Ética e Interés

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Atracción entre ética e interés

Mi amiga y colega Susana Frisancho, psicóloga de la PUCP especializada en temas de desarrollo moral, escribe en su blog lo siguiente:

Mi amigo Francois Vallaeys y yo discutimos siempre respecto a si existe o no compatibilidad entre ética y empresa. Yo soy una convencida de que por más intentos que se hagan de ligar ambas cosas -y reconozco que algunos son serios y bien intencionados- en algún nivel más o menos profundo según el caso ética y empresa son conceptos (y realidades) incompatibles. Dentro del contexto de la Responsabilidad Social de las empresas, por ejemplo, Francois opina que no importa la razón o motivación por la que una empresa decide incorporar prácticas éticas. Lo importante es que lo haga, pues ya la mera acción es ética. Pueden leer su posición aquí. Yo discrepo con él en esto pues que las motivaciones de las personas no importen me preocupa, y muy profundamente. Aunque entiendo que es mejor que alguien “se porte bien” aunque sea por intereses mezquinos (o porque lo obligan) a que no lo haga, también entiendo que cuando las motivaciones no son genuinas, los comportamientos no perduran… además de que para mí solo una motivación y justificación ética convierte en ética a la acción, la que no puede ser nunca ética por sí misma. Por lo tanto, además de fortalecer los sistemas legales y la vigilancia ciudadana para forzar a “portarse bien” a los que no desean hacerlo, también -y aquí está mi sesgo psicológico- me preocupa, y mucho, qué pasa con los sistemas motivacionales, afectivos y cognitivos de las personas para que aquellos que desean vivir una vida al margen de la ética empiecen a desearlo cada vez menos.

Esta interesante crítica me permite precisar lo que entiendo por “ética de tercera generación”.

Desde un enfoque de “ética personal” (ética de primera generación) Susana tiene razón: solo una motivación ética convierte en “buena” la acción. Kant ha escrito al respecto páginas definitivas en su distinción entre actuar “conforme al deber” (actuar rectamente pero con cualquier otro motivo) y actuar “por deber” (actuar rectamente con voluntad de actuar bien, por respeto al deber moral mismo). Efectivamente, si yo ayudo a una persona ciega a cruzar la calle porque mi enamorada me está mirando y quiero que me admire, mi acto no es moral, es un acto interesado que utiliza un comportamiento moral (ayudar a mi prójimo) para lograr un propósito finalmente personal y egoísta. Lo que me motiva es “el amor a mí mismo” como dice Kant. Por eso, en un enfoque ético así, a fin de cuentas, la ética y el interés terminan siempre por entrar en conflicto, y es sólo cuando he superado mi sometimiento a mi egoismo que accedo al ámbito de la buena voluntad, de la autonomía moral, con intenciones realmente morales.

Pero el mismo Kant distinguía nítidamente en su filosofía moral la parte individual (búsqueda de la virtud) de la parte colectiva, jurídico-política (búsqueda de la justicia), para la cual ya no pensaba necesaria una motivación moral para que el acto sea bueno: “la solución del problema político (de instituir una sociedad justa) es posible incluso para un pueblo de demonios, con tal que tengan un poco de inteligencia” declara Kant en su ensayo sobre la Paz Perpetua. Y resalta en su filosofía jurídica que la gran distinción entre Derecho y Etica es que puede existir una coacción externa para que el derecho se acate (el miedo a la carcel por ejemplo) mientras que para ser virtuoso, sólo puede existir una coacción interna (forzarme a mí mismo a querer el bien por el bien).

Ahora bien, es preciso ver que lo que yo llamo “ética de segunda generación (ética social de búsqueda de la justicia)” y “ética de tercera generación (ética global de búsqueda de la sostenibilidad)” entran en la segunda categoría de las “éticas políticas” en cuanto sus deberes e imperativos categóricos (sus principios universales) NO NECESITAN de una automotivación a la bondad por la bondad para realizarse, sino que pueden utilizar incluso el INTERES EGOISTA para instituirse: Un dictador aceptará reformas democráticas para que no lo linchen, un pueblo defenderá la democracia para comer más pan, una sociedad se volverá más ecologicamente sustentable para no arriesgar escasez de agua, una empresa será socialmente responsable para consolidar su posición en el mercado, etc. En todos estos casos, un progreso moral (mayor universalización de los patrones de convivencia) se consigue gracias al interés particular bien entendido (los demonios tienen que tener inteligencia al menos!). Es lo que Kant llama la “astucia de la naturaleza” (que utiliza su contrario para lograr su fin) y que Hegel le retomará para pensar su famosa “astucia de la razón”.

Se me podría objetar: “Pero entonces, lo que tú llamas “ética de 2da y 3ra generación” no es propiamente “ética” sino meramente “política”, reservemos la palabra ética para los asuntos de la buena voluntad personal“. Mi respuesta es ¡No!, por varias razones:

1. La búsqueda de la Justicia y la de la Sostenibilidad tienen sus leyes morales , sus imperativos categóricos, al igual que la Bondad. El hecho de que puedan utilizar el interés egoísta para lograr su realización no disminuye la validez moral universal de sus principios: “buscarás la justicia y la paz” “buscarás la sostenibilidad de tu modo de vida”, son imperativos categóricos que DEBEMOS acatar, cual sea nuestra motivación para hacerlo.

2. Es obvio que lo que le interesa a la moral es la efectividad de los comportamientos rectos: que haya más paz entre nosotros, menos fechorías, etc. Y esto, no se logra meramente con la purificación de las intenciones personales, sino con toda una serie de estrategias astutas en el entorno de las personas que desalienten el mal comportamiento y promuevan el buen comportamiento. Es importante recordar en ese sentido que Ethos significa al origen morada. La ética es la reflexión acerca de cómo debemos organizar la morada, reflexión estratégica sobre el clima, la ambientación, el acondicionamiento del entorno, que va a facilitar los buenos comportamientos y dificultar los malos. No es propiamente una reflexión sobre la pulcritud del corazón (que es más un problema religioso que un problema ético). Por eso, invito a mi amiga psicóloga a ver la problemática ética menos en términos psicológicos individuales y más en términos sociológicos sistémicos.

3. Reducir la ética a una problemática meramente personal es una estrechez finalmente desesperante, porque no tendríamos más remedio para actuar a favor de un mundo mejor que de esperar la iluminación divina de todos los corazones: la ética ya no se podría ni enseñar, ni operar, ni gerenciar, sería un inefable íntimo que algunos tendrían y que otros no, y todos nuestros esfuerzos educativos, políticos, administrativos, pedagógicos, jurídicos, gerenciales, se perderían en el misterio intocable de la “buena voluntad”.

4. Los grandes problemas de hoy son todos sistémicos: piden más responsabilidad por las consecuencias y más gestión de los impactos colaterales que un mero control de la pulcritud de las intenciones. Por eso deben de ser tratados a partir de una ética renovada, más sistémica que personal, tomando en cuenta el principio de la “ecología de la acción” (Morin). Ver artículo aquí.

Para volver a lo que dice Susana, es verdad que las motivaciones importan, y que más vale confiar las reformas sociales y globales a personas bien intencionadas y automotivadas a la justicia y a la sostenibilidad, que a demonios inteligentes. Pero esto no debe significar que vamos a apostar para que todos tengan buenas intenciones (un mundo de ángeles), ni que ética e intereses son incompatibles. Más bien, seamos astutos, utilicemos las escasas buenas intenciones de hoy para conseguir una masa crítica que permita instituir hábitos, leyes, reglas, barreras y coacciones que vayan impidiendo mañana que los que no tienen buenas intenciones puedan seguir operando con facilidad y éxito. Esto es toda la estrategia de la Responsabilidad Social: en el inicio, unos pioneros conciben y acatan los buenos comportamientos organizacionales. Después van creando estándares y seguidores entusiastas. Después, estos estándares se vuelven moda, luego prestigio, luego hábito, luego obligación. Y al final todo el mundo los sigue! Miremos cómo, por ejemplo, la noción de “derechos laborales” y “vacaciones pagadas” ha ido ganando y universalizándose (falta mucho todavía, por supuesto, pero comparemos por favor la situación actual con la del siglo XIX). No fue por buena voluntad filantrópica de los empresarios (aunque algunos sí también), y sin embargo, hoy los empresarios pueden incluso utilizar medidas de bienestar laboral de sus trabajadores para conseguir mayor rentabilidad y calidad en su empresa. Entonces, ética e interés pueden convivir, felizmente!

Otra cosa. Cuando Susana dice: “cuando las motivaciones no son genuinas, los comportamientos no perduran”, tiene razón mientras no hemos acomodado el entorno (estrategia ética de 2da y 3ra generación) para que los comportamientos perduren aunque no haya motivación genuina. Esto se llama instituir costumbres, reglas y leyes… y éstas permiten al final: “que aquellos que desean vivir una vida al margen de la ética, como dice Susana, empiecen a desearlo cada vez menos”, porque ven por todos lados que si tienen un comportamiento oportunista (free rider) no les va a ir bien: van a perder a sus amigos, van a tener problemas legales, van a tener menos éxito social, etc. Claro que lo mejor es tener a personas que puedan acatar el deber moral por deber, pero no nos ilusionemos con las personas que no lo quieren. A ellas, lo mejor es de demostrarles que deben seguir el deber como un imperativo hipotético: “Si quieres que tus intereses no se frustren, entonces sé moral y cumple con tus deberes”.

En ese sentido, yo sí tengo fe en que la Responsabilidad Social de las Organizaciones no es una moda pasajera, sino algo que ha venido para quedarse, que los Tratados de Libre Comercio van a dinamizar muy rápidamente en nuestro medio todavía desconfiado, tibio y envuelto en una mala lectura filantrópica de primera generación que lo confunde todo más que ayuda a aclarar las cosas (porque siempre nos pide una moral concebida como sacrificio abnegado, por lo que al final, el único resultado es de hacer de la moral un blablabla ineficiente y un engaño: “peco pero rezo, entonces empato”). La transformación paulatina de la filantropía en responsabilidad social es una buena noticia. Significa que la moral entra en el corazón de la gestión de las organizaciones, y deja de ser un asunto marginal de gasto social de las sobras. Yo vislumbro un presente y un futuro cercano en el que ser socialmente responsable será un excelente negocio, porque hacer negocio de otro modo será cada vez más despreciado por las personas y prohibido por las leyes.

Gracias Susana! sigamos buscando juntos!
François Vallaeys

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11 pensamientos en “Ética e Interés

  1. María Teresa Trachitte

    Me siento tan representada por lo que expresa Susana como por las argumentaciones de François.
    Constantemente me debato entre esos dos aspectos: si asumir la ética de la 3ra generación no implica instituir una ética de la externalidad (ésto pensando contrafácticamente),reducir la acción a la estrategia, a la calculabilidad, es decir, que sustituyamos el valor de la convicción y concienca personal (motivación ) por la habitualidad que se impone y transgredirla significaría la exclusión social. De hecho que, cuando se piensa en una ética, no se está pensando en adoptar una norma social, sino en entender que la morada, las tradiciones y creencias que vamos instituyendo tienen un valor formador o deformador. De allí que con sólo ser buenos ciudadanos no es suficiente, se requiere de algo más y creo en esto radica el plus que otorga la singularidad convencida. Las conductas no pueden desprenderse de una visión sistémica, aún así, no reniego del valor de cada ser humano quien también puede ir suturando moradas que se han transformado en invivibles.
    Mi gran temor estriba en que nos transformemos en seres exquisitamente calculadores, no pudiendo salir de una perspectiva utilitaria en la cual, la solidaridad no radica en mejorar los fallos del mercado, sino en pensar otro u otros tipos de sociedades.
    Creo que el pensamiento de Enrique Dussel que transcribo de otros documentos viene a integrar la múltiple dimensión de lo ético: "La ética se encuentra en relación con la vida, desde los fundamentos pre-teóricos, previos a los ontológicos y metafísicos. De allí que, según este autor, el primero es el “momento material de la ética” como “principio universal de toda ética, en especial, de las éticas críticas: el principio de la obligación de producir, reproducir y desarrollar la vida humana concreta de cada sujeto ético.” Para Dussel, este plano o principio material es necesario, pero no suficiente. Es necesario ante la “verdad práctica de la razón práctico- material, ético- originaria, acerca de la reproducción de la vida del sujeto: ‘lo verdadero’”. No es suficiente porque esta dimensión debe quedar asegurada con el “concurso de todos”, para lo cual es preciso de la comunidad lingúística que mediante la argumentación racional, establezca un principio formal en relación al criterio de “validez intersubjetiva de la razón discursiva, de enunciados normativos con pretensión de validez: esto es ‘lo válido’” , o momento de “subsunción” de lo material. Por último, Dussel reclama el momento de la “factibilidad del bien”, “momento ético- procesual de la factibilidad realizativa (no meramente procedimental…), que en un primer momento es ejercicio de la razón instrumental y estratégica formales, en referencia a juicios de hecho; en un segundo momento es confrontación de dicho ejercicio de los principios ético- material y moral- formal, dando como resultado la máxima o norma del acto bueno, la institución legítima o el sistema de la eticidad”.(DUSSEL Enrique, Ética de la Liberación en la Edad de la Globalización y de la Exclusión, Trotta, Madrid, 2000)
    Saludos
    Techi Trachitte (Argentina)

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  2. Susana Frisancho

    Francois, es interesante tu postura y tambien muy interesante el comentario que te hace Techi. Diría que coincido con casi todo lo que dices, no soy ingenua para afirmar que hay que sentarse a esperar que la gente crezca moralmente o que la educación haga su trabajo y eduque a las personas para empezar a tomarse la ética en serio y a tener esperanza que las cosas cambien. Se que el mundo no funciona así, y soy partidaria de fortalecer todo lo que se pueda las reglas de juego (las leyes) así como la capacidad real de vigilancia de la sociedad civil tal como tu rpopones. Eso HAY que hacerlo. Como método, te doy al 100% la razón. Pero creo que la concepción de fondo no la comparto del todo. La ética, para que tenga sentido, debe ser producto de un discernimiento personal y de una compresión y valoración (como mejores, más justas o válidas) de las reglas de juego. Lo que planteas es lo correcto en el estado de cosas en el que estamos, pero no es ni mucho menos lo ideal, por lo que a lo educativo y formativo no puede renunciarse. Ya escribiré algo más sobre esto con un poco más de calma. El debate siempre es bienvenido!

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  3. fvallaeys Autor

    No, este enlace no va en la línea que yo planteo. No se trata de lo que se llamaba en los 90 el "markethics" (utilizar a un comportamiento ético para hacer negocios). Tenemos que ver que las herramientas de Responsabilidad Social proponen algo mucho más serio y fundamental que el lema "la ética paga". Proponen una redefinición en profundidad de la gestión de las organizaciones a partir de una atención precisa en el diagnóstico de los impactos colaterales generados, el diálogo y acuerdo con las partes interesadas/afectadas (los stakeholders), un proceso permanente de mejora y aprendizaje. A lo que me refiero es a la ética que subyace a los trabajos de la AA 1000 por ejemplo : http://www.accountability21
    Si revisas este link Susana, te vas a dar cuenta que AccountAbility está manejando una ética de 3ra generación. Mientras que si revisas el link que me mandaste, se maneja solamente una ética de primera generación. Insisto en esta diferenciación central. Trataré de publicar pronto un resumen del pensamiento de Comte-Sponville que ayuda en diferenciar los planos de la ética de primera generación y el mercado, si es esto lo que preocupa. Es un asunto fácil. Pero otra vez, lo importante es de pasar a OTRO enfoque de ética, no personal, no psicológico, no motivacional, no centrado en la voluntad… Sé que suena raro (a los cristianos aristotélicos modernos que somos todos a priori), pero este ES el reto. En resumen, necesitamos un paradigma ético que logre cortar con el sujeto cartesiano solipsista, separado, autoconsciente, transparente a sí mismo, etc. Y necesitamos reconocer que las herramientas gerenciales SERIAS de Responsabilidad Social están pidiéndonos pensar la ética de otro modo.

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  4. Sergio

    Estimados Comentaristas:
    Interesante post y reflexiones. Pues encuentro en la ética de la tercera generación una perspectiva muy valiosa para la interacción del ser humano en la actualidad, el cual, hasta donde veo, no sólo debe ya entenderse y asumirse como individuo, persona o parte de un colectividad se ubique esta a nivel local o global, sino también hace falta que se entienda como parte integral del universo. ¿Por qué? Debido a que su accionar no sólo ya implica los márgenes de la Tierra, sino también el espacio exterior como lo muestran las decenas de satélites orbitando la esfera celeste en la que habitamos y, guste o no, a la vez, la mucha basura que estamos dejando allá arriba, la cual, a la postre, será dañina tanto para los seres humanos como para todo lo que hay de vivo y de vida en este, aún, hermoso tercer planeta.

    Si me permiten participar, encuentro que a lo mejor a este dialogo sobre ética, sostenibilidad y responsabilidad social podríamos añadirle el siguiente elemento que posiblemente les sea interesante reflexionar: el acto inteligente vs. acto estúpido, bajo la huella, eso sí, de lo que plantea Carlo M. Cipolla al respecto. (en este link pueden encontrar información:
    (http://artesaniaenred.blogs…)

    Antes de dar algunas otras consideraciones, en principio me gustaría plantearles una cuestión. Me parece que para llevar a cabo un diálogo respecto a ética en la actualidad se debe tomar en cuenta que estamos en la época del “individuo” y esta ha llegado para implantar su reino indefectiblemente, tal como bien lo ha estudiado y clarificado el sociólogo polaco Zygmund Bauman en múltiples títulos. Este factor creo es importante si queremos hacer algo de aquí en adelante –el tiempo no da marcha atrás- debido a que ¿cómo podemos reflexionar sobre ética; es decir, sobre reglas generales de organizar la vida dentro de lo bueno y malo, lo justo y lo injusto, la verdad y la mentira, lo virtuoso y lo inmoderado, lo dañino y provechoso y etcétera (en esa línea) si la primera frontera para establecer armoniosamente aquellas generalidades es que estamos en un entorno de particularidades y, más aún, particularidades altamente móviles o volátiles?

    Ciertamente, en estas condiciones, es difícil un pensar ético que sea representativo y acogido multitudinariamente en términos armónicos. Por ello hace falta no sólo un conjunto de parámetros que promuevan la sana interacción, sino un sistema –como bien lo han hecho notar -que permita a los individuos ejercer libremente sus particularidades, sin embargo, sin dañar a otro ni ahora ni mañana y mejor nunca.

    Desde hace un tiempo al pensar en ética, me viene a la mente una frase de Albert Einstein:

    “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana.
    Y del Universo no estoy seguro”.

    Y pienso en ello porque muchos actos que encuentro antiéticos, me parecen que parten de un errado enfoque y valoración de la inteligencia humana. Más si la veo a la luz de lo que dice Carlo M. Cipolla es su antitesis, es decir, un acto estúpido. Cipolla tiene un sistema de diferenciar tanto actos inteligentes como actos estúpidos, y en su tercera ley plantea:

    “una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas”.

    En su análisis además añade:

    “Desgraciado (D): aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
    Inteligente (I): aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
    Bandido (B): aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
    Estúpido (E): aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo”.

    Esta diferenciación, me parece valiosa como punto de partida para diálogo ético en la actualidad. Pues plantea en, principio, que lo mejor siempre será buscar que nuestros actos sean inteligentes. Llevándolo a un sistema más amplio, cabría preguntarse, por ejemplo, ¿cuántas empresas maderadas actúan como bandidos al talar árboles, sin embargo, sin reforestar? ¿Cuántos políticos prefieren desfalcar al Estado estúpidamente sin darse cuenta que también, a futuro, se están robando a sí mismos y, además, están obstruyendo su propia carrera política? O también: ¿por qué en algunos países creen que la lucha contra pobreza en otro continente no es importante, si formando parte del sistema Tierra esta suma de carencias a la corta o a larga, también redundará en el lugar en donde se encuentra dicho país? O más simple aún: ¿por qué una persona no se da cuenta que al botar un papel a la calle, también está malogrando el entorno de otros y a la vez de si mismo?

    ——–continua

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  5. Sergio

    Ello, creo, se reduciría bastante si las personas y empresas valoraran de otro modo su inteligencia.
    Suponiendo que, dentro de los términos de Cipolla, aceptáramos a la inteligencia como valor rector, me parece que el dialogo ético ganaría mucho. Pues de una parte respetamos las particularidades, pero, otro, lograríamos que estas particularidades sean sanas en un ámbito general, y viceversa. En suma: sí, nos inscribimos en márgenes de alta individualidad, sin embargo, también, promovemos que esta individualidad tenga la cualidad de ser benéfica y, a la vez, sea motivadora y sostenible ¿a quién no le gusta ser inteligente?

    No hace mucho, Umberto Eco se preguntaba en un artículo ¿por qué algunos filósofos seguían pensando en el bien y mal o en lo cruel y lo pacífico, si una cuestión fundamental hoy es el hallazgo frecuente de la estupidez? Sin dudas, para algunos puede parecer trivial y hasta duro. Sin embargo, creo que hay mucha verdad en su pregunta.
    Qué opinan ustedes.
    Saludos
    Muchas gracias

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  6. fvallaeys Autor

    Genial Sergio! Muchísimas gracias, que tu comentario y el link me parecen aportar bastante al debate. Efectivamente la noción de sostenibilidad está muy asociada a la de inteligencia. Isabelle Stengers, la científica, justamente critica la palabra "sostenible" diciendo que sencillamente se trata de ser "inteligentes", y que un desarrollo que no es sostenible es sencillamente todo menos un desarrollo. El link que compartes con nosotros Sergio es realmente muy bueno. Quiero resaltar aquí la unión íntima que existe entre los deberes de tercera generación y la inteligencia. Se trata realmente de una ética que exige cognición y reflexión más que buena voluntad. Por eso es a la enseñanza universitaria y escolar en general de promover esta ética.

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  7. sfrisan

    Querido Francois,

    Pero no hay buena voluntad sin cognición ni reflexion…. Estos son requisitos para una "buena voluntad", pues no se trata de tenerla por casualidad sino como producto del discernimiento y la razón. Je…. Veo que empiezas a concederme un poco en el puinto que he sostenido en este debate…

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  8. fvallaeys Autor

    Pero… mi estimada Susana del Mar (qué lindo tu nombre!!), nunca un kantiano como yo dudaría de lo bueno que es una buena voluntad, ni de su relación posible con un enfoque cognitivista. En el artículo central de mi definición de la ética de tercera generación(http://blog.pucp.edu.pe/ite…), escribo: "El sujeto de la ética de 3ra generación no es solamente una “buena voluntad”, ni un mero “sujeto jurídico” políticamente comprometido con las injusticias de su sociedad. Es TAMBIEN un ser en conexión íntima con todo y que reconoce su vínculo y sus responsabilidades frente a todo, es decir al gran Todo planetario y a cada quien en él (Mitakuye oyasin), no sólo frente al prójimo o al alter ego humano". Es decir que el enfoque de tercera generación se agrega TAMBIEN a los otros dos, no puede suprimirlos ni reemplazarlos.
    Y no te olvides Susana de leer el link sobre las "leyes de la estupidez" (ya lo puse en mis enlaces en el margen a la derecha), es sencillamente genial!
    un abrazo

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  9. Sergio

    Estimados comentaristas:
    Exactamente: las leyes sobre la estupidez humana que plantea Cippola son geniales. Lo mejor es que son móviles, es decir, son un sistema que sirve como punto de partida para la valoración y, consecuentemente, determinar una interacción frente a una situación dada en este planeta Tierra.
    Ciertamente, la parte cognitiva es importante, pero es una de las variables del sistema. Pues lo completo creo se está justamente en

    “un ser en conexión íntima con todo y que reconoce su vínculo y sus responsabilidades frente a todo, es decir al gran Todo planetario y a cada quien en él (Mitakuye oyasin), no sólo frente al prójimo o al alter ego humano”.

    Por ello, si me permiten, prefiero la palabra “interacción”, y no meramente “acción”. En esta sutil diferencia hay creo una gran brecha de perspectivas. Si lo analizamos, nos daremos cuenta que muchas empresas e individuos “actúan”, sin embargo, en lo que no recaen es que en la actualidad las acciones son también interacciones. Es decir uno de los puntos está en que las acciones de uno no son hechos aislados, sino van a redundar, quiéralo o no, en el sistema: en una y otra personas tanto como en el resto del entorno.

    Si lo ejemplificamos, veremos que la clásica cultura del “criollazo” en el Perú más que inmoral o antiética, es sobre todo estúpida. Pues si tomamos atención el “criollazo” es aquel que si bien satisface su necesidad inmediata, quizá engañando, quizá maltratando y creyéndose el rey del mambo, en el fondo este ser humano no es más que alguien que actúa astutamente, pero no inteligentemente debido a que además de causar prejuicio a otros, también se daña a sí mismo porque su acción promueve que otros hagan lo mismo y, por qué no, se lo devuelvan, formando así un circulo vicioso en buena parte del sistema en el que vive. Si a este individuo le dijéramos que esforzándose por lograr la equidad ganaría más, creo que hay una alta probabilidad siga ese camino.

    Líneas arriba escribí que “la parte cognitiva es importante, pero es una de las variables del sistema”. Y es por lo siguiente: si bien la cognición tiene un rol sustancial aquí (si fuera agua es como el H de la fórmula), me parece que hay factores externos que muchas veces pesan más, aunque no lo aparenten (o son como el oxigeno para lograr agua). Debido a que las facultades de razonamiento también están ancladas a la calidad de vida que llevamos y, en sí, al entorno en el que nos desarrollamos. Creo que nadie que sufra de desnutrición o viva en zonas altamente contaminadas o insalubres va a poder razonar con el pleno de sus capacidades, obviamente, por una cuestión corporal. ¿Cómo alguien podría “cerrar adecuadamente un mensaje” –usando una terminología de quienes estudian los procesos psicológicos -, si el primer mensaje que cierran es el físico, es decir, que tienen hambre, frío o que les pican los brazos como ocurre en muchos colegios del Perú? Por ello es que antes de centrarnos en un aspecto es creo, mejor, ver el sistema completo e intentar armonizar inteligentemente tanto las partes interiores como las exteriores. Ayer dije que hasta donde alcanzaba a ver sobre el ser humano:

    “no sólo debe ya entenderse y asumirse como individuo, persona o parte de un colectividad se ubique esta a nivel local o global, sino también hace falta que se entienda como parte integral del universo….

    De hecho, mejorar la calidad de vida de las personas es también apostar por la inteligencia, pero no sólo como acto cognitivo para la prueba de IQ, sino para aumentar la probabilidad de que sea un valor rector, valor que creo todo ser humano está en capacidad de alcanzar. Me parece que la cosa no está en decirle a alguien bruto o algo así (seguramente más de una vez se lo han dicho y por eso hace lo que hace); sino, por el contrario, en este mundo aturdidor y estupidizante (y no es exageración), mostrarle que también puede ser alguien inteligente y ético. Y así como las acciones erradas tienen consecuencias a futuro, como una onda que viaja a través del tiempo, también los aciertos pueden tener un impacto multiplicador.

    Hay mucho camino por recorrer y explorar aún, pero un puerta para empezar a hacerlo es creo entendernos como parte de un Todo.
    Mil gracias.
    Saludos

    Y les dejo algo de Ismail Kadare que me parece una metáfora de lo que ocurre con muchos de actos estúpidos.
    ¿Alguna vez has pensado en el terrible poder de un canto? La batalla librada hace un mes, por ejemplo, se tradujo en un canto trágico. Si yo me expresara como tú, diría que esta guerra, transformada en canto, discurrirá a través de los siglos, como un banco de niebla llevado por el viento. La guerra termina, pero el canto seguirá transmitiéndose de generación en generación.

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  10. Christian Chocano Davis

    Buen día,
    Agradezco a los comentaristas. El intercambio de ideas ha sido muy fructífero. Me ha permitido evidenciar la importancia del blog para el aprendizaje en temas específicos.

    De hecho, hace algunos meses recibí el informe de mi tesis de grado, que aborda el sistema de control del ejercicio de la abogacía (a cargo de los colegios profesionales hoy en el Perú), donde precisamente se critica que incida en reformar un tema poco trascendente. Lo verdaderamente importante para la ética sería que los abogados tomen conciencia del imperativo categórico antes que fortalecer un sistema de reglas y sanciones.

    Sin duda, el debate aquí generado me ha permitido evidenciar la problemática. Por mi parte, espero encontrar el término medio para la próxima sustentación de mi tesis.

    Ligado a ello, he recibido una crítica por considerar que las reglas profesionales (que solemos llamar Código de Ética) deban ser establecidas con la participación de los propios profesionales (a mi parecer de manera democrática), y tomando en cuenta que hay principios que están obsoletos. Al parecer, ello generaría una santificación de los vicios y corruptelas en los que incurren los propios profesionales a diario. Supondría torcer el pensamiento ético!

    Nuevamente agradezco la participación.

    Saludos cordiales

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