Henry Pease, el promotor del desarrollo

Por: Luis Miguel Saravia

Muchos de los profesionales jóvenes que pasaron por la Universidad Católica recuerdan a Henry Pease como académico, como profesor universitario y todos (jóvenes y no tan jóvenes) hemos sido testigos de su participación en la política nacional. En esta semblanza quisiera recordarlo como compañero de trabajo en una experiencia de promoción al desarrollo.

Henry Pease perteneció a una generación de jóvenes que de los 70 en adelante hablaba a nombre de los que no tenían voz, que fue pasando de manera comprometida de la teoría a la práctica, de la declaración a la identificación con nuestro país diverso, desarticulado, que vivía una transformación desde arriba (gobierno de Velasco).

Lo conocí a Henry cuando fui convocado por él a formar parte de un equipo técnico que debería realizar un diagnóstico de la realidad del Valle del Santa en Ancash, lugar donde DESCO empezaba a desarrollar un programa de promoción y desarrollo después del terremoto del 70, dirigido a la población del Valle para “no reconstruir la pobreza”, como decía la fundamentación del proyecto.

Desde la primera conversación Henry se me presentó como un técnico y político. Como un técnico que desde la sociología quería aportar al desarrollo del Valle del Santa haciendo realidad lo determinado políticamente por el gobierno de entonces: la constitución de una Central de Cooperativas Agrarias del Valle. Y como un político, que mediante análisis semanales de la realidad tomaba decisiones en equipo sobre la estrategia a seguir.

Análisis, docencia, praxis, todo en uno en reuniones prolongadas, visitando la realidad, conversando con los campesinos, con dirigentes, con autoridades. Luego transfiriendo todo el conocimiento, reflexiones y decisiones en documentos que nos servían para el quehacer cotidiano.

Allí vimos y experimentamos cómo de la teoría se pasaba a la práctica. Desde el mundo de la teoría al de lo cotidiano, con todas sus contradicciones y complejidades. El cuaderno de notas era el registro cotidiano que debería contener datos de la realidad, reuniones, conversaciones, contenidos, decisiones y compromisos con la organización campesina, con los actores y protagonistas del trabajo cotidiano. Recorrer semanalmente las cooperativas era la rutina que nutría de reflexiones y contenidos el frío programa de trabajo. Allí se establecían prioridades, agendas, estrategias en función de un fin último: el derecho del campesinado del Valle.

En mi caso, responsable de lo educativo, la tarea consistía en capacitar a los campesinos sobre cooperativismo, sobre sus derechos, sus obligaciones, trascendiendo lo puramente reivindicativo. Se lograron organizar en el Valle unos 530 círculos de estudio en 6 cooperativas. Estos círculos, coordinados por un promotor asesor del comité de educación in situ funcionaban semanalmente.

La capacitación política no era partidaria, sino de esclarecimiento en torno a la coyuntura política que se daba en la ciudad y en el campo: en Chimbote y en el Valle. Una enseñanza en la práctica de manera persistente, cotidiana. Actores en presencia, coyuntura y acciones para el trabajo técnico eran los tópicos que debíamos desarrollar tanto los promotores como los ingenieros agrónomos, economistas, sociólogos y otros profesionales. Reflexión y enseñanza permanente. Firmeza en las decisiones y claridad en la hoy llamada rendición de cuentas.

Don Jorge Noriega Cardozo, fue el campesino eventual, no afiliado a ninguna cooperativa del Valle del Santa, pero desde el primer momento que llegó DESCO al Valle se identificó con los objetivos del proyecto y colaboró en reconstruir la historia agraria de las haciendas de la zona. Don Jorge era de fácil palabra y poeta espontáneo, natural, épico y sentimental. Su imagen enjuta, armado con su lampa al hombro, su alforja y bien fajado como los campesinos que se estiman “acompañaba” el agua desde la compuerta inicial del río Santa, hasta las parcelas bajas del Valle. Un personaje que en estos últimos años fue protagonista de la historia de los que sufrieron la violencia, al buscar incansablemente los restos de su hijo detenido en Santa y desaparecido por una patrulla llegada desde Lima.

Don Jorge no solo era dirigente natural y con prestancia en los campesinos del Santa. Además de sus dotes oratorias y su inteligencia política fue artista y cantor de las gestas que se dieron en este histórico valle. Henry lo conoció y valoró que era idóneo para que se constituyera en un aliado estratégico para las acciones del programa. No se equivocó. Fue el soporte campesino, que con el manejo del lenguaje directo y con palabras sencillas, entendidas por todos llevaba el mensaje político y técnico. Por ello fue el primer presidente de la Central de Cooperativas del Valle del Santa.

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Comprender el quehacer campesino desde su propio entorno y necesidades fue la tónica que instituyó Henry en este trabajo de promover el desarrollo.

Muchos conocimientos y tareas nuevas aprendimos en el trabajo cotidiano el equipo de técnicos que desarrollamos las actividades programadas: planificación de los cultivos de parcelas, establecimiento de las tareas de labranza, los costos de la parcela y otros relacionados con el quehacer agrario. Había que explicar estos contenidos que el campesino desarrollaba mecánicamente y que no se había preguntaba en qué consistían y como concurrían todos a la formación del capital, que luego sería negociado con el Ministerio de Agricultura y el Banco para los préstamos correspondientes. Todo ello, desarrollado en asambleas cooperativas y en los círculos de estudio, generaba nuevos conocimientos y aprendizajes que les daba a los campesinos argumentos para sustentar sus demandas relacionadas con ajustes en el jornal y otros derechos..

Comprender el quehacer campesino desde su propio entorno y necesidades fue la enseñanza que a través de la planificación, las reuniones de intercambio y el compartir conocimientos, fue la tónica que instituyó Henry en este trabajo de promover el desarrollo.

El enfoque educativo desde la vertiente de Paulo Freire, en esos momentos cuasi clandestino, como una manera de desarrollar una educación de adultos diferente donde se hacía realidad aquello de “aprender a conocer críticamente la realidad”, lo tomamos como consigna sin ningún reparo, sin alzar ninguna bandera político partidaria. Así era de permisivo Henry, pues confiaba en el compromiso profesional y la identificación con los que más necesitábamos. Era una forma de comprometerse con la utopía de la que tanto discutíamos y hablamos en las reuniones después de trabajo, cuando se llegaba de las reuniones y se hacían los informes.

Complementando este trabajo arduo, junto con el equipo de promoción se diseñaron actividades a manera de constituir un movimiento cultural desde los campesinos. Boletines, Hojas de Información Técnica, fueron las primeras acciones que semanalmente se hacía llegar a todos los campesino; luego a pedido de ellos la proyección de películas que compartíamos con otras organizaciones de Chimbote. Las discusiones luego de las proyecciones fueron un instrumento que permitió hacer que los campesinos perdieran el miedo de expresar sus ideas frente a sus compañeros. No se trataba de un lenguaje sindical, gremialista, se trataba de manejo de sus expresiones cotidianas para fundamentar un parecer, una idea. Todo esto fue posible, pues desde la dirección había el respaldo y comprensión: la educación unida a otras tareas era el motor del desarrollo que se requería. Faltó tiempo, para consolidar la organización campesina esclarecida. El programa concluyó y las decisiones políticas externas no permitieron proseguir el trabajo.

Henry fue el constructor institucional del proyecto que fue DESCO Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo. Una institución atípica que no se dedicaba sólo a la investigación sino a tener proyectos de promoción del desarrollo en las zonas más deprimidas del país. Santa, Huaral, Huancavelica y Colca (Arequipa) pueden dar testimonio del paso institucional.

En la institución se congregaron profesionales y estudiantes universitarios de diversas disciplinas. La organización era dinámica y las decisiones en el marco institucional eran tomadas en asamblea general de socios. En la gestión de Henry DESCO llegó a ser la ONG nacional que mayor cantidad de relaciones tuvo no solo en el país sino en el mundo. Henry colaboró con un grupo de científicos sociales del país y de Latinoamérica a constituir CLACSO, que hasta el día de hoy sigue vigente.

Hasta aquí un recuerdo a vuelo de pluma sobre un amigo y un personaje que ha marcado la historia nacional como político, pero que como científico social y comprometido con el desarrollo del país, aportó mucho a la comprensión de la realidad nacional. Para muchos Henry parecerá contradictorio, hosco, poco comunicativo; para los que lo tratamos cotidianamente en el trabajo, en el campo como en la oficina, un hombre que sabía escuchar, en permanente cuestionamiento de las decisiones, buscando siempre la mejor manera de hacer las cosas, sin descuidar lo personal. Henry Pease estará en el recuerdo permanente de lo que es un ser imprescindible para nuestro país.

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