Por: Estela Ospina Salinas
A Agustín y Jhon: hicieron posible que vuelva a escribir
El reto que representan la seguridad y la salud de las personas en el trabajo, no solo debe ser analizado desde el ámbito económico, es decir únicamente considerando el aspecto de los supuestos costos empresariales. Esta visión unidimensional colocaría el problema en un falaz territorio extrajurídico.
Una revisión de la Exposición de Motivos de la Ley n.o 30222, que sirve de sustento para la modificación de Ley de Seguridad y Trabajo, nos brinda un ejemplo palmario de ese tipo de análisis. La citada exposición carece del sustento normativo para fundamentar los cambios que delinea, aún más está ausente el análisis básico de la naturaleza jurídica de la protección de los bienes jurídicos y la calidad de la tutela brindada por la norma que se reformó. Como bien indica Julio Gamero[1], el sustento de la modificación es que la normativa previa generaba “sobrecostos” y agregaba barreras a la formalización de las micro y pequeñas empresas.
La flexibilización de la Ley de Seguridad y Trabajo va en contracorriente con lo declarado por Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), quien manifestó recientemente que una cultura de intolerancia hacia los riesgos laborales y el no garantizar un lugar de trabajo seguro y saludable constituye una forma de trabajo inaceptable. “Esto coloca la seguridad y la salud en el mismo lugar que el trabajo forzoso, el trabajo infantil, la libertad de asociación y la discriminación, que fueron reconocidas en la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo”[2].
Un primer punto de partida para otorgar al problema su exacta dimensión es aceptar que los costos de la prevención no se pueden separar de la inversión productiva y, en consecuencia, reconocer su rentabilidad es fundamental. El mismo Ryder indica que la inversión en la seguridad y salud en el trabajo es un buen negocio. “Cada dólar invertido se recupera con creces”[3]. Según lo estimado por su organización, los costos directos e indirectos de los accidentes en el trabajo y las enfermedades profesionales ascienden anualmente a 2,8 billones (millones de millones) de dólares.
Un segundo aspecto, se relaciona con el conocimiento de los costos empresariales. Todas las empresas asumen costos evidentes o “visibles” y ocultos o “invisibles. Diversos análisis demuestran que ellos se originan en el impacto generado por los accidentes y enfermedades sobre la actividad habitual de la empresa. Es en este ámbito donde se observa la necesidad vital de contar con datos confiables sobre el tema. Según Ryder: “Vivimos en la era de la información, en la cual los responsables de la toma de decisiones tienen acceso a datos sobre la mayoría de los temas. Pero en relación con la seguridad y salud en el trabajo carecemos de la información necesaria para formular e implementar políticas y programas basados en la evidencia”[4].
En consecuencia, podemos concluir que en nuestro país la prevención aún no es percibida como una inversión rentable, optándose por el facilismo de considerarlo erróneamente un sobrecosto. Esta situación se torna crítica si se constata la falta de estudios y análisis a profundidad sobre la relación entre la seguridad y salud en el trabajo. En futuros artículos continuaremos profundizando sobre estos temas.
[1] Gamero, Julio. “Perú: Salud y seguridad en el trabajo: ¿la vida humana como sobrecosto?”. Diario Uno. http://www.puntodevistaypropuesta.com/2014/07/peru-salud-y-seguridad-en-el-trabajo-la.html. Revisado: 10.09.2014.
[2] http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_302547/lang–es/index.htm. Revisado: 10.09.2014.
[3] http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_302547/lang–es/index.htm. Revisado: 10.09.2014.
[4] http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_302547/lang–es/index.htm. Revisado: 10.09.2014.