones libres y transparentes y asegurar la estabilidad económica del país. Estos objetivos fueron cumplidos y se fue mucho más allá.

La acertada conducción de Paniagua le dio una coherencia fundamental y permitió al gobierno una creadora perspectiva. El eje fue la democracia. Entendida no como concepto abstracto o circunscrito a una elección limpia, sino como una serie de objetivos orientados a que la gente fuera el centro de la acción del Estado. Destacan en ello la transparencia en la gestión pública, la lucha contra la corrupción y la protección de los DDHH. Estos temas pasaron a ocupar el centro de la acción gubernamental.

Por primera vez la transparencia en la gestión pública y en el acceso a la información en manos del Estado fue un objetivo en serio. Se dieron pasos pioneros que luego siguieron otros gobiernos latinoamericanos. Todo lo contrario de lo que había instaurado la autocracia cleptócrata en fuga: el ocultamiento, el secreto y la manipulación.

La lucha contra la corrupción también dejó de ser una frase retórica para pasar a ser eje de la acción estatal. La justicia recuperó su independencia e inició los procesos contra la corrupción. En ocho meses se recuperaron más de 180 millones de dólares que los cleptócratas habían sustraído. En consulta con la sociedad se diseñó, también, una estrategia anticorrupción que el gobierno de transición dejó planteada.

En materia de DDHH se pasó de la opresión a la afirmación de derechos. Luego de una amplia consulta ciudadana y con las partidos políticos se formó la Comisión de la Verdad. Se reinsertó al país en la comunidad democrática internacional y se puso al ser humano como el centro de la acción estatal.

Si se tuviera que resumir en un concepto lo que significó la transición democrática de hace una década creo que el más preciso sería: la recuperación de la decencia. Valentín, recibe el homenaje del Perú reconocido.