Braidotti
Por: Richard Leonardo
La preocupación de Rosi Braidotti es definir el lugar y el papel de la mujer y del feminismo en el contexto contemporáneo (¿postmoderno?). Para esto, se vale de las ideas certeras y bien centradas de varios autores, pero enfatizando en las propuestas de Giles Deleuze y Donna Haraway. Del primero, emplea bien la categoría de rizoma, entendida como una conceptualización de la racionalidad más allá del paradigma moderno; racionalidad, en la que la imaginación y la creatividad juegan un papel central, y que procura atender a la multiplicidad variables que signan el pensamiento mismo.
A partir de esta noción, rescata los aportes de Haraway, quien ha elaborado una crítica contundente al modelo foucaultiano del poder. Haraway hace notar que el poder contemporáneo ya no opera mediante una heterogeneidad normalizada, sino que más bien lo hace tendiendo redes, mediante la comunicación y las interconexiones múltiples. En esta línea, ella sostiene que el modelo del poder de Foucault estaría desfasado porque sus diagramas de poder describen lo que ya hemos dejado de ser. Haraway opone a la estrategia del bíopoder un enfoque basado en la genealogía deconstructivista de las subjetividades corporizadas de las mujeres.
Haraway inscribe su visión de la condición de la mujer en un análisis actualizado del sistema posindustrial de producción. Argumenta que el patriarcado capitalista blanco se transformó en una dominación ejercida mediante la tecnología de la información, Haraway cree que las mujeres han sido canibalizadas por las nuevas tecnologías y que han desaparecido del campo de los agentes sociales visibles. El sistema posindustrial hace que la política masiva de oposición sea redundante; es necesario inventar una nueva política, sobre la base de una comprensión más adecuada de cómo funciona el sujeto contemporáneo en el marco del poder postindustrial.
En entonces que se hace necesario formular un tipo de política feminista que pueda adherirse a “construcciones parciales, contradictorias, permanentemente flexibles de sí mismos personales y colectivos”. El sujeto femenino del feminismo está constituido a través de una multiplicidad de discursos, posiciones y significaciones que a menudo entran en conflicto entre sí, “por lo tanto, el significante mujer no constituye una piedra fundacional suficiente del proyecto feminista” El proyecto feminista debe eludir el esencialismo y el determinismo biológico o psíquico para redefinir la subjetividad femenina.
El feminismo debe ver con sentar bases, con fundamentos y con mitos políticos. Es así que Haraway propone una nueva figuración para la subjetividad femenina: el cyborg. El cyborg es una entidad que establece conexiones; es una imagen de la capacidad de interrelacionarse, de la receptividad y de la comunicación global que, deliberadamente, borra las distinciones de las categorías (humano/máquina; naturaleza/cultura; varón /mujer; edípico /no edípico). Es un modo de pensar la especificidad sin caer en el relativismo. El cyborg es la representación de la humanidad feminista genérica; es su respuesta a la pregunta acerca de cómo concilian las feministas la especificidad histórica radical de las mujeres y la insistencia en construir nuevos valores que pueden beneficiar a la humanidad en su conjunto.
El cyborg es, a opinión de Braidotti, adecuado como modelo epistemológico en la medida que quita las barreras dualistas entre el cuerpo y sus soportes tecnológicos y técnicos. El modelo del cyborg implica una visión del cuerpo que no es ni física, ni mecánica, ni meramente textual. El cyborg funciona más bien como un contraparadigma de la intersección corporal con la realidad externa; es una lectura conveniente no sólo del cuerpo, no sólo de las máquinas, sino de que hay entre ellos. Como una nueva sustitución funcional de la división cuerpo /mente, el cyborg es una construcción posmetafísica.
Haraway aboga por la ética de la modernidad como punto de partida: en semejante contexto, las mujeres deben elaborar la cuestión de su relación con la tecnología y reconocer la complejidad de tal relación. Este es un llamamiento a vivir de conformidad con las contradicciones históricas y epistemológicas de la posmodernidad.