Como jueza, he observado en múltiples ocasiones una desconexión preocupante entre lo que las partes declaran y lo que sus abogados finalmente sostienen en los alegatos orales. Este desajuste afecta gravemente la calidad de la defensa y debilita la credibilidad del proceso. Un ejemplo claro de esta situación se dio en un proceso de nulidad de acto jurídico por simulación absoluta.

En el caso, una señora, aval de una deuda, transfirió su inmueble a un familiar para evitar el embargo. Aunque cedió formalmente la propiedad, ella continuó viviendo en el inmueble. Sus hijos, quienes habían contribuido a la construcción del inmueble, se sorprendieron y le reclamaron por haber realizado la transferencia sin consultarles. Esta situación generó malestar en la familia, pues los hijos consideraban que, a pesar de haber invertido en la propiedad, esta había salido del patrimonio familiar.

Con el tiempo, los hijos lograron que su tío (el nuevo propietario) les vendiera el bien, devolviendo así el inmueble al patrimonio familiar. Durante la audiencia de pruebas, el demandado relató esta historia, destacando la sorpresa y el descontento de los hijos y cómo ellos finalmente decidieron recomprar la propiedad al tío. Sin embargo, en los alegatos orales, el abogado del demandado presentó una versión distinta, sosteniendo que los sobrinos decidieron comprar el inmueble tras confirmar en Registros Públicos que el tío era el titular registral, una contradicción con lo declarado por su cliente que evidenció una clara incoherencia.

Este tipo de contradicción es un reflejo de una actuación inapropiada, ya que el abogado no se mantuvo alineado con lo expuesto por su patrocinado. Lamentablemente, esta falta de coherencia entre las declaraciones de las partes y los argumentos de sus defensores es algo que observo con frecuencia. Para que el proceso judicial sea íntegro, es fundamental que los abogados presenten una defensa ajustada a los hechos probados y a lo manifestado por sus clientes, pues las contradicciones afectan la confianza en la defensa y deterioran la integridad del proceso.

La consistencia en los alegatos no solo facilita decisiones justas, sino que también fortalece la percepción de la veracidad de los hechos expuestos. Los abogados deben ser especialmente cuidadosos y responsables en la construcción de sus argumentos, asegurando que estos se mantengan en sintonía con lo declarado por sus clientes y las pruebas presentadas. La coherencia es, sin duda, un pilar fundamental para la credibilidad en la defensa y en la administración de justicia.

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