Humberto Campodónico
Se afirma, desde la costa, que la selva amazónica es un territorio vacío y despoblado a la espera de colonos que lleven los instrumentos, técnicas y conocimientos modernos, condición sine qua non para que esa inmensa área “camine por la senda del progreso”. Con el perro del hortelano, Alan García le dio una vuelta de tuerca adicional a ese concepto: sin el acaudalado inversionista que compre grandes cantidades de tierras, no es posible “poner en valor” el territorio amazónico.
Para comenzar, la Amazonía no está despoblada. Según el Tratado de Cooperación Amazónico, hay cerca de un millón de indígenas, de los cuales alrededor de 300,000 se encuentran en Perú, 200,000 en Bolivia, 100,000 en Ecuador y 70,000 en Colombia. Hay 177 grupos étnicos, cada uno con una herencia cultural propia y un idioma distinto (aunque agrupados en familias lingüísticaa) y con rasgos culturales comunes de adaptación al medio (1).
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