Henry Pease: El institucionalista de la izquierda

Por: Santiago Pedraglio
En el marco de los homenajes a propósito del fallecimiento de Henry Pease, es importante recordar la valiosa apuesta que lideró en la Izquierda Unida (IU), como presidente del comité organizador de su congreso nacional de 1989, por consolidar el carácter democrático, institucional y masivo de esta agrupación.

La corriente que lideró Pease buscaba superar la contraposición tradicionalmente planteada entre un líder de masas y una organización política institucionalizada y de alcance nacional (algo que, salvo el Apra de Haya de la Torre, ningún partido había logrado).

Lamentablemente, este enorme esfuerzo concluyó en un fracaso. IU se dividió en el congreso aludido, lo que tuvo como uno de sus nefastos efectos la presentación de dos candidaturas de este frente en las presidenciales de 1990.

De esto hace 25 años, pero el asunto es actual: la izquierda sigue dividida, resistiéndose a la unidad y a la institucionalidad, con caudillos o “personalidades”, y con un indubitable espíritu de facción.

Para el congreso de IU, Henry Pease impulsó un movimiento nacional de institucionalización de la izquierda. Hubo congresos previos en todos los departamentos, en cerca del 90% de las provincias y en un sinfín de distritos. Participaron activamente los partidos que conformaban IU, y sus militantes independientes. En el contexto de la crisis económica y el acosamiento de Sendero Luminoso, la izquierda, agrupada en la IU, logró organizarse nacionalmente desde las bases. No fue fácil; hubo disputas y conflictos en eventos de base, pero los acuerdos se acataron en la abrumadora mayoría de ellos.

La deplorable ruptura fue la expresión de que, a pesar de los esfuerzos y de la firme voluntad de Pease, así como de la opinión de un amplio sector de la izquierda, primaron el contexto electoral y las expectativas individuales del momento.

Más allá del caso de IU y de su final, el esfuerzo de institucionalización que lideró Pease no ha sido repetido por ningún partido en las últimas décadas.

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Henry Pease, recuerdos de una mañana de noviembre

Por: Wilfredo Ardito

FOTO, CORTESÍA JAVIER TORRES SEOANE

Eran fines de 1989, tiempos de hiperinflación, violencia e incertidumbre. Para el 3 de noviembre, los senderistas habían convocado a un “paro armado” en Lima, es decir la paralización total de las actividades, como demostración de fuerza, con miras a sabotear las elecciones municipales que iban a tener lugar pocos días después. Los senderistas ya habían convocado antes “paros armados” en Ayacucho y Huancayo, asesinando a quienes se atrevían a desafiarlos.

Tras el anuncio senderista, inicialmente primaron en la capital el temor y el desconcierto, hasta que Henry Pease, candidato por Izquierda Unida a la Alcaldía de Lima, tomó una decisión y convocó a una Marcha por la Paz para ese mismo día. Era una decisión arriesgada, porque implicaba enfrentar frontalmente a los senderistas y mostrar que la sociedad no les tenía miedo.

La convocatoria de Pease generó primero incredulidad, pero luego universitarios, líderes juveniles, miembros de ONGs, grupos parroquiales y representantes de todos los grupos políticos fueron anunciando que participarían en la marcha, pese a los riesgos que implicaba. Inclusive, Mario Vargas Llosa decidió sumarse públicamente, aunque él ya era el principal líder del FREDEMO, que presentaba a Juan Incháustegui a las elecciones municipales.

Al final, la marcha fue plural y multitudinaria, logrando que el paro pasara desapercibido y que la gente se sintiera más fuerte, porque le había perdido el miedo a los senderistas.

Días después, en las elecciones municipales, Ricardo Belmont obtuvo más del 40% de los votos, seguido de Incháustegui. Henry Pease no llegó al 12%, pero dudo que los comicios se hubieran podido realizar con normalidad si él no convocaba a la Marcha por la Paz.

Y así era Henry Pease. Él podía haberse quedado tranquilo en la vida académica, preparando clases, asesorando tesis y escribiendo libros. De hecho, son innumerables las personas tienen un excelente recuerdo de él como profesor. Sin embargo, desde muy joven decidió hacer mucho más: para él no solamente se trataba de analizar procesos sociales, sino promoverlos. Por eso fue Teniente Alcalde de la Municipalidad de Lima, en tiempos de Alfonso Barrantes y también congresista en diferentes períodos. Precisamente, otra muestra de su compromiso con los derechos humanos fue cuando logró la investigación sobre los desaparecidos del caso La Cantuta en el año 1993: lo hizo durante el primer gobierno de Fujimori, mientras éste gozaba de gran respaldo popular.

Sus problemas de salud no le impedían seguir comprometido con el país, reflexionando y aportando. Recuerdo cuando escribió un artículo en solidaridad con Hilaria Supa, frente a los agravios racistas que recibió. Hace pocos años, me invitaron a una reunión en su casa para definir una estrategia para impedir la victoria de Keiko Fujimori. Recuerdo que algunos de los presentes estaban muy preocupados, pero él parecía tranquilo y dispuesto a hacer todo lo necesario.

Muchos peruanos asocian la política con la corrupción y la mezquindad, pero Henry Pease era ejemplo de una forma diferente de hacer política, pensando en el más débil. Muchos son los que identifican el mundo académico con una torre de marfil y creen que los intelectuales son gente que no quiere “mancharse” con la realidad, pero Pease era un ejemplo de intelectual que se acerca a los demás y que hace política para enfrentar sus problemas.

Para quienes todavía insisten en que la izquierda no deslindaba con el terrorismo, Pease es un ejemplo de valentía y coherencia. Por esto, creo que Pease logró, como Javier Diez Canseco, un respeto generalizado de todos los que lo conocieron, aunque no compartieran sus ideas.

Para todos los peruanos que se dejan caer en el pesimismo, Pease es un ejemplo de constancia y esfuerzo, que actuó con valentía en una época marcada por el desaliento y la violencia y siguió haciéndolo después, pese a las dificultades de la escena política y de su propia salud.

¿Queda mucha gente como Henry Pease en el Perú? No lo sé. Su trayectoria parece realmente abrumadora.

En los últimos años, vi con satisfacción cómo varios de mis alumnos que migraron del Derecho a la Ciencia Política se fueron convirtiendo en sus asistentes y pudieron cultivar su amistad. Quizás sean ellos, los llamados a sucederlo. Quizás sean muchos más. Tenemos un gran ejemplo a seguir.

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Henry Pease, Leading Academic and Politician, Dies

Peruvian Times – News from Peru

Henry Pease, a soft-spoken but tenacious politician and academic, died in Lima on August 9 of complications related to cancer.  He was 69.

A key leader in center-left politics, Pease served as president of Congress during the Toledo administration (2003-2004).  Earlier, he was deputy mayor of Lima in the 1970s, and in 1990 led an unsuccessful presidential bid as the United Left candidate when the initial candidate bowed out.

For more than 40 years, Pease also taught uninterruptedly at Peru’s Catholic University, first as a lecturer from 1971, and from 1987 as professor of the Social Sciences Department.

Most recently, he was director of the university’s School of Government and Public Policies, at which he launched a magazine on political science and government barely three weeks before he died.

A prolific author, lecturer and op-ed columnist, he wrote in El Comercio for many years, until the publishing group bought the Epensa editorial group and so controlled about 78% of the country’s news media.  In a letter to publisher Francisco Miro-Quesada, Pease said he could no longer write in the newspaper because “years of political study and practice have convinced me that neither the State nor private entities should hold this kind of concentration.”

Many of his articles as well as his open university talks, featured on YouTube, covered the issues of governance — “To govern means to listen, come together and reach a consensus” — and democracy in a country with an authoritarian culture, where “the manner in which we Peruvians treat each other shows that there are still traces of an old culture that we need to overcome.”

The day before he died, in an interview for the Catholic University’s Punto Edu site, Pease analyzed the current political situation in Congress and the future of political parties, particularly President Humala’s governing party, from which 10 lawmakers have defected because Humala imposed Ana Maria Solorzano as the candidate to preside Congress this year, over protests within the party.

“When a political boss system takes precedence over institutions, parties become expendable,” Pease said.

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“Cuando prima el caudillaje sobre la institucionalidad, los partidos se convierten en una cosa descartable”

Punto.edu

Henry Pease

Director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP

Con la renuncia de Jaime Delgado, la bancada oficialista de Gana Perú suma diez bajas, se queda con 36 congresistas y pierde la primera minoría. Henry Pease, ex congresista y director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP, analiza los cambios en el Congreso y la crisis de los partidos políticos.

¿La renuncia de diez congresistas en Gana Perú (GP) es un síntoma de la debilidad institucional de los partidos políticos?

Es un síntoma de que ese partido tiene un manejo autoritario donde el Presidente, o la Primera Dama y presidenta del partido, se impone a la bancada.En GP hay un par de líderes que a veces actúan como dueños. En la época de Toledo nunca se impuso a la bancada una orden desde fuera, las decisiones se tomaban dentro. Una de las razones de la crisis y debilidad de los partidos es que no son asociaciones sino listas con dueño, y en este caso es evidente que ha habido errores políticos garrafales.

Toledo también perdió diez congresistas en su período.

Pero ahí no se dio un choque de esta naturaleza. Toledo aceptó a una serie de aspirantes al Congreso que tenían su propio movimiento y decían que le iban a aportar fuerza pero se salen y enfrentan a PP a la primera elección regional. Otros tuvieron otras razones, probablemente por problemas de democracia interna. Lo democrático no es que el partido les mande ni que los congresistas hagan lo que les da la gana, sino que haya una relación de diálogo entre el partido y bancada. El Apra tiene estructuras de participación que le han funcionado varias veces pero tienen un liderazgo tan autoritario –y lo acabo de ver en una tesis- que funcionó como un gobierno sin partido, no les dejaba participar.

Pero Alan García perdió solo un congresista durante su administración.

Es que el Apra es más institucionalizado y García no hizo la chambonada de pelear al choque con sus congresistas. La debilidad de los partidos proviene de la falta de democracia interna, por eso se establecieron las elecciones primarias y la elección periódica de cargos pero han encontrado todas las maneras posibles para sacarle la vuelta.

Ollanta Humala habló de la reforma política en su discurso de Fiestas Patrias.

Es un tema más complejo. Se tiene que incluir elecciones primarias abiertas en los partidos, que no haya voto preferencial ni simultaneidad perfecta (con las elecciones presidenciales) que hace que se asocie a la bancada al presidente y que éste pueda mandonearla.

El 2011 entraron seis bancadas, hoy son nueve y siguen fragmentándose.

En el Perú eso es buscado por la clase política. No creo que haya en más países una norma como esta en que un congresista puede salir de su bancada, juntarse de a seis y formar una nueva con los mismos derechos. El congresista es fruto de una relación doble: la lista parlamentaria y la decisión del ciudadano.

Actualmente 105 de los 130 congresistas son completamente nuevos.

Es que los partidos están en crisis. Empieza porque los partidos que gobiernan pierden la siguiente elección. A los presidentes no les interesa que uno de su partido lo suceda porque van a perder liderazgo al interior. Esa ha sido la conducta de García en su segundo gobierno. Cuando prima el caudillaje sobre la institucionalidad los partidos se convierten en una cosa descartable. Los que son oficialismo terminan teniendo dos o tres en el siguiente período, es lo que le espera a Humala en este camino.

En su libro “La política en el Perú del XX” define lo que pasó en el segundo período fujimorista como “la destrucción, una por una, de las instituciones o reglas que en la constitución del 93 no convenían a la autocracia”. ¿Eso terminó de destruir a los partidos?

Sí, pero es algo que viene del 90. Fujimori acentúa la crisis de los partidos, les cierra espacios y todo el discurso político es anti partidos. Pero las palabras no hacen daño sino el comportamiento de los propios actores políticos. Pero aún cabe la posibilidad de que surjan nuevas organizaciones que aprendan de la experiencia de las otras.

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#EstamosContigoFarid

Querido Farid,

Estoy indignado por la conducta poco diplomática de este embajador que al calificar así tu opinión amplía el campo enemigo a todo el que no piense como él.

Desde nuestra experiencia como país, tenemos que rechazar esta conducta porque daña heridas abiertas y hace más difícil el conocimiento de lo que viene ocurriendo y que abruma a la humanidad.

Un fuerte abrazo.

Henry Pease

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Henry Pease: “Se debe continuar defensa de la autonomía de la Católica”

La República

pese a conflicto. Pease señaló que la universidad no ha dejado de crecer académicamente.
Pese a conflicto. Pease señaló que la universidad no ha dejado de crecer académicamente.
Sociólogo y Periodista. Ex presidente del Congreso de la República. Actual director de la Escuela de Gobierno y políticas públicas de la PUCP.

Ana Núñez.

El próximo 4 de julio, los delegados de los alumnos, profesores y decanos de la Universidad Católica decidirán quién tomará las riendas de esa casa de estudios: si Marcial Rubio permanece una gestión más o asume Eduardo Ísmodes. Henry Pease nos cuenta el trasfondo de esta elección y todo lo que se decidirá en ella.

¿Qué está en juego en la próxima asamblea de la Universidad Católica?

Está en juego la continuidad de un esfuerzo largo de este rectorado y los anteriores por afirmar la autonomía y la pluralidad en la Universidad Católica. Dado que el Papa ha nombrado una comisión de tres cardenales para negociar y buscar una solución de acuerdo con la universidad, es importante que estén presentes los que hicieron la negociación anterior. Lo que le puedo decir es que la universidad estaba ya en un proceso amplio de elecciones y el rector (Marcial Rubio) había anunciado que no continuaría…

¿Qué pasó?

Cuando esto ocurrió, todo el mundo le pidió que termine las negociaciones que había comenzado. Eso es lo que algunos quieren impedir y hablan de cambio en el momento en que la continuidad de la negociación es fundamental y la experiencia adquirida por los negociadores. Yo me pregunto si ese hablar de cambio no es querer ponerse de alguna manera del lado del arzobispo que ha causado todo este embrollo, que no lo causaron ninguno de sus antecesores y que no hubo ningún hecho nuevo que llevara a su intervención.

El enfrentamiento entre la Católica y el Arzobispado de Lima está marcando la agenda de la universidad…

Está marcando la agenda, pero la universidad no ha dejado de crecer académicamente. Nosotros hemos sido agredidos y hasta embestidos. Acuérdese lo que se hizo en el Tribunal Constitucional, una vergüenza. Frente a esa agresión, no contestamos con agresión. Mantenemos nuestro respeto por el arzobispo, quien en su tarea pastoral tiene el margen de juego que necesita, pero no tenemos por qué aceptar que se convierta en dueño de los bienes de la universidad o en administrador de su presupuesto o, simplemente, en gobernante de la universidad con sesgo.

¿Por qué es importante la permanencia de Marcial Rubio?

Porque no se puede cambiar a los negociadores a la mitad del proceso, porque tiene toda la experiencia y ha asumido con valentía esa defensa, a pesar de que aquí han utilizado una serie de medios de comunicación para agredirlo, a pesar de que nos han querido arrinconar. El rector ha mantenido en el lugar que le corresponde a la universidad y eso ha sido reconocido por el Vaticano, porque esa comisión cardenalicia es un cambio frente a lo que hicieron antes.

Usted ha escrito que el triunfo de la lista que propone el cambio busca someter a la universidad al arzobispado de Lima.

Yo veo ese peligro. Yo respeto todas las aspiraciones, pero me parece que éste no es un momento para dar rienda a las aspiraciones personales, sino de dar continuidad a la defensa de la autonomía de la universidad, que ha sido muy bien hecha por el rectorado actual.

El argumento de los opositores es que la universidad debe seguir siendo católica. ¿Con marcial Rubio no lo es?

Es católica. Marcial Rubio es un católico de toda la vida y yo digo en ese artículo que estaría negándome a mí mismo, a lo que ha sido mi vida, que ya casi llega a 70 años, y a mis 43 años de profesor de la universidad, si no quisiera que la universidad continúe siendo católica.

Escribió que “creen que ser católico es seguir al cardenal (Juan Luis) Cipriani en todos los temas”.

Bueno, yo no sigo al cardenal cuando habla de política, yo no sigo al cardenal cuando se mete en el ámbito de la universidad, pero si comienza a hablar en términos pastorales, como cualquier católico de Lima, lo sigo.

Finalmente, escribió que, con algunos pequeños ajustes, la universidad cumple con la normativa del Ex Corde Ecclesiae.

La Católica está cumpliendo prácticamente con todo ese documento que pertenece al Vaticano, pero lo que ha hecho el cardenal Cipriani es retirar a sus miembros, porque él quiere más, él quiere manejar los bienes, él quiere intervenir en la herencia de Riva Agüero, él quiere someter a la universidad, y eso va en contra de la razón de ser de la universidad.

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Elecciones PUCP: La trampa del cambio

Un colega, profesor como yo, a quien no tengo el gusto de conocer, me envió un correo que motiva este artículo. Pide mi voto con dos argumentos: que es necesario cambiar y que quiere que sigamos siendo Pontificia Universidad Católica del Perú.  La ambigüedad de la propuesta me obliga a escribir lo que pienso y a pedir reflexión a todos los que participaremos en estas elecciones votando donde nos corresponde.

La palabra cambio es ambigua si no se dice hacia dónde se va. Siempre cambian la sociedad y las instituciones pero proponer un cambio exige sustentar en qué consiste y aquí hay silencio.  Buscar el cambio puede ser simplemente reemplazar personas pero plantearlo no es inocente. Por eso la segunda afirmación explica el sentido de esta propuesta, que no es solo la de un profesor

Cuando pide que voten por él los que quieren que sigamos siendo PUCP, está afirmando que los demás y en particular la lista que encabeza el Rector Marcial Rubio no tiene ese objetivo. Eso es una falsedad.  Esta afirmación devela las intenciones de esta corriente que participa con todos los derechos en las elecciones, pero que es evidente que confunde Iglesia Católica con el Arzobispo Cipriani y que el cambio que propone pondría a la PUCP de rodillas ante sus intentos de someter a la Universidad, manejar sus bienes y sesgar su actividad académica y administrativa que por esencia universitaria son autónomas.  He estudiado íntegramente la Ex Corde Ecclesiae y es evidente que la interpretación del Arzobispo Cipriani no es la única y que la PUCP con pequeños ajustes cabe en su normativa.

La encrucijada de la PUCP está definida por lo que es y se va a resolver en diálogo con la comisión cardenalicia. Los que están planteando que cambie el rectorado quieren desarmar a la Universidad y revertir el proceso. No les puedo aceptar que se apropien de lo católico porque estaría negando todo lo hecho en mi vida que ya llega a los 70 años de los cuales 43 son como profesor de la PUCP.  Creo que están confundidos, creen que sólo se es católico siguiendo en todos los temas –no sólo en el campo pastoral que le es propio- al Cardenal Cipriani.

20140526-campus_pucp1.jpg Fuente de la foto

Muchos actores de hoy creen que la PUCP siempre ha sido como es hoy con la tolerancia y el pluralismo que hace posible la actividad académica. A ningún profesor ni alumno se le excluye por sus ideas y se discuten todas.  Se respetan las opciones y se busca crear una cultura democrática que es nuestro mejor aporte a la sociedad de hoy. Los católicos no tenemos privilegio alguno porque todos los universitarios somos iguales y obviamente reclamamos el mismo respeto que ofrecemos a los demás.  Estas características de la PUCP se han consolidado en esta generación, incluyendo este rectorado y varios anteriores. Estoy en la Universidad desde 1962 y he vivido los cambios, he conocido actitudes autoritarias y excluyentes que han ido desapareciendo. Por eso la PUCP es lo que es.

Negarle al Rector Rubio y a su equipo rectoral el mérito de haber conducido con firmeza la defensa de nuestra autonomía en los últimos años es infantil en unos casos y sesgado, en otros por una visión de Iglesia que está siendo superada por actos y gestos del Papa Francisco. Entre los primeros, veo a estudiantes que se creen de izquierda porque critican sin optar y le hacen el juego a las posiciones que están más distantes de ellos y que de ganar, les cerrarán espacios. Me recuerdan a sus antecesores en la década del 70 que cuando ganaron la FEPUC desmantelaron todo el esfuerzo que hicimos antes y que llevó, junto con el de profesores jóvenes de entonces, a proponer Estudios Generales, sistema escalonado de pensiones, formas democráticas de participación e iniciativa y hasta apertura de nuevas carreras. 

Peor es la crítica falaz que pretende –lo he escuchado en alumnos muy radicales- sostener que el rector Rubio no ha defendido la autonomía.  Ven la autonomía en abstracto y no comprenden que sólo se puede entender la PUCP en el seno de la Iglesia pero abierta a todos y que la autonomía no es incompatible con la participación de sus representantes que, además, ya está bien establecida en el Estatuto. Han dicho, sin prueba ni razón, que el rector ha hecho una maniobra para reelegirse después de haber anunciado que no participaría.  ¿Es que tenía poder para manipular al Papa? Hay ceguera en no entender y una costumbre que viene de la política de satanizar al adversario. Qué pena que haya jóvenes tan viejos.
               

Confío en que no se juntarán estos extremos y todos reconoceremos y apoyaremos la continuidad de lo hecho en forma valiente por este rectorado. El momento actual requiere de unidad, postergando particularismos y dejando para después las aspiraciones personales. El rector ha dado el ejemplo al declarar que renunciará cuando concluya  el diálogo con la comisión cardenalicia y se resuelva el conflicto abierto por el Arzobispado. Soy optimista y confío en que así será.

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No hay que judicializar la política

En el entrampamiento de la llamada Mega comisión hay un problema de fondo. Se está judicializando la política hasta en el lenguaje que se usa, algo que se agrava  desde la Constitución 1993 que se ha convertido en costumbre.  Las comisiones investigadoras tienen un objetivo fundamental: que la ciudadanía conozca lo que pasó y pueda hacerse una opinión, razonando sus decisiones políticas. La acusación constitucional es una manera “penalista” de hacer que el alto funcionario pierda la protección constitucional que impide actuar al ministerio público y al Poder Judicial y abre la puerta para que sea acusado y juzgado por éstos.  La carta de 1979 no obligaba al Fiscal de la Nación a acusar penalmente ni al Juez Supremo a abrir instrucción tras la acusación del Congreso.  Lo hizo la carta de 1993 porque el poder del partido aprista en el Ministerio Público y el Poder Judicial se evidenció  en los primeros años de la década del 90. Pero esa norma va contra del principio de la  división de poderes y no se ha podido cambiar porque lo impidieron los mismos personajes que hoy están involucrados: se corregía en el dictamen por consenso presentado por la Comisión de Constitución del 2001.

El parlamento no está para enjuiciar y cuando investiga sus conclusiones no obligan al juez. Está para informar a la ciudadanía y hacer el debate político.  Estoy seguro que a eso le tiene más miedo Alan García y cualquier político con aspiraciones. Pero el uso del lenguaje judicial ha facilitado que los jueces se metan en el terreno del parlamento, que es un poder autónomo de ellos.  Es obvio que hay exigencias mínimas de procedimiento pero estás deben regularse en el Reglamento del Congreso que es Ley de la República y debe ser preciso e impedir que los jueces pretendan imponer sus reglas al Congreso de la República.

Si revisamos el Reglamento del Congreso ninguna Acusación Constitucional depende de una conclusión de una Comisión investigadora.  Son los congresistas los que formulan acusación y va a una comisión especial con un trámite especial que llega al pleno vía la Comisión Permanente. Pero las Comisiones investigadoras en este gobierno y el anterior centran su imagen ante la opinión pública en la acusación constitucional que puede comenzar o no después de su dictamen e incluso puede iniciarse sin que la investigación haya concluido.   Olvidan que su objetivo primordial es presentar los hechos y su opinión ante la ciudadanía y al hacerlo no deben pretender calificarlos en lógica penal: basta con que los califiquen como lo que son y que del debate quede claro el daño hecho y los que pueden ser responsables.  La acusación constitucional tiene requisitos mas precisos y lo ve otra comisión, distinta de la que investiga.

También es un error pretender  inhabilitar para el ejercicio de la función pública a un ciudadano porque hay indicios de delito si no ha sido juzgado.  La infracción constitucional que no proviene de un delito es otra cosa.  En los regímenes democráticos, además,  no se usan estos métodos contra posibles candidatos presidenciales porque la imagen que queda es que la ciudadanía no pudo decidir porque le impidieron participar a ese candidato.  Es obvio que en esta materia los tiempos hoy son diferentes: no estamos derribando un régimen autoritario que tenía potentes armas.  El artículo 100 de la Constitución debe ser cambiado: el Fiscal existe para acusar y el juez para instruir y sentenciar. El Congreso no es juez y la inhabilitación viene después de la sentencia, no antes como lo permite este artículo. Tan conscientes  estaban al elaborarlo  que el artículo dice que se recuperan los derechos si la sentencia lo exculpa.  Es decir se aplica la inhabilitación y luego se juzga. Aunque se devuelvan los derechos hay un tiempo en que se hizo daño injustamente. Felizmente en ese Congreso se le trabó la redacción a la mayoría fujimorista, en mi opinión por voluntad del Presidente y Vicepresidente de la Comisión de Constitución y no pudieron aplicar la pena de muerte como propugnaban sus mas radicales voceros. ¿Qué le devolverían después de muerto?

Hay que empoderar al Parlamento: no es una sucursal sometida a la judicatura , su campo es la política y el ejercicio de la representación, algo que se está olvidando.

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¿Un gobierno chantajeado para indultar a Fujimori y tapar la corrupción de García?

Diario 16

¿Un gobierno chantajeado para indultar a Fujimori y tapar la corrupción de García?

** Excongresista Henry Pease advierte que si el Gobierno no escoge los elementos adecuados para su gabinete, dejará un mayor margen para “maniobras que buscan la impunidad”

El expresidente del Congreso Henry Pease sostuvo que la polémica desatada por el quinto gabinete ministerial es consecuencia de la crisis anterior que produjo el jefe de Estado, Ollanta Humala, cuando ‘maltrató’ al expremier César Villanueva para apoyar la ‘intervención’ de la primera dama, Nadine Heredia.

Sin embargo, Pease advirtió que la oposición del Congreso buscará aprovechar este mal momento del Gobierno para coaccionarlo a fin de que otorgue importantes beneficios a favor de los expresidentes Alan García y Alberto Fujimori, ambos con serios problemas judiciales y cuestionados por irregularidades en sus anteriores regímenes.

“Esta segunda crisis, en un Congreso acostumbrado a la práctica del chantaje, pone en primer plano los objetivos del fujimorismo y el Partido Aprista: excarcelar a Fujimori y ocultar la corrupción del gobierno de Alan García investigada por la Megacomisión”, argumentó.

El reconocido doctor en Ciencias Políticas lamentó el papel que vienen jugando estos parlamentarios, que, lejos de mostrar un voto en contra del llamado “gabinete Cornejo”, prefieren abstenerse por temor a la disolución del Congreso.

“Lo que ocurre ahora es que los congresistas que no son del gobierno ven que esa crisis les permite arrinconar al Gobierno, y como no tienen la valentía de afrontar que a la siguiente los despidan constitucionalmente, se abstienen. La maniobra de Abugattás salvó la legalidad constitucional del gabinete, pero no su legitimidad. Era lo único que podía hacer la primera mayoría congresal por su desvencijado proyecto nacionalista”, explicó el exlegislador.

ALAN, EL BENEFICIADO

Pease dejó en claro que esta crisis del gabinete deja prácticamente la mesa servida al aprismo para conseguir que Alan no sea “castigado” en el ejercicio de sus derechos políticos. Pero exhortó a que las irregularidades de su último régimen no queden fuera del escrutinio público.

“La ciudadanía debe saber, antes de las elecciones, sobre sus responsabilidades en los ‘narcoindultos’, en los negocios delatados por los petroaudios y en las maniobras para impedir la judicialización de todo esto”, indicó.

Henry Pease advirtió que además de estos posibles chantajes, el Gobierno debe escoger elementos adecuados para que no terminen por quitarle legitimidad al Ejecutivo.

“Si el Gobierno licencia a este gabinete o a una parte y presenta otro, no se acerca a la disolución. Si no lo hace tras la votación del lunes, que busca legalidad (pero no logrará legitimidad), habrá mayor margen para estas maniobras que buscan la impunidad”, puntualizó.

EL DATO: Pease señaló que la figura del premier no puede servir para ser vocero de la esposa del presidente ni ser desautorizado por ella

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