Por Raúl Wiener
Que Beatriz Merino plantee tan abiertamente su prevención sobre lo que está ocurriendo indica que el asunto es grave y no de mera “oportunidad política”, como piensa el analista que imagina que aquí todo el problema se reduce al nacionalismo queriendo radicalizar y ponerse a la izquierda de todos los opositores. Es obvio que todo lo que digan o no digan, hagan o no hagan, los candidatos en estos momentos va a tener consecuencias sobre su campaña, pero esto no cambia el problema de fondo: ¿qué nos hacemos con los muertos de Chala?, ¿nos acostumbramos a eso?, ¿reconocemos lo autoritario que puede ser García y ahí se acabó el tema, hasta las siguientes muertes?
Cuando la Defensora hace una advertencia tan rotunda, está, sin duda, llegando al límite de lo que le permiten sus funciones. Y un político, ¿qué es lo que debe hacer? No lo que se puede conseguir en el Congreso cuando no se tiene mayoría de votos, en los titulares de los medios cuando la mayoría son hostiles o en las encuestas, donde se sube y se baja sin explicaciones lógicas; sino la actitud de principios que indique lo que uno haría en el lugar del actual presidente frente a situaciones como Chala, Bagua o Moquegua, y la sanción que corresponde a los que piden su voto al pueblo y luego disparan sobre sus votantes. Los que conocemos a Marco Arana sabemos que no toleraría la violencia contra la población civil, entre otras razones porque ha sido parte de las protestas.
Entonces ¿por qué se le hace tan difícil a algunos de sus asesores entender que no es admisible un presidente que ordena matar para abrirle paso a una mina o a una explotación petrolera, que sobre los muertos insulta a los que acaba de reprimir y sigue como si nada caminando hacia la siguiente matanza?
Fuente: Dairio La Primera