Democracia

Ser padre me ha obligado, con –mi- absoluto consentimiento, a ver películas más de veinte o treinta veces seguidas, una de esas películas ha sido Zootopia, a la que no le había prestado mucha atención; sin embargo, en dicha animación, desde mi punto de vista, se hace una precisión política interesantísima en nombre del bien común y del interés general, sí, el alcalde Leodoro Leónzales, ante la crisis generada por algunos depredadores, que tras un ataque en serie, regresaron al salvajismo primitivo, los puso en cuarentena, aún en contravención de sus libertades y derechos individuales, justificó el hecho y la decisión política con la frase: “tuve que hacer lo incorrecto por las razones correctas”, ello resultaba lógico, pues, si no ponía en cuarenta a más de una docena de depredadores, toda la ciudad hubiese corrido riesgo o perecido, naturalmente le interesó más el bien común, aunque por ello fue destituido y encarcelado, ya más tarde se reconoció su verdadero interés.

Nuestro proceso electoral, ha pasado por un escenario similar, en el que, desde mi punto de vista, estuvieron en la balanza electoral, más que dos candidatos –que al fin y al cabo representan a la derecha liberal en diferentes versiones-, dos regímenes políticos; por un lado la democracia en fortalecimiento encarnada en PPK y por otro, el autoritarismo –competitivo o no- representado por Keiko Fujimori, escenario en el que al elector no le quedaban más que dos opciones, optar por la continuidad de la democracia en nombre del bien común o elegir el autoritarismo en nombre de una familia y su facción. Tal como estaba dispuesto el escenario político era difícil que la democracia venza, ya que el populismo se había enraizado en los sectores más grandes de la población necesitada, olvidada y engañada, en este caso no fueron autoridades legitimadas las que tuvieron que hacer lo incorrecto por las razones correctas en nombre de la democracia, sino, líderes legítimos como Verónika Mendoza, Julio Guzmán y otros, quienes invitaron a la reflexión al elector respecto de la democracia y lo que verdaderamente significa, en una suerte de endose de votos como le han llamado muchos analistas y opinólogos.

Justifico el título de la columna en el hecho de que el socialismo progresista representado por Mendoza y el reformismo técnico progresista representado por Guzmán, tuvieron que abdicar a sus principios y valores personales y de grupos reducidos –porque partidos políticos no son-, para preferir la categoría de la democracia en términos de Ciencia Política o el régimen como le he denominado en estas líneas, en definitiva ya no se trataba de propuestas o de modelo de desarrollo –que se puede ajustar en el camino-, sino, de algo superior como la continuidad de la democracia en proceso de consolidación; claro, no todos fueron capaces de algo tan altruista, por ejemplo, no lo fue Barnechea, quien prefiere hasta el día de hoy, con explicaciones absurdas, defender su propuesta personalísima ¿Acaso la podría realizar en un escenario adverso o régimen no democrático? Obvio que no; sin embargo, ahí lo tenemos, felizmente su voto no era necesario; recordemos que esta era una causa común, era la defensa del bien común, del interés general, de la democracia en nuestra república, aunque sea paupérrima e inútil para algunos, no obstante ello, creo que algunos pocos pero necesarios se pusieron la carga al hombro y el resultado ya se logró de manera indubitable, estoy seguro que la historia y la sociedad lo reconocerán oportunamente al igual que en el caso de Leodoro Leónzales.

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