Archivo de la categoría: Adolescencia

Programa de acompañamiento psicopedagógico

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¡Otra vez!, ¡Está aquí nuevamente!, ¡La temporada escolar regresó con todo!

A diferencia del año pasado, que fue caótico para muchos, es bueno saber que ahora podemos contar con ayuda.

El programa de Acompañamiento psicopedagógico de Yanapay está diseñado para brindar soporte para el estudiante, sea niño, adolescente o, incluso, adulto (universitarios y alumnos de post grado). Va desde la organización, estrategias para el aprendizaje, desarrollo personal, manejo de frustración, stress y todo lo que pueda surgir a nivel académico dentro del ámbito virtual.

Ahh, también hay soporte para los padres.

¡Que siempre estemos bien!

Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.

¿Hablamos?

Lic. Katherinne Roncal Soto
 C.Ps.P.: 15026
     Cel.: +51 998 810 240

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Síntomas de ataque de ansiedad

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Hay que reconocer que algunos de nosotros nos venimos enfrentando a situaciones complicadas, difíciles muchas de ellas, que genera en nuestro cuerpo y mente sentimientos, dolores, sensaciones y conductas que no eran comunes para nosotros; entre ellas, ataques de pánico y ansiedad.

Si bien, cada caso es diferente, si hay algo en común ¡nos sentimos terrible cuando entramos en crisis!

Si esto nos está ocurriendo, es claro indicador que necesitamos ayuda, no estamos bien, sea psicoterapéutica o médica, debe quedar claro que solos no podemos hacerle frente.

¡Que siempre estemos bien!

Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.

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Diferencias entre tristeza y depresión

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Estamos viendo que la tensión y preocupación están más presentes en nuestros hogares y eso, lógicamente, nos cambia, nos confunde, ¿Qué es lo que estoy haciendo? ¿Qué estoy sintiendo? ¿Esto es normal? ¿Estoy mal? En fin…

Para todo, casi, hay una respuesta y, lógicamente, una solución. 

Si eres consciente que necesitas ayuda, que sólo no puedes procurarte bienestar emocional, no dudes en contactarnos.

¡Que siempre estemos bien!

Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026

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¿Qué pasó en el 2020 y qué podríamos esperar para el 2021?

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El pasado 2020 fue un año totalmente atípico, a la gran mayoría de nosotros nos ha pasado de todo y, si no fue así, hemos tenido personas cercanas y queridas a las que se les cambió a vida en menos de un mes. Justamente eso, cambios es lo que todos hemos experimentado, y es cierto que las personas no siempre reaccionamos de manera correcta, ni las personas ni las instituciones, como lo que pudimos observar en el estado, por ejemplo.

Lo “anecdótico” de esta situación es que muchos de nosotros, desde hace tiempo atrás, clamábamos, casi desesperadamente, cambios a nivel global, asumiendo que podíamos hacerle frente. Es claro que esto no fue así; lo cual nos lleva a reflexionar, ¿cuántas cosas que pensamos que necesitamos en calidad de urgencia, realmente son importantes y necesarias, y cuántas no lo son?

Este tema de la adaptación a los cambios es vital, porque va quedando cada vez más claro que este 2021 se nos viene retador, complicado otra vez, obligándonos a adaptarnos a lo que la vida nos ponga enfrente y esto, sobre todo en momentos demandantes, es bastante difícil, pero no imposible. Para lograrlo, necesitamos siempre, atender a nuestras emociones, hablar de ellas, buscar estar tranquilos (en la medida de lo posible), cuidar nuestro cuerpo y mente. Suena fácil, pero la verdad es una tarea titánica.

Por otro lado, como bien dicen, de las experiencias malas también podemos sacar grandes lecciones, en este caso, oportunidades. La aparición de este organismo (porque no es un ser vivo) aceleró, por ejemplo, nuestra conversión en ciudadanos digitales, es decir, el mantenimiento de nuestras relaciones, trabajo, estudios, economía y más, estuvo regido por esta nueva manera de vivir.

Asimismo, a nivel personal, tuvimos que aprender a gestionar nuestras emociones (si, volvemos a las emociones), nuestro mundo emocional dio un vuelco, para el cual no estábamos preparados. En un tiempo, poco recomendado en verdad, nos obligamos a “aprender” a hacer frente a pérdidas de seres queridos, transformándolos muchas veces en duelos silenciosos, desde la distancia y, por eso, más dolorosos aún.  Definitivamente eso nos hace conscientes de lo frágil que puede ser nuestra existencia, que no podemos dar por sentado nada, que el futuro hace sus propios planes, sin tomar en cuenta los nuestros. Debemos aprovechar cada momento que tenemos, no sabemos qué nos pueda pasar después.  

Algo más que también ha paso a preocuparnos a los padres, durante el año pasado (y todo hace indicar que será lo mismo para este año), es la es la educación de nuestros hijos. Este virus desnudó la fragilidad de nuestro sistema educativo, nos mostró la enorme brecha que existe entre nuestros alumnos y el escaso poder de innovación y acercamiento a los estudiantes del sistema educativo. OJO, me refiero al sistema, no a la labor de nuestros maestros, que esa siempre se mostró soberbia y sumamente esforzada, dadas las circunstancias.

Nos dimos cuenta que no estábamos preparados para lo virtual (por más que por años quisimos digitalizar nuestros aprendizajes), que las competencias digitales de nuestros niños y adolescentes nunca fueron suficientes. Así también, notamos que el paradigma actual de educación no incluye lo vivencial en el día a día (y si es que alguna vez lo tomó realmente en cuenta), como metodología de aprendizaje per se. Muy penoso.

Es cierto que siempre hemos enfatizado en los aprendizajes académicos de nuestros chicos. Si bien son sumamente necesarios no sólo para su formación, sino para estimular razonamiento, toma de decisiones, velocidad de procesamiento de ideas, flexibilidad cognitiva, fluidez verbal, atención, memoria de trabajo y demás funciones ejecutivas y procesos cognitivos; también debemos priorizar en ese conocimiento que no sólo se brinda en las aulas (o pantallas al día de hoy), sino en casa. Ese conocimiento que adquirimos de nuestra familia en torno a valores, calidad de afecto, maneras de relacionarse con las personas, empatía, calidez y demás. Eso no sólo complementará el desarrollo de nuestros hijos, sino también nos dará la certeza que estamos formando futuros adultos conscientes, buenos seres humanos, capaces de desenvolverse adecuadamente ante los avatares del destino (como ahora).

Por ello, debemos ser conscientes que la formación de nuestros hijos, ahora sí, recae en nuestras manos, que de nosotros depende que puedan aprender todas esas habilidades para desenvolverse en un mundo no siempre grato, donde tendrán que tomar decisiones, valorando su bienestar, pero sin dejar de lado al otro.  Evidentemente nuestra presencia física durante este proceso es importantísima, en realidad, presencia y ejemplo, sino ¿cómo?

Si todos nuestros niños y adolescentes tuvieran la oportunidad de ampliar su red de aprendizaje (académico) a la experiencial brindada en casa, definitivamente ese mundo mejor que todos anhelamos, llegaría más temprano que tarde, ¡Qué lindo sería!

En definitiva, se nos viene otro año retador, duro quizá, el cual no tiene por qué afectarnos como lo hizo el 2020, pues ya tenemos experiencia, ya sabemos cómo reaccionamos ante las dificultades, y eso nos da ventaja, nos hace fuertes. Ya transitamos por el camino de la dificultad y el dolor, así que, lo haremos bien.

Seamos siempre realistas, sin dejar de lado la esperanza.

¡Que siempre estemos bien!

Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026

Si notas que necesitas apoyo profesional, en Yanapay te lo podemos brindar. Comunícate con nosotros y pondremos a tu disposición a nuestro equipo de expertos.

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Salud mental en los niños y adolescentes.

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Muchos de nosotros creemos entender a qué nos referimos cuando hablamos de salud mental, de hecho, la mayoría tenemos una idea general de ella, que va a en función a nuestras creencias, historia de vida y entorno; pero honestamente, las ideas generales no nos llevan a entender realmente el significado de salud mental y todo lo que implica. Entonces, ¿qué es salud mental?

La salud mental incluye una amplia gama de actividades que van a impactar directamente sobre nuestro bienestar mental, que incluyen la prevención de trastornos mentales y el tratamiento de los mismos; así como buscar estilos de vida que nos lleven a sentirnos plenos y felices.

Ahora, en la infancia y/o adolescencia, la salud mental implica alcanzar los indicadores esperados de desarrollo y de orden emocional, el aprendizaje de habilidades sociales y maneras adecuadas de enfrentar los problemas que puedan presentarse. Los niños que son mentalmente sanos tienen calidad de vida y pueden desempeñarse bien en el hogar, la escuela y su comunidad.

Por otro lado, lo que ha ocurrido este último año, el que los chicos hayan tenido que dejar de lado sus rutinas, hayan dejado de compartir con sus pares y demás adultos, y vivir probablemente, con cierto temor hacia algo que no pueden entender del todo; es probable que haya desencadenado en ellos pensamientos y sentimientos que seguramente afectaron su salud mental. Con esto no quiero decir que se hayan disparado los trastornos mentales en ellos (en su gran mayoría, no), pero si partimos del hecho que la falta de salud mental está altamente relacionada con situaciones que generan eventos y sensaciones que no llevan a la felicidad; y si estas se prolongan por cierto tiempo, pues … definitivamente el confinamiento afectó la salud mental de nuestros chicos. ¿En qué medida? Pues esa es una respuesta que sólo nosotros sabemos.

 ¿Qué son los trastornos mentales infantiles?

Son cambios serios en el performance de los niños, en su manera habitual de relacionarse, aprender y manejar emociones, causando angustia y problemas en el día a día. A veces muchos niños tienen temores, preocupaciones o problemas de comportamiento; cuando los síntomas son persistentes o extremos, causando infelicidad en los niños, así como serios problemas en la casa, el colegio, los amigos el entorno en general, puede que reciban el diagnóstico de trastorno mental.

Los trastornos mentales son afecciones crónicas, es decir que duran mucho tiempo y que, a menudo, nunca desaparecen por completo. Con un diagnóstico y tratamiento temprano, los niños con trastornos mentales pueden llevar una vida esperable y sin dificultades.

 ¿Qué características muestran los niños con trastornos mentales?

Estas características pueden ser muy variadas, van cambiando con el tiempo y están en función a la etapa de desarrollo en la que se encuentre el niño o adolescente. Con los adolescentes puede hacer un poco más complejo de analizar el caso, de “ver”, pues sabemos que en este periodo es esperable que los chicos puedan tener conductas erráticas o inestables porque, naturalmente atraviesan una etapa de cierto desajuste emocional. Es aquí donde la presencia del profesional externo es vital.
Por lo general, incluyen dificultades en la manera de jugar, aprender, hablar y actuar; así como la manera en que plasman sus emociones.

Cabe señalar que muchos de estos trastornos suelen presentarse a la llegada de la adolescencia (debido a los cambios hormonales propios de esta etapa), pero también algunos hacen su aparición en la infancia; incluso podría ser durante los primeros años.

Aquí compartimos una pequeña lista de algunas características, pero OJO, leyendo y memorizando esta lista no quiere decir que  nos convertimos en “expertos en diagnóstico de salud mental infanto- juvenil”, NO; pero si quizá nos puede dar un poco más de pautas de “qué ver” en nuestros hijos.

  • Tristeza persistente por dos o más semanas.
  • Poco o nulo interés por las interacciones sociales. Se pueden iniciar incluso, para luego  dejarlas sin motivo aparente.
  • Herirse a sí mismo o hablar de hacerlo.
  • Hablar de muerte o suicidio.
  • Arrebatos o irritabilidad extrema. Que quede claro, la diferencia entre una pataleta y cuándo la conducta es marcadamente oposicionista o disruptiva.
  • Comportamiento fuera de control que puede ser perjudicial para los propios niños.
  • Cambios drásticos de humor, comportamiento o personalidad. OJO, no confundir con el juego imaginativo de los niños, esta característica debe ser observada en distintos contextos, ninguno de ellos de tipo lúdico.
  • Cambios en los hábitos alimenticios. Pérdida de peso.
  • Dificultad para dormir, les cuesta conciliar el sueño, no lo logra o presenta pesadillas recurrentes.
  • Frecuentes dolores de cabeza o de estómago.
  • Dificultad para concentrarse y cumplir con los requerimientos escolares. Desencadenan cambios en el rendimiento académico.
  • En tiempos donde la asistencia al colegio es masiva, evitan o buscan faltar a la escuela.

Nuevamente hacemos hincapié en que el diagnóstico lo hace únicamente un profesional certificado, en este caso, los psicólogos clínicos podemos ver indicadores claros de la presencia de algún trastorno de este orden, los cuales serán ratificados por el psiquiatra pediátrico y/o neuro pediatra, de ser el caso. El diagnóstico se hace a menudo durante los primeros años escolares y, a veces antes, de acuerdo a la severidad del caso. Sin embargo, es posible que algunos niños no sean diagnosticados, o reciban una valoración psicológica incorrecta, lo cual valgan verdades es bastante frecuente. Esto no sólo somete a los niños a sufrimiento innecesario, sino también a la familia, a todo el entorno de desarrollo del niño y, penosamente, recrudece el pronóstico.

¿Cuáles son algunos de estos trastornos?

Lastimosamente, la lista de trastornos mentales que aparecen durante la niñez y/o adolescencia no es corta. De acuerdo a la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V), en base al cual se establecen los criterios de diagnóstico, se aprecian algunos de ellos:

  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Trastornos del neurodesarrollo.
  • Trastornos del ánimo.
  • Trastornos relacionados con factores de estrés.
  • Trastornos del control de impulsos y conductas disruptivas.
  • Trastorno oposicionista desafiante.
  • Trastornos neurocognitivos.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo
  • Etcétera.

Detenernos en cada trastorno, más allá de convertir a este post en interminable, correríamos el riesgo de no abordar cada tema con la seriedad del caso; es por ello que hablaremos de estos trastornos de manera individual en próximas entregas.

¿Se pueden tratar estos trastornos?

Claro que sí, estos pueden ser tratados y controlados. Muchas veces es necesario el uso de psicofármacos y, de manera paralela, psicoterapia, tanto para el niño como para la familia, pues estos últimos tienen que aprender a convivir con un niño o adolescente con ciertas necesidades y requerimientos particulares. Insisto que es vital la participación de la familia en el proceso de intervención, de igual manera, los demás adultos que se encuentren cercanos al paciente, como maestros, terapeutas, etcétera,  tienen que formar parte de este proceso.

Es importantísimo recalcar que el diagnóstico temprano, así como servicios adecuados para los niños y sus familias, pueden lograr un cambio positivo en la vida de los menores con trastornos mentales, así como en su entorno.

De notar en tu niño y/o adolescente alguna conducta o manera de reaccionar que te llame la atención, o sea considera muy diferente a las reacciones de chicos de su misma edad y grado, es necesario buscar la ayuda profesional, pues como ya lo comentamos antes, el no acceder a intervención adecuada, no sólo genera infelicidad y sufrimiento en el niño y la familia; sino también atenta al bienestar que, por ley, todo menor debe acceder.

Recomendaciones para fomentar la salud mental en niños y/o adolescentes.

Tomando en cuenta que siempre será infinitamente mejor prevenir que lamentar, aquí les comparto una lista de actividades y recomendaciones para hacer con nuestros hijos y así, tratar de evitar dolor y padecimiento a futuro; pero también es necesario saber que en algunos casos, la aparición de algunos trastornos será casi inminente.

En estos casos, hay que tener claro que la severidad de cada caso, estará en función a las características particulares de cada uno, lo que incluye la salud mental de la familia, o algún padre en particular. Además, es real también que hay entornos que enferman, como también los hay aquellos que sanan y palían posibles dificultades. 

  • Establece vínculos sólidos con tus hijos desde muy pequeños, juega con ellos, léeles cuentos, canta canciones, etcétera. Realiza actividades que sean divertidas y les permita compartir. Esto hará que se sientan amados y aceptados.
  • Reconoce cuando tu hijo, indistintamente la edad que tenga, haya hecho una buena acción, diciéndole lo orgulloso que te sientes de él o ella.
  • Intenta eliminar el uso de cualquier medio electrónico durante la hora de comida o momento de compartir. Es importante que aprenda a valorar desde pequeños que esos espacios de participación con los padres, como por ejemplo la hora de la comida, son para hablar y sentirse a gusto con la familia. Con esto conseguimos que desarrollen sentido de pertenencia.
  • Limita el tiempo de acceso a electrónicos, por ejemplo en la habitación. La televisión no es niñera; además hay muchas investigaciones que han demostrado el impacto negativo que tienen las pantallas en algunos procesos mentales, incluso en el sueño, el cual tiene que ser el adecuado y reparador para la edad del niño.
  • Compartir con chicos de su misma edad, siempre supervisados por un adulto.
  • Escucha a tu hijo o hija y razona con él o ella; pero claro, dando explicaciones que sabemos que están listos para entender. A veces a los pequeños les damos grandes explicaciones de situaciones que no están aún capacitados para interiorizar, y terminamos “mareándolos” con tantas palabras, llevándolos a mostrar frustración (y nosotros también).
  • Ayúdalo a sentirse bien acerca de sí mismo, es necesario prestar atención a lo que dice, piensa y siente. En función a ello, no sólo será más sencillo regular su conducta, sino también sus emociones, como la felicidad, tristeza, enojo, etcétera. En el caso del enojo, enséñale a canalizar estos sentimientos sin comportamientos destructivos, como romper juguetes o pegarle a alguien.
  • Esfuérzate por ser ejemplo. Evita tener discusiones y reacciones que no quieras que tus hijos copien. Sé consciente que hay un tiempo para hablar o argumentar entre adultos y, sobre todo, no lo hagas enfrente de ellos, o hables de ellos, esto herirá sus sentimientos.
  • Asegúrale un ambiente escolar positivo y seguro. La noción de autoridad, reglas de convivencia y regulación de conducta aprendidas en casa, se verán también plasmadas en el ambiente escolar. Por lo general, cuando en casa estas no han sido instauradas adecuadamente, es muy probable que ocurra lo mismo en el aula.
  • Ayudarlos a que desarrollen habilidades sociales, que aprendan a solucionar problemas y conflictos. En la medida que se sientan exitosos en estas áreas, no sólo se sentirán más seguros de sí, sino también, reforzarán aún más comportamientos positivos y buscarán repetirlos.
  • Fomentar la salud física, la cual respalda una buena salud mental. Establecer hábitos alimenticios saludables, hacer ejercicio regularmente y marcar pautas de descanso adecuadas, protegen a los niños contra el estrés de las situaciones difíciles. El ejercicio también ayuda a reducir algunas emociones negativas.

Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026

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Día internacional de las personas con discapacidad

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Una vez escuché a un papá decir que la dificultad de su niño le sirvió para darse cuenta de su real naturaleza, “de qué madera estaba hecho”.

Eso me marcó y me hizo terminar de entender que todo es cuestión de cómo valoras la vida, de la fuerza y empuje tengas en ella. Todo es lucha y a veces, efectivamente, nos toca labor intensa; pero de eso se tratar vivir, eso nos fortalece y hace que veamos el mundo con otros ojos, más reales y de amor.

Lindo día para todos y si tenemos cerca a alguien con dificultades, no lo tratemos como “problema”, sino como posibilidad."</p

 

¿Qué hacer cuando una emoción negativa nos embarga?

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¡Me separo! ¿Mis hijos sufrirán?

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Desde que somos jóvenes, muchas personas buscamos vivir en pareja, y es así que nos “emparejamos”, empezamos nuestra vida familiar. También ocurre, a veces, que este ideal de vida familiar no resulta como lo imaginamos, es decir, aparecen los problemas cada vez más complejos y, muchas veces, estos no tienen solución.

En estos casos, la separación puede ser la solución a los conflictos de pareja, es más, en ocasiones, resulta el “menor de los males”, pues las personas tenemos derecho a buscar ser felices dentro de relación que entablemos.  A pesar de ello, una separación implica dolor y cambios, para los ahora “ex”, para los hijos; incluso para la familia extendida y amistades.

Dar el paso hacia la separación no es algo sencillo, eso lo sabemos o, en su defecto, lo entendemos. Tomar la decisión de decir adiós a la pareja para siempre, a esa persona que esperábamos que sea el amor de nuestra vida y que, al final, no fue así, es algo que genera tristeza, por más que tengamos claro que esa es la mejor opción. En esos momentos, viene a nosotros todo tipo de pensamientos ¿Qué pasará después? ¿Qué será de mi vida? ¿Mis hijos van a sufrir?

Si bien, varios estudios aseguran que la separación de los padres figura entre las causas de estrés más intensa que afecta la infancia; a pesar de ello, es más claro aún que las experiencias negativas, producto de las discusiones y “frialdad” entre los padres, son generadoras de ansiedad, miedo e inseguridad, así como sentimientos ambivalentes y, hasta, diversos trastornos de conducta. Es decir, el dolor de vivir dentro de una familia fracturada pero no separada, genera mayor daño emocional.

Si bien este proceso siempre será complicado y penoso, tenemos opciones, “consejos”, para que las separaciones no afecten sobremanera a los hijos, entendiendo que cada caso es muy particular y que estos puntos, si bien son generales, no necesariamente tienen que responder a todas las realidades.

En cuanto al accionar de los padres:

  1. Evitar a toda costa discutir sobre la separación delante de nuestros hijos. Se ha comprobado que muchos niños suelen culparse de la separación de sus padres, con las secuelas que esto provoca en la autoestima y equilibrio emocional de los hijos.
  2. Nunca desaprobar la conducta de la otra parte o, simplemente, hablar mal de la ex pareja delante de nuestros chicos, o con ellos; tampoco propiciar que otros lo hagan. Si bien, en algunos casos el dolor y la indignación nos puede embargar, hay que recordar que ya no hablamos ni pensamos sólo por nosotros, también por el bienestar emocional de ellos, nuestro motor.
  3. Se recomienda que ambos padres comuniquen a los hijos la decisión de separarse (en términos sencillos de entender), sin dar mayor detalle de lo acordado, o no, entre los padres. Al momento de hacerlo, asegurarse que no se agravie a ninguno de los padres, por más que alguno de ellos no haya tenido la mejor de las conductas.
    En este caso, es recomendable hacer hincapié en que la separación no afectará la relación individual entre los hijos con cada padre, que no tiene nada que ver con el amor materno o paterno.
  4. Ser sumamente prudentes con precipitar la entrada de nuestros hijos en una nueva relación y/o familia. Antes de presentar una nueva pareja, es necesario saber nuestros hijos tienen la capacidad para asimilar la nueva relación.
  5. Jamás condenar a nuestros chicos al abandono afectivo, con tal de evitar los encuentros con la ex pareja. Es importante que por más difícil sea la ruptura, el vínculo entre nuestros hijos y el padre o madre que sale de la casa, no sufra más de lo que la propia separación implica. Este vínculo, a fin de cuentas, si es para toda la vida.
  6. Nada justifica convertir a nuestros hijos en espías que informen qué hace la otra parte, ni rehenes del cariño para conseguir negociaciones ventajosas. En caso de establecer régimen de visitas, no se debe perder la perspectiva de que la prioridad es satisfacer la necesidad de compartir juntos, hijo y padre, sin hacer de eso una manera de sancionar. Los chicos deben saber que contarán con el cariño y apoyo de ambos padres, como si nada hubiese pasado; así como también seguir gozando del amor y cuidado de abuelos, tíos y primos.

    En cuanto a la conducta diaria de nuestros hijos:

  1. Dentro de lo cotidiano, nuestros hijos no deben perder las rutinas ya establecidas desde antes, ayuda apegarse a ellas, esto les brindará orden y estructura.
  2. Si bien es esperable que aparezca cierta desorganización conductual en nuestros hijos, no se debe permitir mala conducta, lenguaje inapropiado o comportamientos inaceptables para compensar la pérdida. De presentar un marcado desajuste, tanto emocional como conductual, es necesario acudir a un profesional en salud emocional. 
  3. Evitar en lo posible otros cambios en la vida de los hijos, como por ejemplo mudanzas, cambio de colegio, de amistades, actividades extracurriculares dejadas de lado, etcétera. Asimismo, si ya se estableció un régimen de visitas, no cambiar los días ni horarios. Dejarlos “plantados” y hacer promesas que no se pueden cumplir, no sólo los daña emocionalmente, sino también los llevan a no entender la noción de responsabilidad y estabilidad.

Es necesario tener en claro que, ante la separación, indudablemente nuestros hijos vivirán un proceso difícil y doloroso, por ello tienen derecho a hablar de ello y a recibir ayuda terapéutica. El darles la oportunidad de entender su nueva situación, implica enseñarles herramientas, no sólo para continuar con su vida, sino también para enfrentar otras dificultades que puedan aparecer en el futuro.

¿Te separaste? ¿No sabes cómo ayudarte y/o ayudar a tus hijos en esta situación? ¿Consideras que no es bueno que tus hijos convivan con tu ex pareja? ¿Tu ex pareja no te permite compartir con tus hijos?

De ser este tu caso, no dudes en pedir ayuda. Comunícate con nosotros al +51 9988 10240 o a yanapaysp@gmail.com  que en Yanapay siempre estamos gustosos en ayudarte.

Lic. Katherinne Roncal Soto.
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Educar en positivo

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