Todos los días, a través de los medios de comunicación, tomamos conocimiento de la existencia de hechos violentos al interior de la familia, hechos que los agresores justifican como respuesta a la negativa a requerimientos o conductas impuestas por éstos. La falta de empatía y respeto hacia los miembros de la familia, conllevan al victimario a ejercer el control a través de la imposición del miedo. 

Estos hechos se deben frenar, no sólo con las respuestas que a nivel legislativo y judicial se vienen realizando, como forma de sanción y prevención de conductas violentas, sino también y de manera más importante al interior de la familia. Debemos educar con respeto, estableciendo límites claros, y consecuencias razonables a las conductas negativas, de tal forma que, no normalicemos conductas violentas en nuestros hijos y en nuestro entorno familiar.

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