Íbamos hoy en el taxi, cuando de pronto escuchamos la emisora sintonizada por el conductor, una radio interesante para nosotros cuando teníamos 15, pero no hoy, Carlos Galdós especulaba acerca de la cantidad de dinero que había ganado Flor Polo Díaz y compañía con el show armado durante casi dos meses.

Dijo, sin conocer la fuente, que la familia en comento se había embolsillado casi S/. 200000.00 por el show televisivo y las constantes humillaciones de ida y vuelta, y en banda (Cual billar) entre los integrantes de su familia, a excepción del bebe que no tiene culpa alguna de la ausencia de materia gris en la cabeza de sus padres; si bien recibió una medida de protección del Estado, creo que no fue muy oportuna, de todos modos, estamos frente a un ciudadano cuya filiación estará en cuestión siempre (Futura cortina de humo) ¡Pobre niño!

Pero no es el fondo el que nos interesa, sino, la forma o uso de las cortinas de humo, pues, del fondo sabemos poco, un atropello, un desmayo con calzón incluido, un par de bofetadas, algunos insultos, cuernos, etc., eso créannos no le hace daño al país.

Lo que sí le hace daño al país es el aprovechamiento político de las cortinas de humo, en los últimos meses se fueron desvaneciendo graves denuncias como el tema de la megacomisión y las joyas de Alan García (Aunque el dice que es problema de los compañeros que se portan mal), la inocencia de Alejandro Toledo para robar (Aunque el alega que tiene una suegra millonaria), el estado de inseguridad constante en que vive la ciudadanía como producto de la violencia (Aunque el oficialismo dice que se trata de nuestra mala percepción), los ingentes gastos económicos de la primera dama (Aunque sus ministras seguidoras se esfuerzan en precisar que se trata de pura representación oficial), el clientelismo político del oficialismo que ahora paga portátiles a través de planilla (Aunque Ollanta Humala diga que quienes opinan lo contrario son mezquinos), etc.

Hemos empezado a perderle la fe a la gente, mientras tratamos de analizar la coyuntura política, los destapes y desfalcos del día, a la mayoría parece importarle más la farándula, el chisme, el morbo, la cortina de humo, a veces nos preguntamos ¿Si las hacemos tan bien, por qué no las vendemos? ¿Acaso la sociedad está en peor situación que en los noventa? Eso se lo dejamos a los antropólogos y sociólogos, nosotros solo nos indignamos.

Es imposible encontrar una tendencia interesante en twitter o comentarios interesantes en facebook, la red está plagada de bazofia televisiva y escandalosa ¿En qué están los medios de comunicación? Tenemos claramente entendido que la imparcialidad y la objetividad de los medios son principios casi inalcanzables, pero de ahí a lo absurdo y lo superficial, sí que andamos mal, parece ser que la adolescencia y la juventud andan otra vez perdidas en la información vacua y vana ¡Ojala vuela PPK! Les remueva el cerebro y les devuelva el interés por la política, pero eso sí, que regrese solo para eso, luego que se vaya, no lo queremos como presidente, en este blog no.

En este país, en el que olvidamos tan rápido, las cortinas de humo son ideales, hasta los legisladores se prestan para ello, acaso no se enteraron que el mar es de Grau, el cielo de Quiñones (Nueva ley) y el subsuelo de Roque Benavides, quien mejor que los gobernantes para dar fe de ello.

Estamos seguros que si alguien tratase de regular estas prácticas probablemente los medios sostendrían la violación de sus libertades, más aún si se trata de un conglomerado, entonces creo que podríamos poner en la balanza, la libertad de los medios para colocar en el cerebro de la gente tanta tontería y la libertad/derecho de la gente de recibir buena y significativa información, países más liberales y desarrollados lo hacen, sin que alguien chille por la libertad de prensa y la libertad de los medios de comunicación, pero creemos que estamos lejos de eso, por ahora solo queda cambiar de canal, de ocupaciones que nos alejen de la televisión peruana, de las cortinas de humo, pues obviamente con esto solo ganan los políticos, que cuando les conviene imploran por un debido proceso, por la presunción de inocencia, aunque en el fondo solo buscan tapar sus fechorías.