Por Carlos Urrutia
Nuestra región ha comprado 150% más armas que en el primer lustro de esta década. ¿Qué pasó? ¿Se emborrachó? No puede superar la miseria y quiere dársela de niño rico compitiendo con los gigantes del despilfarro.
Da pena ver a Hugo Chávez gastando dos mil doscientos millones de dólares en armas, a nombre de la revolución bolivariana, cuando no puede resolver los problemas de desabastecimiento en su país. Según el prestigioso Instituto Internacional de Estudios para la paz, de Estocolmo, (SIPRI), varios países de la región han gastado en los últimos dos años de dos a tres por ciento de su PBI en armas y gastos militares, que es muy alto y muy poco solidario con sus pueblos.
Bien pensado, una guerra entre países del tercer mundo, en el 2010 sólo puede ser una estupidez de un mandatario que se quedó congelado en el siglo diecinueve. Más que la guerra y el honor nacional herido, parecen ser las coimas y las comisiones las que justifican a los espíritus belicistas.
El famoso crecimiento económico ha sido una de las drogas que ha facilitado que nuestros dirigentes políticos y militares se decidan a creer el cuentazo de los traficantes de armas de que estábamos al borde de una guerra y no suficientemente preparados.
En Sudamérica, no es ético gastar cantidades estratosféricas de dólares en comprar armas que se vuelven obsoletas en pocos años y, paralelamente, luchar en serio contra la pobreza y la corrupción. La falta de transparencia en estas compras desquiciadas hace que se incremente la desconfianza entre los países de la región lo cual es la principal droga adictiva que alimenta la búsqueda de soluciones bélicas.
Fuente: Diario La Primera
El entusiasmo con que los militares muestran las últimas adquisiciones de armamento habla muy mal de su amor a la patria.
Estimado Sr. Urrutia, este párrafo no tiene pies ni cabeza, a los militares les tiene que entusiarmar sus armas, si no lo hicieran dudaría mucho de su vocación por una defensa eficiente del país, seguramente usted se refiere a los gobernantes cuando dice que deberían preocuparse más por la lucha contra la probreza, narcotráfico y corrupción. No hay que escribir con el higado o con prejuicios, recuerde que los militares han sido lo gestores del cambio social más importante del siglo XX, la ruptura del modelo semifeudal.