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Comparison

Espero mi uber, para lo que se paga en esta ciudad el carro debería aparecer de inmediato pero la app dice que llega en ocho minutos. Se acerca un homeless, me pide dinero y yo le doy un par de dólares, él dice thank you y entonces lo miro y asiento, pues no es usual que te agradezcan. El tipo se queda a mi lado y ya estoy a punto de preocuparme cuando me pregunta si por favor puedo invitarle un cigarro. Sonrío, le entrego uno y mientras da la primera pitada me dice que necesitaba eso. Le digo que la vida es bastante jodida y se queda callado por unos segundos para luego decir it is man, it is.

Entonces comienza a hablar. Sin mirarme. El tipo mira la vereda del frente, como esperando poder cruzar. Yo también hago lo mismo. Y habla sobre su hermana, sobre esa perra que, entiendo, no ha honrado una promesa que le hizo. Habla de pigs y de cops y de que algo es una fucking comedy. La verdad es que entiendo solo la mitad de lo que dice, pero sé que habla de cosas que duelen.

Llega el uber. El tipo sigue hablando. Qué ganas de prender otro cigarro e invitarle también uno más y que sea mi turno de tomar la palabra. Una pena, ya no hay tiempo. Me acerco al carro, el tipo se queda callado, pero antes de subir volteo y le digo que yo también tengo problemas, y sí, los míos son nada comparados a los suyos.

Pero son los míos.

(Dis)regard

Me caes muy bien si estás sobrio pero cuando llevas unos tragos encima aflora una vena de soberbia que no tolero. Puedo conversar con egocéntricos, con excéntricos, con patanes pero no puedo soportar ese discurso altanero que busca ponernos por encima del resto —¿debería sentirme halagado de que hables en plural?—. Tuvimos suerte, imbécil, tuvimos suerte y el esfuerzo empeño sacrificio que hicimos no nos hubiera llevado a nada de no ser por los privilegios que tuvimos. Pero no, no te voy a decir esto, mejor me río cortésmente y me abro paso porque no pienso gastar ni un segundo de mi tiempo intentando hacerte ver este defecto. Y además, quién soy yo para hacer ello.

Glimpse

Me dices hola cómo estás y yo te digo mal y me miras con sorpresa, tu pregunta fue por cortesía y mi respuesta no encaja dentro de la fórmula estándar. Dudas, pero me preguntas por qué qué pasó y en esos segundos entiendo que podría confiar en ti pero no lo haré porque, como siempre, prima la tendencia de autosabotearme innecesariamente. Entonces sonrío y te digo que estaba bromeando y tú dices qué alivio y que ya nos vemos pronto y entonces nos despedimos pero en esa última mirada siento que en realidad no me crees, que sabes que estoy jodido.

Shutdown

Todo va bien, estás tranquilo respondiendo correos y de un momento a otro sientes tus amígdalas palpitar y entonces sabes lo que viene sabes que va a pasar de nuevo. Segundos después se abre un vacío por dentro. Buenas tardes, Derrumbe, supongo que ya nos tocaba juntarnos de nuevo.

Sales. Da igual a donde sea. Caminas porque caminar te relaja porque caminar te limpia porque caminar siempre funciona. Caminas y te pones a sonreír nerviosamente porque no conoces otra manera de desfogar esta carga de ansiosa angustia o de angustiante ansiedad o de angusiosa ansiante o de lo que sea que fuere ya que no hay palabras para describir esto con acierto. Y te pones a pensar, a tratar de identificar qué motivo en particular ha causado esto. Las peores veces son en las que no hay alguno, como hoy, entonces sientes que estás fallando en todo que te estás equivocando que desde hace años vas tomando decisiones incorrectas que, que, que. Yo debí yo pude yo hubiera, conjuros de mierda que sabes que son dañinos pero que recitas sin miramientos. En el punto más bajo todo deja de tener sentido, tu persona, tus acciones, las cosas, se vuelven nada. Nada. No hay nada. Soy nada. No valgo nada. Y es tan insignificante todo que no tiene sentido si quiera cuestionar, refutar, contraargumentar. Si se va a demoler, para qué intentar proteger.

Pero poco a poco, porque nada es eterno, el episodio acaba. 25 cuadras después te vuelves a sentir en calma. Ya pasó. Estás por cerrar el tema pero te das cuenta de que cada vez tienes que caminar más para lograr estar en paz. Entonces entiendes que cada vez estás peor, que ninguna ayuda ha funcionado, y que esto no tiene solución.