RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: ¿ZAPATERO A TUS ZAPATOS?

Por: Richard Web (Publicado en el Diario El Comercio- 04.08.2008)

Zapatero, a tus zapatos, es un viejo consejo práctico que parecemos olvidar cuando se trata de solucionar las muy diferentes tareas de la economía, por un lado, y de lo social por el otro. El secreto del desarrollo, nos dijo Adam Smith, es la especialización. En la fábrica cada obrero se vuelve habilidoso en una tarea específica, y así se logra una mayor productividad en el conjunto. Lo mismo sucede en un equipo de fútbol, donde se le pide al arquero que se quede en su arco y se dedique sólo a tapar, y al volante que corra de un lado para otro y aproveche su pericia y velocidad. Pero cuando se trata de las grandes tareas nacionales, más y más queremos que el especialista en meter goles económicos se dedique también a resolver problemas sociales, y a la inversa, que el que entiende de resolver necesidades sociales también se dedique a agenciárselas como empresario. Al empresario se le encarga una llamada responsabilidad social, y al que hace trabajo social se le obliga a recursearse.
El término responsabilidad social casi no existía hace diez años. Hoy la frase aparece a diario en los periódicos, las conferencias empresariales y los planes de estudio de las escuelas de negocios. Lo nuevo no es el sentido de responsabilidad – la solidaridad siempre se ha hecho presente. En la Edad Media, los nobles repartían limosnas diarias en las puertas de sus castillos y daban dinero para los hospitales que se creaban en toda ciudad, y los artesanos contribuían un “centavo de Dios” de cada contrato, para el socorro de sus hermanos del gremio. John Cadbury dió un gran ejemplo cuando en 1840 se lanzó a la fabricación de chocolates en la ciudad de Birmingham, Inglaterra y construyó una aldea para sus trabajadores, disponiendo que tuvieran buenas viviendas, educación y atención médica.
La novedad es el grado de obligación que transmite la palabra responsabilidad. Antes era un asunto de conciencia individual; hoy se vuelve una norma social, obligación que es fiscalizada por políticos y medios de información. Además, esta nueva presión se da en un contexto muy distinto al del pasado, cuando no existía el considerable aparato de obra social que ejecutan tanto el Estado como la multiplicidad de entidades sin fines de lucro. El resultado es una creciente Babel de obras y programas sociales ejecutados diversamente por el gobierno, la sociedad civil y las empresas privadas. Las acciones se sobreponen, y cada una tiene sus propios costos administrativos y sus propias prioridades en cuanto a las necesidades que se deben atender – de salud, educación, medio ambiente, seguridad, vivienda u otros – y en cuanto a quiénes deben ser los beneficiarios.
Paralelamente, los especialistas en obra social que trabajan en el estado y en la sociedad civil se encuentran inadecuadamente financiados y obligados a fungir de empresarios para solventar sus remuneraciones y su obra. Los hospitales públicos, por ejemplo, abren clínicas privadas dentro del mismo establecimiento estatal, donde atienden sus propios médicos; y los directores de escuelas se deben dedicar a inventar formas de generar ingresos. Más y más, un buen director de hospital, de escuela y de otras entidades públicas es uno que entiende de marketing y que sabe que es necesario sacrificar en algo a los clientes que no pueden pagar en aras de la solvencia económica de su establecimiento. De igual manera, en las entidades sin fines de lucro los especialistas se ven obligados a buscar consultorías que distrae y desnaturaliza su misión social.
La invasión mutua de los ámbitos de la economía y de lo social disminuye la efectividad de ambos. El resultado es igual al de un equipo de fútbol que juega sin entrenador y donde todos los jugadores se pusieran a ser arquero, defensa y volante a su libre albedrío.

Puntuación: 5 / Votos: 2

Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

1 Comentario

Fernando Fernández Coronel

La misma urgencia de integrarnos a un mundo globalizado, nos lleva a buscar maneras inteligentes de como ir TODOS a la par con los paises que nos llevan cierta ventaja… no podemos decir tan a la ligera, zapateros a tus zapatos, si detras nuestro como empresa esta la comunidad con sectores en desventaja…
es nuestra obligacion como seres bien informados crear maneras apropiadas tanto social y economicamente para no quedarnos….
Tengamos siempre en cuenta que enfrentamos hoy un gran reto y a este no vamos a ir individualmente sino como sociedad y comunidad muy bien organizada.Pensemos la manera y apliquémosla desde donde estemos…

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