Shutdown

Todo va bien, estás tranquilo respondiendo correos y de un momento a otro sientes tus amígdalas palpitar y entonces sabes lo que viene sabes que va a pasar de nuevo. Segundos después se abre un vacío por dentro. Buenas tardes, Derrumbe, supongo que ya nos tocaba juntarnos de nuevo.

Sales. Da igual a donde sea. Caminas porque caminar te relaja porque caminar te limpia porque caminar siempre funciona. Caminas y te pones a sonreír nerviosamente porque no conoces otra manera de desfogar esta carga de ansiosa angustia o de angustiante ansiedad o de angusiosa ansiante o de lo que sea que fuere ya que no hay palabras para describir esto con acierto. Y te pones a pensar, a tratar de identificar qué motivo en particular ha causado esto. Las peores veces son en las que no hay alguno, como hoy, entonces sientes que estás fallando en todo que te estás equivocando que desde hace años vas tomando decisiones incorrectas que, que, que. Yo debí yo pude yo hubiera, conjuros de mierda que sabes que son dañinos pero que recitas sin miramientos. En el punto más bajo todo deja de tener sentido, tu persona, tus acciones, las cosas, se vuelven nada. Nada. No hay nada. Soy nada. No valgo nada. Y es tan insignificante todo que no tiene sentido si quiera cuestionar, refutar, contraargumentar. Si se va a demoler, para qué intentar proteger.

Pero poco a poco, porque nada es eterno, el episodio acaba. 25 cuadras después te vuelves a sentir en calma. Ya pasó. Estás por cerrar el tema pero te das cuenta de que cada vez tienes que caminar más para lograr estar en paz. Entonces entiendes que cada vez estás peor, que ninguna ayuda ha funcionado, y que esto no tiene solución.

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