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Este tema, lo advierto desde ya, será un poco más denso, no sólo por la información que se va a compartir, sino porque el hablar de salud mental propiamente, y cómo esta podría estar viéndose afectada en nuestros seres amados, en este caso, nuestros hijos adolescentes, es tremendo. Dentro de este panorama, la búsqueda de intervención a veces resulta complicada, pues cuesta aceptar una posible realidad que, quizá, nosotros hemos desatendido, o no hemos notado, pero no le dimos la importancia suficiente, pues, como ya dijimos, es duro asumir este tipo de situaciones.
El mundo de nuestros adolescentes pasa por altibajos emocionales todo el tiempo, sea por los cambios hormonales que se dan, por las nuevas vivencias que experimentan y les generan sensaciones y sentimientos nuevos, así como por las necesidades de orden social que aparecen, y antes no eran importantes para ellos. Justamente, ante la aparición de problemas y dificultades, son varios los adolescentes que recurren a sus amigos por encima del núcleo familiar pues, penosamente, tienden a confiar más en ellos que en sus padres, haciendo que la probabilidad de encontrar “salida” a ese problema que los aqueja sea difícil, incluso, más que la dificultad en sí misma.
Este exceso de confianza en sus pares, por encima de la familia, suele ocurrir cuando los adolescentes sienten a sus padres como figuras poco cercanas, sea emocionalmente hablando (cuando no se está al tanto de lo que le apena, lo que le asusta, cuando no se tiene idea de los gustos y pareceres, etcétera), o físicamente (por ejemplo cuando los padres están todo el día en el trabajo o no pueden darse el momento para compartir con ellos). Este escenario lleva a sentir a los adolescentes que los padres desatienden sus necesidades emocionales, de la manera que ellos realmente necesitan, aunque los padres discrepen con esa idea y piensen que si suplen sus necesidades en general, que piensen que sí lo hacen. Hay que recordar que las dificultades se abordan en relación a la percepción de dificultad de los adolescentes, no en función a las percepciones de los adultos.
Por otro lado, esto no quiere decir que el apoyo de los compañeros sea enteramente negativo en el mundo adolescente, es importantísimo para ciertos temas, pero cuando aparecen algunas dificultades mayores, que ellos no pueden afrontar, la presencia de los padres es necesaria, sobre todo si empiezan a aparecer características “extrañas” o poco usuales, que podrían significar la presencia de “algo más”.
En tal medida, es vital, entender que estos cambios no se dan de manera repentina, suelen ser progresivos, es por ello que los padres debemos estar pendientes de los cambios, tanto anímicos como conductuales en nuestros jóvenes.
Existen varios trastornos que pueden hacer aparición en esta etapa de desarrollo, que pueden afectar a nuestros adolescentes, como la depresión, ansiedad, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastorno límite de personalidad, trastorno de estrés post traumático, trastorno por déficit de atención y otros más. De ser el caso, estos interfieren de manera directa en la vida diaria de nuestros adolescentes y, por supuesto, en la de la familia.
Hay que tomar en cuenta que los adolescentes si notan este malestar en ellos, se dan cuenta que son “diferentes”, y con el afán de sentirse mejor, de “encajar” y parecerse a sus compañeros, muchos de ellos buscan solucionar estos conflictos, “auto medicándose”. En este caso, la auto medicación no se da, precisamente de la manera que lo entendemos, sino se refiere al uso de drogas (legales o ilegales) o conductas totalmente desajustadas y alejadas de la familia, con el fin de olvidarse de esos problemas.
Esta situación puede ser bastante difícil, es por ello que aquí veremos algunas maneras de saber si nuestro adolescente puede necesitar tratamiento en salud mental:
- Cambios de humor.
¿Cómo podemos estar seguros que un conjunto de cambios de humor pueden indicar alguna enfermedad mental? Sencillo, los papás conocemos mejor que nadie a nuestros hijos, al menos eso se espera. Esto nos asegura que la presencia de cualquier cambio de humor en ellos será detectado a tiempo.
- Cambios en el comportamiento.
La conducta de nuestros adolescentes cambia en la medida que ellos crecen, pero si tu hija o hijo está presentando características totalmente diferentes a lo que conoces de ella o él, y no se relaciona con su crecimiento normal, hay que estar alertas.
- Consecuencias en el colegio y entre amigos.
En la actualidad, es complicado observar estos cambios, pues sabemos que ahora las relaciones entre compañeros como la asistencia al colegio de manera regular, está interrumpido. A pesar de ello, una enfermedad mental hace que los procesos de aprendizaje se vean afectados, impactando directamente sobre el rendimiento escolar, así como la capacidad para mantener relaciones satisfactorias con los compañeros.
- Síntomas físicos.
Muchas veces se aprecia una clara disminución de energía, cambios en los hábitos de alimentación y sueño, frecuentes dolores de estómago, de cabeza y espalda. También suele aparecer descuido del aspecto personal y poca higiene, pudiendo ser signos que indiquen algún tipo de problema.
- Consumo de sustancias/conducta auto lesiva.
Si encuentras algún indicador de drogas o de consumo de alcohol, autolesiones, un desorden alimenticio u otras formas de “escape”, el vínculo con la enfermedad mental puede ser directo.
- Anhedonia.
Se refiere a la pérdida de la capacidad de disfrute. Con mayor frecuencia los adolescentes comentan que se aburren todo el tiempo y que no disfrutan como antes de las actividades que, tiempo atrás, le eran placenteras, incluyen las actividades de ocio.
- Presentan trastornos del sueño. Los adolescentes con síntomas depresivos duermen mal, les cuesta conciliar el sueño o, por el contrario, pueden presentar hipersomnia, es decir, pasarse gran parte del día durmiendo, incluso más de 12 horas.
A pesar de lo preocupante que parezca, las estadísticas peruanas nos dicen que más del 70% de los adolescentes afectados por alguna enfermedad que afecte su salud mental, van a mejorar con el tratamiento adecuado, es decir tratamiento farmacológico y psicoterapia a la par. El problema radica en que el 80% de los adolescentes no reciben ayuda necesaria con respecto a su trastorno o, incluso, jamás reciben el correcto diagnóstico.
Lo peor de todo esto es que si estos trastornos no se tratan, existe una escalofriante altísima probabilidad, que derive en abuso de sustancias, fracaso escolar, bullying (aproximadamente el 30% sufren acoso, mientras que el 20% se convierten en acosadores), trastornos de la alimentación e incluso el suicidio.
Si ves alguno de estos síntomas en tu adolescente, primero, ¡No te asustes! pasa más a menudo de lo que podríamos pensar, segundo, busca ayuda urgentemente para tu hija o hijo. Con una adecuada evaluación, identificación e intervención, todas las enfermedades mentales pueden ser tratadas.
Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026
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Señales para detectar que nuestro adolescente necesita ayuda psicológica by Lic. Katherinne Roncal Soto C.Ps.P.: 15026 is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.