Por Jorge Rumrrill
Velásquez Quesquén, que como presidente del Congreso guardó bajo siete llaves las conclusiones de la comisión multipartidaria que opinó que los decretos legislativos que los indígenas amazónicos reclamaban su derogatoria eran anticonstitucionales, es el nuevo primer ministro encargado de poner en marcha la maquinaria del “orden” en el país.
Simultáneamente, están manejando a dos adversarios a muerte de Alberto Pizango Chota y que hace tiempo ambicionan con apoderarse de Aidesep: Alexander Teetps Wishua y Sundi Simón, expulsados de sus bases por manejos irregulares de fondos. Ambos están convocando a un congreso para elegir una nueva directiva en Aidesep. El mismo Teeps Wishua fraguó una carta notarial en mayo pasado para desalojar a Pizango Chota de la presidencia de la organización indígena, antiestatutariamente.
Alexander Teetp Wishua y Sundi Simón, conocidos comos los “chichirichis, a la vez coordinan con los llamados “líderes históricos”, en su mayoría Awajún y Wampis, traídos a Lima por el gobierno, que se mueren de celos por el liderazgo de las nuevas generaciones y que sueñan con retomar Aidesep.
Pero el poder en el mundo indígena no está en la cúpula como en el partido aprista, sino en las bases. Y si mañana el gobierno coloca a Teeps y demás topos fraudulentamente en Aidesep, será el presidente de una organización fantasma. Porque el poder reside en las organizaciones regionales que se preparan a resistir esta antidemocrática arremetida del gobierno del doctor Alan García Pérez.
Fuente: Diario La Primera