Por Javier Diez Canseco
Resultaba evidente que dichos DL tratan temas no delegados por el Congreso, abusan de la delegación de facultades, atentan contra los derechos constitucionales y fundamentales de las comunidades nativas y campesinas –y contra el Convenio 169 de la OIT (que da derecho a los pueblos originarios a ser consultados y participar en la elaboración de medidas que los implican) y las Convenciones sobre los pueblos indígenas– y amenazan al manejo adecuado y soberano de nuestros recursos naturales a favor de grandes transnacionales.
Pero el Congreso paralizó el proceso. Lo congeló. Peor aún, impuso nuevas normas atentatorias contra las comunidades y los agricultores, como es el caso de la Ley de Recursos Hídricos (Ley del Agua) 29338, que pone en cuestión la prioridad en el uso del agua para la agricultura, abre puertas a privatizar la administración de este recurso y da mayor poder a los intereses de poderosas empresas mineras y extractivas.
Ello condujo a que, después de pacientes gestiones, Aidesep reiniciara la huelga suspendida en agosto pasado. Las comunidades retomaron su lucha en abril. Ojo: Aidesep agrupa más de 1,350 comunidades de 60 pueblos originarios, articulados en 57 organizaciones amazónicas. Están cansados de un manejo estatal que vive de espaldas a la Amazonía y al reconocimiento de sus derechos. El presidente del Congreso se ha negado a dar curso al proceso de derogatoria de los DL mencionados y a las recomendaciones de la misma Comisión que revisó el tema. Dice que los DL cuestionados son una política de Estado. Y el premier Yehude Simon ha incumplido con el compromiso de una Comisión Nacional de Diálogo –con plazos fijos– para que Aidesep y el Ejecutivo acuerden las soluciones del caso. En síntesis, una nueva expresión de la mecedora y el engaño que Simon parece haber heredado de Del Castillo.
En este cuadro, Aidesep ha dado un plazo de 10 días al Congreso y al Ejecutivo para resolver. Algunas bases habían suspendido el Paro ante las conversaciones abiertas, hoy frustradas. Pero otras, como las organizaciones indígenas de Morona, en Loreto, han desalojado de sus instalaciones a la empresa petrolera canadiense Talismán y resuelto terminar con las actividades petroleras, dada la contaminación y la ausencia de beneficios para los pueblos. Las poblaciones indígenas de la Amazonía norte, en la frontera con Ecuador, anuncian radicalizar su lucha. Y varias estaciones de bombeo del oleoducto están con fuerte presencia de los pueblos nativos, cansados de la mecedora.
La experiencia ha demostrado a las comunidades nativas que los gobiernos y el Estado no respetan su derecho a ser previamente consultados ante cualquier ley, reglamento o norma que los afecte. Demandan se cumpla la consulta, conforme al Convenio 169 de OIT, y que sea vinculante. Por ello, exigen la derogatoria de los DL inconsultos y contrarios a los intereses del país. Igualmente plantean revisar los TLC que nos afectan.
Se proponen recuperar los derechos de las comunidades nativas y campesinas que la Constitución fujimorista recortó y amputó, con el concurso de otras leyes. Saben que requieren de una nueva Constitución que reconozca el carácter multinacional del Estado, respete la diversidad, afirme la descentralización. Buscan recuperar, para el Estado, la propiedad, el control y la regulación de nuestros recursos naturales, dentro de un régimen político de efectiva democracia participativa y social, con real control de la gente sobre las autoridades. En síntesis, se plantea refundar el Perú como una patria para todos, al servicio de todos, y desconocer un gobierno que actúa a sus espaldas y en su contra.
Los amazónicos son, hoy, una fuerza fundamental por el cambio, una fuerza que reivindica nuestra soberanía y nuestros derechos. Su lucha es nuestra, es por el Perú.
Fuente: La República
La lucha que se hace en la amazonía, tal como describe el artículo, no sólo tiene que ser na lucha de los pueblos indígenas originarios de la amazonía, es un atentando y por ende lucha de todos los pueblos indígenas originarios enclavados en el Perú. Todo gobierno que entra atenta con frecuencia contras nuestras culturas y es momento de poner un pare a estos genocidas culturales.