Por Ileana Almeida*
Entre otras cosas le refirieron que muchos, muchísimos ecuatorianos no indígenas les llaman roscas, rocotos, verdugos. Tanto le indignó el absurdo semántico que la ira y la protesta del escritor uruguayo quedaron plasmadas en el libro Memorias del Fuego.
En el 2002 visitó la Conaie Leo Gabriel, director del Ludwig-Boltzman Institute for contemporany Research on Latin América. Gabriel informó que su Instituto estaba profundizando en el contenido de tres conceptos fundamentales para la democracia: autonomía, sustentabilidad y multiculturalidad, y a vez interrogó a los dirigentes sobre el sentido que dan los indígenas a esos conceptos, a fin de enriquecer con ellos los instrumentos teóricos del Instituto.
Grande fue su sorpresa cuando le mostraron el membrete impreso en los papeles de la Conaie: libertad, tierra y cultura, que resumen las aspiraciones del movimiento indígena y que guarda una notable analogía con lo que los investigadores europeos se habían propuesto examinar.
En el 2110 el eminente sacerdote marxista François Houtart, director del Centre Tricontinental, en uno de los actos del 100º aniversario de monseñor Leonidas Proaño, hizo un recuento sobre la lucha de los indígenas: al principio, la reivindicación fue de tipo cultural: recuperar una identidad, afirmar una cosmovisión diferente pero no atrasada.
Pronto apareció la dimensión política, necesaria para manifestar las exigencias de orden jurídico y territorial. Enseguida vino el discurso de las reivindicaciones económicas, que se confrontan con la lógica del capitalismo, ligada a la destrucción de las fuentes de vida de los indígenas, a la alteración de sus territorios con la explotación petrolera, la explotación de las minas, la extensión del monocultivo. Esta toma de conciencia provocó cambios ideológicos en la dirigencia y se pasó a la reflexión y la protesta.
El presidente Correa, mal asesorado, piensa que gobernar es solo mandar y acusa al movimiento indígena de sedición, de alianza con la derecha, de recibir financiamiento de ONG norteamericanas, dando pie a que el presidente de Venezuela, en la reunión de la Otavalo, de la que se excluyó a la Conaie, opine alegremente que la CIA debe estar infiltrada en el movimiento indígena.
Pero la verdad es que los indígenas luchan con la Constitución en la mano, y creen, al contrario de lo que ha expresado en público Correa a los medios de comunicación, que ser de izquierda sí es estar en contra del imperialismo y del capitalismo inhumanos.
*Ileana Almeida es Filóloga.
Fuente: REDCI Ecuador