Por: Ariel Segal
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“Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma”
–Poema “Invictus”.
Para entender la grandeza de Mandela, y del hombre que decidió transformar a Sudáfrica de una nación paria y racista a una referencia mundial de tolerancia, Frederick De Klerk, el presidente blanco que “dio sentencia de muerte” al sistema de segregación racial, es importante entender la esencia del apartheid, que según el periodista viajero Ryszard Kapuscinski es un sistema que se ha practicado desde tiempos inmemoriales, con una doctrina cuyos partidarios se convencen de que todos pueden vivir como les venga en gana siempre y cuando que aquellos que pertenecen a otra raza, religión o cultura diferente a la nuestra, vivan lejos y cercados: “El apartheid fue y sigue siendo una doctrina de odio, desprecio y repugnancia hacia el Otro, el extraño”, definió el reportero polaco.
Las invocaciones a “guerras santas”, la pseudo-ciencia racial y racista, las ideologías masificadoras que buscan negar la importancia del individuo en el nombre de mitos y de un Estado todopoderoso, y tantas otras doctrinas que dividen a los seres humanos en superiores e inferiores, son dogmas relacionados al apartheid, pero solo en Sudáfrica esta doctrina totalitaria fue desmantelada gracias a la creatividad, empuje e inspiración de Mandela. Son pocas las historias de conquistas libertarias atribuibles, en especial a un hombre, y Mandela escribió una de ellas.
Fuente: La República