Mi hijo no puede/no quiere ver al psicólogo

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Supongamos que un niño, adolescente o joven estudiante presenta alguna dificultad. Por ejemplo, es desafiante con sus padres o maestros, es agresivo con sus amigos, compañeros o hermanos, su rendimiento académico es bajo, no quiere dormir en su cama, es irrespetuoso o muy celoso o está tomando la costumbre de tomar cosas que no son suyas o miente demasiado o es excesivamente tímido, entre tantas posibles problemáticas.

Llegado a cierto punto de malestar o preocupación, lo que los papás, acertadamente, suelen hacer es acudir con un profesional y consultar por la dificultad en busca de alguna solución. Muchas veces el profesional, al evaluar el caso, recomienda que este hijo vaya a psicoterapia.

Ahora pensemos, ¿qué pasaría si por A o B motivos no es posible que este hijo vaya a su terapia? Pongamos 3 ejemplos cortos:

1) Mi hijo de 18 años no quiere estudiar, no quiere trabajar y tampoco quiere ir al psicólogo. Ya vamos un año así. ¿Qué hacemos para atacar el problema?

2) Mi hija de 15 años se niega a continuar viendo a su terapeuta. Se niega tanto que literalmente hay que sacarla a rastras de la casa, a tal punto que su propia terapeuta ha declarado que ya es inviable el tratamiento con ella.

3) Mi hijo de 8 años ya no puede asistir a su terapia presencialmente debido a la emergencia sanitaria que dura varios meses y que tiene a los chicos sin salir de sus domicilios. El problema es que en nuestra casa no tenemos las facilidades para que siga su terapia por videoconferencia (cuestiones de espacio, de intimidad, de conexión, etcétera). ¿Qué hacemos? ¿Nuestro hijo se queda sin terapia?

Una alternativa

Felizmente no, no es necesario que tu hijo se quede sin ser atendido. Una de las alternativas para este tipo de situaciones es que el niño, adolescente o joven sea atendido a través de sus papás. Esto significa que, ante la imposibilidad de que el menor o el joven reciba la atención terapéutica directamente, sean sus papás los que entren en terapia, no para tratar sus asuntos personales, sino para tratar los asuntos de su relación con su hijo.

Podemos entender esta alternativa como una psicoterapia parental o una psicoterapia basada en la crianza. Los papás acuden a terapia para optimizar su relación y sus estilos y estrategias de crianza con el apoyo del profesional. Es a través de la intervención en la crianza de sus papás que se apunta a la mejora de la problemática del hijo, pudiéndose obtener los mismos resultados que con el trabajo directo con el niño o adolescente.

¿Por qué esto funciona?

Ya lo decía el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott, “no existe tal cosa como un bebé”. No existe un bebé porque un bebé no puede existir sin su mamá (entiéndase, sus criadores), es un ser completamente dependiente que sin esas otras personas no puede sobrevivir. Un niño, un adolescente, un joven estudiante que depende aún de sus papás o apoderados, no se puede entender como una entidad autónoma. Su vida está entrelazada con las de aquellos de los que depende. Por eso, su salud psicológica también está determinada por esa relación, así como lo están otros aspectos de su vida, como su educación o su alimentación. Es por esta relación de dependencia que es posible que mediante el trabajo psicológico con los padres o apoderados se puedan alcanzar los mismos objetivos que con el trabajo directo con ese hijo, niño, adolescente o joven.

Un ejemplo

Pongamos un ejemplo muy esquemático y sencillo, solo para entender nuestro punto: tenemos una mamá separada que vive con sus dos hijos, uno de 2 años y uno de 5. El hijo de 5 años está muy alterado, irritable, no quiere dormir en su cama, exigiendo constantemente dormir con su mamá, y cuando duerme en su cuarto se está volviendo a orinar en el colchón. Además está muy agresivo con su hermano menor. La mamá está muy preocupada y no entiende qué le pasa a su niño. El psicólogo recomienda que este niño pase por una terapia psicológica, pero es imposible debido a su edad, a las condiciones de confinamiento por la pandemia, a los materiales o a la conexión.

Se decide que sea la mamá la que ingrese a una terapia telefónica u online centrada en la crianza de sus hijos. Ahí se ve que el hijo menor estaba durmiendo en el cuarto de la mamá, que, tal vez debido a la separación con el padre, no se hizo el cambio a su propia habitación tiempo atrás, como sí sucedió con el hijo mayor, desatando los celos y la sensación de exclusión en este niñito de 5 años, algo que esta mamá no se estaba dando cuenta. Entonces, la mamá y el terapeuta diseñan un proceso, una serie de acciones destinadas a subsanar esta situación, ordenando de la manera más conveniente el tema de los cuartos en la casa y estabilizando paso a paso la relación entre estos 3 miembros de la familia.

Para recordar

En conclusión, si tu hijo no puede (o no quiere) asistir a su terapia o a su psicólogo por alguna razón, y ves que dejar las cosas así sería perjudicial, tienes la alternativa de ser tú quien lo haga y, a través tuyo, permitas al profesional trabajar la problemática de tu hijo. Serías tú quien esté en terapia, no porque tú tengas “el problema”, sino porque estás buscando que a través tuyo, tu hijo logre resolver las dificultades que te hacen sentir preocupación.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

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