Introducción

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En el presente ensayo procuraremos diferenciar los conceptos de desarrollo (1) y progreso (2) a efectos de determinar la viada por la que vamos como nación.

Para efectos de lo antes indicado haremos mención a una postal que recordamos de una visita a Yanaoca, capital de la provincia de Canas en Cusco. Y es que, a pesar de la extrema pobreza (declarada legalmente) en que se halla dicho lugar, pudimos observar a una familia riendo muy contenta como si nada malo pasara o como si no tuvieran necesidad –económica- alguna que pudiese o debiese ser cubierta por ella misma, por algún tercero o por el Estado, la respuesta para nosotros fue clara y evidente ya que la felicidad era notoria y obviamente el dinero no era necesario para tales sonrisas, decimos esto porque la familia evidentemente no era, a todas luces, la más favorecida económicamente.

¿Desarrollamos o Progresamos?

Ya la definición de ambos términos presenta una clara diferencia entre estos, dado que el desarrollo económicamente entendido supone la evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida, mientras que el progreso supone únicamente un avance o adelanto.

Está claro entonces, que ambos términos son distintos y suponen situaciones completamente diferenciables, ello precisamente nos lleva a colegir a priori que, como Estado deberíamos procurar el desarrollo en lugar del progreso, sobre todo cuando este último no es sostenible.

En relación a ello, está claro que la idea de desarrollo occidental adoptada en las últimas décadas por el Perú, procuró para nosotros regalías, un PBI fortalecido, reservas y en buena cuenta cierta bonanza económica para el sustento del aparato y de las principales necesidades de la nación, no obstante ello, vimos y vemos que la sociedad no lo nota de ese modo o por lo menos no lo siente en su economía familiar e individual.

Es un cliché, el hecho que de la economía no llega a todos y que la prosperidad de la caja fiscal no se hace extensiva a los bolsillos de los menos favorecidos, sin embargo, en los últimos tiempos notamos que han crecido mucho, el nivel de esperanza, la confianza en el país y la posibilidad creer en que la oportunidad está dentro y no fuera, a esto último le podríamos llamar desarrollo, ya que no solamente crecieron los indicadores económicos, sino que, creció el índice de desarrollo humano.

De acuerdo a lo antes indicado, todo el proceso de tecnificación, manufactura, industrialización y exportación de materia prima, como paso para el desarrollo, aunque nosotros preferiríamos llamarle progreso solamente, no supone un desarrollo en sí mismo, sino lo contrario, ya que, la receta mal entendida y plagiada de occidente –desarrollado- hizo que olvidemos nuestra cultura, nuestras diferencias internas, nuestras características plurales y nuestra identidad, haciéndonos buenos vendedores, buenos exportadores, buenos generadores de riqueza, pero de ningún modo nos hizo desarrollados, individualmente entendidos y tampoco desarrollados como nación, puesto que la capacidad adquisitiva, no importa de por sí el desarrollo de algo o alguien.

Según lo antedicho, desde el momento en que asumimos o aplicamos a nuestra realidad la receta, es evidente e innegable que progresamos y ganamos el título de país en vías de desarrollo, emergente o progresista; sin embargo, aun no desarrollamos y creemos que estamos bastante lejos aún.

Decimos que estamos lejos porque el progreso técnico del que somos parte, aún no igualó las diferencias sociales, no necesariamente económicas, tampoco, nos hizo tolerantes con nosotros mismos y tampoco generó en nosotros criterios de igualdad para conducirnos por un verdadero camino de desarrollo.

Es obvio, que una buena economía es imprescindible para el desarrollo, pero en todo caso, el progreso debería ser el camino hacia el desarrollo, debiendo el Estado procurar allanar el camino o trasvase hacia éste.

Ahora bien, la pregunta es ¿Cómo? y evidentemente la respuesta no nacerá de este ensayo, ya que no es su objeto, sin embargo, creemos que logrado el progreso, es posible pasar al desarrollo a través de: la educación en todos sus niveles, de la mejora de los niveles de vida en sus ámbitos sociales, salubres e inclusivos, máxime si tenemos en consideración que la igualdad de oportunidades –ampliamente entendida- podría convertir la bonanza económica progresista en el verdadero ejercicio de los derechos civiles de los peruanos, y es que solamente si todos partimos de la misma línea, todos podremos mejorar en las medida de nuestras aptitudes y posibilidades.

Una cuestión completamente objetiva podría ser, además de la implementación de políticas económicas, la implementación de políticas sociales tendientes a homogeneizar la línea de partida de todos, con servicios básicos, accesibilidad en cuanto a vías y medios de comunicación, niveles de educación y salud para todos.

Esto no significa para nosotros alguna forma de asistencialismo o favor del Gobierno hacia la sociedad, sino, la forma en que el Estado podría llegar de manera eficiente a todos, de modo que –todos- aunque no contemos con la misma capacidad adquisitiva, podamos vivir cómodamente y gozar de nuestras libertades o derechos civiles, de los que algunos ni siquiera estamos enterados.

Conclusiones

1. El desarrollo es complemente distinto del progreso y consideramos que en su oportunidad –décadas atrás- entendimos mal la receta, por tanto la aplicamos mal, y hasta hoy nos encontramos en vías de desarrollo, ya que tomamos como fin lo que en realidad era el medio –léase el progreso-.

2. Un verdadero desarrollo sólo se logrará con un Estado suficiente y eficiente que procure el real goce de las libertades o derechos civiles de sus ciudadanos, implementando para eso, no sólo políticas económicas, sino primordialmente sociales de modo que se ponga o procure poner a todos en la misma línea de partida en búsqueda del éxito y la felicidad.

3. Sólo el real goce de nuestros derechos civiles como ciudadanos, facilitará el desarrollo real, en el que se deberán tener en cuenta no sólo variables de crecimiento económico, sino, variables que como nación nos diferencian y caracterizan en cuestiones de raza, cultura, diversidad regional y grupos sociales.

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(1) desarrollo. m. Acción y efecto de desarrollar o desarrollarse. || 2. Combinación entre el plato y el piñón de la bicicleta, que determina la distancia que se avanza con cada pedalada. || 3. Econ. Evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida. □ V. polo de ~.
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(2) progreso. (Del lat. progressus). m. Acción de ir hacia adelante. || 2. Avance, adelanto, perfeccionamiento.
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