Por Danilo Arbilla
Jaunarena advirtió que se debe distinguir la “trata de personas” del tráfico de personas, que se caracteriza por la migración ilegal facilitada por un tercero y cuya infracción termina allí. El caso de la trata, explicó, es cuando una persona es “sustraída de su ámbito mediante la violencia, engaño total o parcial, o venta por parte de los propios familiares, para ser trasladada dentro o fuera de su país de origen, con el fin de ser obligada al comercio sexual, al trabajo esclavo o a la sustracción de órganos”.
Y en cualquiera de “esas actividades” las cifras que se manejan son espeluznantes. El propio Jaunarena cita un informe que detalla que “solo mil de cuatro mil niños brasileños entregados a parejas italianas entre 1988 y 1992 se encontraban con vida” y se sospechaba que “el resto podría haber muerto luego de que sus órganos fueron extraídos”.
Otro dato: según la Organización Internacional para las Migraciones, el tráfico de mujeres para la prostitución genera ganancias anuales por 16 mil millones de dólares en América Latina, y un proxeneta “tiene una ganancia neta de 13 mil dólares al año por cada mujer que explota”.
Estas cifras asustan más que el mayor terremoto y deberían convocar un esfuerzo universal e infinito para acabar con esa continua tragedia.
Fuente: La República