El mensaje a la nación del presidente Alan García Pérez, el 28 de julio, fue decepcionante para millones de peruanos. Ratificó tozuda y peligrosamente su hoja de ruta de confrontación y polarización; reconfirmó que las políticas de su gobierno en los dos años finales son “más de lo mismo”; no propuso ninguna cura de emergencia para la peor de las enfermedades del país, la corrupción, y con sus anuncios de gastar y gastar en obras y más obras se reafirmó como un cortoplacista empeñado en consolidar el modelo primario exportador. Ciego, sordo y sin visión de futuro.
Para los indígenas amazónicos, el mensaje no sólo fue decepcionante, sino desesperanzador. Igual que el 4 de junio pasado cuando creyeron que el Congreso derogaría el decreto legislativo 1090, esta vez también esperaban con expectativa la solución a sus justas demandas.
Tenían la esperanza que el presidente García exigiera a los funcionarios del Estado, en especial a sus ministros, que las mesas de trabajo dejen de ser “mecedoras”; que anunciara la indemnización a los deudos de los indígenas fallecidos, tratamiento médico a los heridos y el cese de la persecución y acoso policial, militar y judicial contra los dirigentes de Aidesep. Pero el mensaje estuvo cargado de amenazas. Por esta y otras razones, los apus indígenas de Loreto se preguntan cuál es la razón de fondo de por qué súbitamente Hernando de Soto, el famoso autor de “El misterio del capital”, se ha interesado en los problemas indígenas y hoy lunes 3 de agosto está realizando un taller en la comunidad de San Andrés, cerca de Iquitos.
Algunos de los apus sospechan que De Soto está cumpliendo una misión encomendada por el presidente García. Pero yo tengo otra hipótesis. Creo que De Soto acaba de descubrir que el “misterio del capital”, es decir, los grandes negocios del siglo XXI en el Perú están en la Amazonía y el autor de “El otro sendero” podría ser el lobbysta de la transnacionalización del nuevo “El Dorado” amazónico: agua, energía, biodiversidad y tierras baratas.
Al final de cuentas, García y De Soto podrían estar coincidiendo en su percepción de la Amazonía como el espacio privilegiado del gran capital multinacional. Con la diferencia de que para García los indígenas amazónicos son un estorbo y para Hernando de Soto los indígenas tienen la llave de ingreso al banco de la mayor riqueza del siglo XXI.