
Fue un político caballeroso. Convencido de que la honestidad, al margen de las opciones ideológicas, es indesligable de toda acción política, y que toda acción política es artificial si no encuentra entre sus componentes la contribución de lo profesional y lo técnico.
Fue un hombre de principios. Incluso los puso, en un momento determinado, por encima de sólidas amistades personales; como cuando fue candidato presidencial de Izquierda Unida, rivalizando con el propio Alfonso Barrantes, del cual fue principal sostén y brazo en la Municipalidad de Lima.
En la Izquierda somos muchas veces gentes de corta memoria, y todavía de más corto reconocimiento y gratitud. Somos tributarios de cierto autismo político que no pocas veces nos dificulta valorar mejor lo que está más allá de nuestras fronteras y nos revolvemos en nuestras propias cosas por sectarismo, ignorancia o meros afanes electorales.
Necesitamos ver más allá de nosotros mismos y es seguro que hallaremos terreno fértil, gentes y colectivos que estarán gustosos de batallar juntos por el Perú.
La muerte de Henry Pease debe hacernos reflexionar sobre cómo desperdiciamos hoy mismo tiempos y oportunidades. Un abrazo final, apreciado compañero y amigo. Los que aquí quedamos, tenemos todavía muchas deudas por saldar.