EL JUICIO A FUJIMORI: Cuidado con la Laberintitis

Ya han pasado varios días desde el inicio del juicio a A. Fujimori y, poco a poco, el tema empieza a transitar hacia un estado de anécdota noticiosa. Eso ocurre normalmente en Estados democráticos donde la opinión pública sabe que los delitos deben seguir el curso normal de la cotidianeidad. Sin embargo, en un país como el Perú, hay que tener cuidado con no seguir el proceso judicial que marca un hito en nuestra historia y esta permitiendo algo muy importante, que es que en un Estado Democratico Latinoamericano se este juzgando a un dictador por crimenes importantes vinculados -entre otros- a derechos fundamentales.
Jorge Bruce ha escrito un importante artículo respecto a esta temática en el Diario Peru 21 del día 13.01.2008, que transcribimos a continuación para la revisión por parte de ustedes.

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Por: Jorge Bruce

En el juicio a Fujimori existe el riesgo de que, por síndrome de habituación, los peruanos vayamos perdiendo la trascendencia histórica de lo que está sucediendo ante nuestros ojos inicialmente asombrados o incrédulos. Por eso es necesario recordarlo cuantas veces haga falta.
El sentido de este proceso no es solamente la administración de justicia, lo que parece estar desempeñándose de manera eficiente. Hay de por medio una oportunidad de aprendizaje democrático que pocas sociedades han tenido. ¿Cuántos países han juzgado en condiciones adecuadas a un dictador en su propio territorio? ¿En cuántas ocasiones se ha proporcionado a las víctimas el espacio para relatar, frente a su verdugo intelectual, los abusos de los que fueron objeto?
Así, el empresario Samuel Dyer pudo decir, este último viernes, sin rencor ni amargura pero con justificada indignación y sufrimiento: “Me dolió mucho que un presidente fuera tan irresponsable y dijera (en una entrevista periodística en el programa Contrapunto) una cosa tan falsa sobre mí y eso se lo digo acá, mirándole la cara al presidente”. Para justificar su secuestro, el ex presidente había afirmado que se trataba de un narcotraficante, que proporcionaba armas a Sendero Luminoso y evadía impuestos. Todo lo que posteriormente se reveló falso ante el Poder Judicial (una de las hipótesis más sólidas para explicar su secuestro parece ser el alijo de cocaína que se encontraba oculto en un barco cargado de carne importada de Argentina por diversos grupos peruanos, que Dyer había inmovilizado con una medida cautelar, pues el dueño de la embarcación pretendía estafarlo, ignorando que, al impedir la salida del carguero, estaba perjudicando un negocio en apariencia de Montesinos y Cía., lo que permitió a la DEA incautar ese cargamento). Pero el daño a su imagen, familia y negocios ya estaba hecho y, en menor medida, sus secuelas continúan hasta hoy. Acaso se permitieron ese ataque porque Dyer no pertenecía a la oligarquía tradicional, con la que la dupla evitaba chocar.
Así trabajaban Fujimori y Montesinos (tampoco era muy original, pues todas las dictaduras recurren a esa metodología): primero violentaban los derechos de sus enemigos, luego destruían su imagen mediante su prensa vil. Sobra decir que en casos como La Cantuta o Barrios Altos las consecuencias fueron mucho más devastadoras.
Es importante que ninguno de esos crímenes quede impune, y que podamos extraer las consecuencias de esa experiencia nefasta. A través de un juicio justo, sí, pero también dando una señal potente a los candidatos a dictadores (sin descuidar las amenazas actuales contra los testigos o abogados de las víctimas).
La “marthachavezca” defensa de Nakasaki -“No fue secuestro, fue una detención ilegal”- no debería confundirnos. Esas leguleyadas son parte de una estrategia judicial que poco nos importa a quienes no pertenecemos a ese laberinto de códigos penales y juegos semánticos, cuyas enrevesadas vías parecen haber producido laberintitis al abogado de Fujimori. Sus eufemismos son comparables a los de Hugo Chávez, reclamando que se retire a las FARC el calificativo de terroristas. Entonces las centenares de personas que mantienen privadas de su libertad durante años en condiciones atroces, tal como lo han relatado Consuelo González y Clara Rojas, ¿qué son?, ¿elegidos para un plan piloto de reeducación?, ¿colaboradores espontáneos -aunque ligeramente encadenados- de la causa de la revolución?

Puntuación: 4.00 / Votos: 5

Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

2 Comentarios

canon

quisiera saber quien es quien ,quienes son los abogados de fujimori ,su hoja de vida ,etc

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