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Analizando la situación política actual, definitivamente la cuestión será bastante complicada para Ollanta Humala, y no lo digo porque no haya sido mi candidato en ninguna de las oportunidades electorales, sino, porque su propia estrategia de marketing político podría ser su trampa mortal –políticamente entendida-.

¿Cómo así? Pues, no hay que ser genio para notar que sus bases ideológicas –casi inexistentes en cuanto a Políticas de Estado- distan entre Mario Vargas Llosa y la izquierda radical que es parte de su alianza Gana Perú, además de la visión del mapa político actual que cubre casi todo el Perú, es evidente entonces que su discurso amplísimo, ahora lo obligará a procurar gobernar para todos aquellos a los que con sus cuatro propuestas sedujo en campaña de manera muy eficiente, esto porque la asesoría en marketing político supone la victoria en elección, pero no importa el éxito de una gestión.

Es notorio que podrá optar por varios caminos, entre estos:

1. Gobernar de acuerdo a su plan primigenio y hacer del Perú un caos ingobernable, dado que no contamos con los medios para solventar un socialismo inmoderado de este siglo, en este caso tendrá que gobernar para los sectores más radicales del país y quizá deba ceder a sus múltiples peticiones utópicas de ser cumplidas, este escenario simplemente no me lo imagino, porque en este caso, la primera fila de infantería deberá estar integrada, para defender la democracia, por quienes optaron por esta opción.

2. Gobernar para satisfacer a sus padrinos políticos, asesores y demás allegados que probablemente estén más informados que él en Cuestiones de Estado y Gestión Pública del Primer Nivel de Gobierno, en este caso, dada la gente de la que se encontrará rodeado –de los que vemos muchos en los medios-, probablemente termine siendo gobernado por los intereses que se apoderarán de él, y por qué no de quienes le allanaron el camino a Palacio de Gobierno, en este escenario se convertiría en la marioneta de los intereses políticos de otros y es evidente que ninguno de nosotros desearía ser liderado por alguien con estas características; y,

3. Gobernar para todos, en un real estado de concertación, cuestión esta que quizá sea la más difícil, porque con bases tan amplias, con oposiciones tan marcadas y con poco conocimiento de la realidad peruana, quizá su luna de miel política se acabe en unos cuantos meses y luego termine siendo un presidente más de los que no tocará el régimen actual y dejará que discurra con el objeto de no perjudicar a la nación; sin embargo, si lo hace de este modo, procurando cambios significativos en la administración estatal, quizá sea recordado como un buen presidente.

Yo puedo ver esos tres escenarios y creo que el Presidente, con algunos cambios, será un “Presidente” moderado más, ya que estar en su lugar en este momento debe ser realmente preocupante, máxime si tenemos en consideración que las presiones de uno u otro lado siempre se estarán haciendo sentir en todo momento.

Considero que el ahora elegido –porque ahora merece el respeto que le otorga la investidura- deberá fortalecer, si quiere trascender a su gobierno, las Políticas de Estado y la Gestión de Estado, mas no las Políticas de Gobierno y la Gestión de Gobierno.

Me explico, si realmente quiere hacer un gran cambio, deberá procurar que el crecimiento económico sostenido de estos años, llegue a los más necesitados y procure su desarrollo y felicidad, sin embargo, deberá marcar las pautas para que dichas políticas se hagan perennes en el tiempo y no queden estancadas en el 2016, tal vez, fortalecer el Acuerdo Nacional y hacerlo realmente efectivo sea un buen punto de concertación y consenso para quedar como un demócrata.

Otra cuestión que deberá hacer es, no llenar el aparato estatal de nacionalistas, sino, fortalecer la Gestión Pública de Estado, logrando que los mejores técnicos permanezcan en el Estado aún después de su gobierno –ello sería encomiable-, sólo así, se seguirán implementando las Políticas de Estado mencionadas en el párrafo precedente, esto porque, si realmente a ninguno de nuestros presidentes le resultaron los gobiernos exitosos que propusieron se debe, entre otras razones, a que sus grupos políticos hasta ahora no entendieron la necesidad de unificar el Estado en Políticas Públicas de Estado y en Gestión Pública de Estado permanentes.

Demás está decir que todos estos factores deberán ser repetidos de manera adecuada en los otros niveles de gobierno, es decir, en Gobiernos Regionales y Locales, ya que, aunque muchos no lo crean, la cara del presidente no hará de este un país honesto e incorruptible.

Sépase que una gran proporción del índice de corrupción de nuestro país, incluido el desfalco económico que supone, proviene de estos niveles de gobierno, que por cuestiones de idiosincrasia, autonomía y competencias específicas no podrán ser cuestionadas por nuestro nobel presidente, por lo menos no al principio.

En todo caso, desde este rincón en el que me encuentro le sugiero, ajustar las Políticas Públicas Económicas y Sociales, y, hacerlas efectivas en los más necesitados, pero ¡ya!, además de esto, crearles el marco jurídico y político para que subsistan a su mandato aprovechando las mejores capacidades humanas para que en calidad de Funcionarios de Estado, subsistan también a su gobierno y colaboren con toda clase de administración, más allá de cualquier bandera política.

En ese sentido, probablemente la mejor forma de gobernar sea la tercera y esta haga que nuestro presidente no abdique a sus últimas promesas demócratas o a los altos intereses que ya desde ayer, deben estar rondándolo sin compasión alguna.

Al final, está demás decir que la fiesta electoral ya se acabó y que el derrotero del Perú lo guiará Ollanta Humala, no sé si vigilado por todos o algunos, pero sin con la esperanza de todos de que el Perú no se eche para atrás.

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