Cuando pasamos de la ética personal a la ética social, se amplia considerablemente el campo de la responsabilidad. La ética personal, como se fundamenta en una cosmovisión tradicional de tipo religioso, no puede reconocer que el mundo sea obra humana, desde luego no reconoce responsabilidad más que en la pequeña esfera de los actos individuales voluntarios de la persona. Así le toca a cada uno ser bueno, pero no le toca influir sobre el Gran Ser en conjunto, frente al cual la ética tradicional nos declara sin poder, luego sin responsabilidad.
El paso a la ética social es justamente aquel de la reivindicación del poder humano sobre el Gran Todo, cuando ese “todo” es reconocido como la Historia (ya no la Creación) y la historia humana, que puede cambiar, que podemos cambiar, luego de la cual somos responsables, y culpables de no querer mejorar. Cada quien es responsable no sólo de sus acciones en su esfera privada, sino también de su participación (o no) en la regeneración de la vida pública. Por eso, si la figura emblemática de la ética personal tradicional es el santo, la de la ética social es el militante, el ciudadano activo que se preocupa por las injusticias de su comunidad.
Así, la ética social nos conduce al reconocimiento de nuestra responsabilidad política frente a las estructuras mismas de la morada común (Ethos). Reconoce que somos responsables de nuestro modo personal de habitar el mundo y también de las condiciones sociales de habitabilidad del mundo. Por eso la ética social logra calificar al mundo mismo como “justo” o “injusto” y le asigna un valor peculiar a la humanidad dentro del mundo: aquel de los Derechos Humanos (la persona como fin en sí misma que tiene derechos). Este valor es una exigencia, un deber que exige volverse un hecho. Cuando la Declaración de los Derechos Humanos enuncia: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, no dice que de hecho es así, pero proclama que debemos cambiar las condiciones de habitabilidad del mundo hasta que sea así, hasta que podamos garantizar que cada quien vive así, y es garantizado del reconocimiento de vivir así por parte de todos los demás. Luego se postula que PODEMOS cambiar el mundo, y que DEBEMOS cambiarlo.
2 consecuencias:
1. Es obvio que la ética social depende de la cosmovisión moderna fundada en la noción de Sujeto, luego en la presuposición que el mundo es “objeto” para ese Sujeto, que tiene preeminencia y poder sobre él. El mundo, desde la época moderna, es reconocido como “a disposición” del ser humano. Por eso, los 4 últimos siglos fueron principalmente un enorme esfuerzo histórico para poner el mundo a nuestra disposición, controlarlo, cambiarlo, construir y reconstruirlo, hasta disponer de él por control remoto. Y cuando el control es total, la responsabilidad es total. Revoluciones industriales, tecnológicas y políticas son el pan cotidiano de la ética social moderna.
2. La ética social es una ética universalista por definición. Se afirma como una ética para todos, exigible para todos. Como bien lo dice Sartre: “porque no puedo ser libre si todos no lo son”. Como saca la problemática ética del ámbito de la esfera personal para considerarla en el mundo, la ética social se construye y exige entre nosotros. Como tal, es de esencia jurídica y su encarnación es la ley humana (nomos) que todos los humanos se dan juntos (Contrato Social) para estar todos igualmente sometidos a ella. El caracter universalista de la ética social moderna explica su dinamismo crítico y dialéctico. Cada vez que se puede sospechar que los mismos Derechos Humanos no tienen el grado de universalidad suficiente, se denuncia el hecho, y se trata de redefinirlos de modo más abarcativo (de los derechos del burgués a los derechos de los proletarios, de los derechos del hombre a los de la mujer, de los derechos de la mayoría a los de la minoría, de los derechos de los occidentales a los derechos de los marginados del Desarrollo occidental, de los derechos de los meros individuos a los de las comunidades culturales, y finalmente la búsqueda de abarcar a todos los olvidados y vulnerables: minorías étnicas y sexuales, niños, generaciones futuras, animales, etc.)
Ahora bien, LA gran pregunta de este BLOG es de saber si esta ética social moderna basada en los Derechos Humanos (que hemos llamado “ética de segunda generación”) basta para entender y aplicar la Responsabilidad Social de las Organizaciones (RSO) o si se necesita una ética de “tercera generación”, más compleja, basada en la sostenibilidad, para comprender y operar la RSO.
La ética social tiene puntos a su favor: sirve muy bien para encontrar nuestra responsabilidad por el conjunto, no sólo por nuestras acciones inmediatas. Sirve bien para hacer funcionar el mecanismo de los stakeholders (las partes interesadas y/o afectadas por el desempeño de la Organización) y la negociación para que todos puedan beneficiarse de la presencia de la organización. Incluso sirve para atribuirles derechos a los afectados no presentes (las generaciones futuras).
Sin embargo, yo le encuentro límites a este enfoque social, ciudadano, de derechos humanos, moderno, que llamo ética de segunda generación. Presiento que no es suficientemente consistente y complejo para relevar las exigencias de la Gestión Socialmente Responsable. Mi hipótesis es que sus limitaciones no son sólo históricas (ligadas a su nacimiento durante la época de la Ilustración, la ciencia newtoniana, la primera revolución industrial, la filosofía del siglo XVIII y la de Kant) sino consubstanciales. O, en todo caso, que este enfoque necesita ser complementado (complejizado) por nuevos aportes. Pero la cuestión queda en debate, y creo que debería ser nuestro debate en ese Blog.
La pregunta puede enunciarse así: ¿Si el mundo fuese totalmente “justo”, sería también totalmente “sostenible”? ¿La justicia total, el reino de los Derechos de todos en una sociedad sin explotación, garantizaría la sostenibilidad temporal y ecológica de la morada común (la Tierra Patria)? o bien hay algo en la exigencia ética de sostenibilidad que la exigencia ética de justicia no abarca ni resuelve.
Me fascina y asombra, en ese sentido, la problemática de la “huella ecológica“, y cómo nos demuestra que las sociedades democráticas con bienestar social de los países del norte de Europa, que podemos considerar como las más “éticas” (en el sentido de la ética social), es decir las más justas, no son Sostenibles : si todo el mundo viviera como los europeos, se necesitaría varios planetas tierra para satisfacer todas las necesidades de consumo… Desde luego, su “justicia social” es en realidad una gran injusticia eco- lógica (es decir injusticia frente a la casa común, la morada tierra).
(Haz el test, entra a este link “Huella ecológica” y verás que, sin duda, tú tampoco eres sostenible, aunque seas muy bien intencionado y gran defensor de la justicia!)
¿Bastará reafirmar los derechos humanos de las generaciones futuras para arreglar el problema de la sostenibilidad de los modos de vida, dentro del mismo enfoque de la ética social moderna? Personalmente lo dudo. Creo que debemos entrar en otra lógica, y que justamente es esta lógica que nos pide practicar la filosofía de la Responsabilidad Social. Seguiremos reflexionando este punto interrogando los límites del enfoque de la ética social moderna. Hasta pronto!
Hola Francois,
aqui va mi comentario:
hace unos días se publicó el famoso informe sobre la corrupción en el Perú, y no pude evitar pensar que, además de toda esa corrupción de la que se habla y se considera en las encuestas, está la corrupción del ignorar (de no conocer, pero también de hacer caso omiso a) los problemas reales de insostenibilidad, que además no son problemas del largo plazo como se plantean, sino actuales y urgentes. Alvarez-Rodrich pone en su editorial de Peru 21 el 26 de octubre:
"(…) la corrupción tiene un componente ético inherente, pues implica -literalmente- robar los recursos que se necesitan para afrontar los principales problemas -desempleo, pobreza o delincuencia- vinculados a la calidad de vida de la población".
Yo creo que hay la misma falta de ética en la que tú llamas de 3ra generación, y el mismo no-asumir las responsabilidades, con las mismas consecuencias de robo de recursos vinculados a la calidad de vida de la poblacion.
gracias por el espacio disponible para opinar sobre el tema!