¿UN EMPRESARIADO JOVEN DE ORIGEN POPULAR?: A propósito de la venta del Grupo WONG

Entrevistas a FRANCISCO DURAND

En el imaginario colectivo peruano ha causado sorpresa, rabia, tristeza y desazón la venta de las empresas del Grupo WONG a CENCOSUD (Empresa de origen chileno). Honestamente, desde el comienzo no creimos que este hecho económico debía verse solamente en el marco de la vieja relación amor-odio entre Perú y Chile sino que hay que explorar el viejo tema de la necesidad de una Burguesía Nacional comprometida con el destino histórico del Perú (como reclamaba el gran Jorge Basadre) y su posibilidad de gestación o desarrollo en estos tiempos globalizados y de libre comercio.
Para explorar esa perspectiva, me parece importante las reflexiones de Francisco Durand, un peruano a carta cabal, sociologo y estudioso de los grupos de poder económico en el Perú, de los procesos económicos mundiales y del papel de la politica fiscal. a continuación presentamos dos entrevistas que le han realizaso en dos diarios limeños.

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(Diario Perú 21, 23.12.2007)

El sociólogo y economista Francisco Durand analiza los factores detrás de la venta de Wong. La globalización ha hecho que el mundo sea hoy el verdadero supermercado. La primera vez que compró algo en Wong fue en 1992, pues le dijeron que había una buena variedad de pisco. No le engañaron. Francisco Durand (Lima, 1950), profesor principal de la Universidad de Texas, no culpa a los hermanos Wong por la millonaria operación, pero cree que el Perú no ha salido ganando porque se ha generado una “ola de tristeza económica”. En tiempos en los que la gente sabe el precio de todo, ¿qué valor tienen los sentimientos?

Por Michael A. Zárate

¿Ha sido la venta de Wong una buena noticia para el país?
Bueno, hay reacciones positivas y negativas, y eso hace muy interesante el tema. A los Wong no los culpo porque era una situación muy difícil. No podían seguir invirtiendo ni adquiriendo tecnología como para mantenerse en el mercado. Entonces, tenían que vender ahora a buen precio. Pero el país no gana porque se ha generado una ola de tristeza económica.

¿A qué se refiere usted con “una ola de tristeza económica”?
Me refiero a que hay un pesar porque ha sucumbido un grupo peruano que era considerado un motivo de orgullo. Y, además, porque la compra de Wong la hizo un vecino poderoso que está expandiéndose más hábilmente que el Perú. Esos dos factores hacen que la tristeza sea mayor a la que originó, por ejemplo, la venta de Backus.

Sí, pues. Si el grupo Wong hubiera sido adquirido por cualquier otro país, no se habría generado esta tristeza.
Sí, eso es evidente. Este tema no está en los titulares ni es mencionado por los ministros, pero la verdad es que hay una creciente preocupación por el nivel de influencia económica que tienen los grupos de poder chilenos.

Algo curioso es que la gente habla de Wong como si fuera de su propiedad. ¿Por qué se da esa identificación con una empresa privada?
La última encuesta de la Universidad Católica muestra que hay una ambivalencia en la opinión del pueblo respecto a los empresarios: da trabajo, pero es explotador; es mercantilista, pero tiene inventiva. En mi análisis veo que cuando se trata de capital extranjero y de grandes empresas que eran de familias oligárquicas, la opinión tiende a ser negativa. Pero cuando hablamos de ‘capitalismo popular’, como los Wong, los Añaños, los Rodríguez Banda, que se han hecho a punta de esfuerzo, hay un gran sentimiento de admiración.

Esa cercanía con la gente favoreció definitivamente a los Wong.
Sí, además de otros tres factores. En primer lugar, el hecho de que su historia de éxito haya sido bien difundida entre los peruanos. Un segundo factor es que los supermercados Wong tenían una política muy hábil para vincularse con la comunidad. Además de los programas de ayuda social, ellos recibían miles de cartas y respondían especialmente las de quienes vivían cerca de las tiendas. Un tercer factor es el corso.

¡Exacto! La pregunta de los US$500 millones -lo que costó Wong- es qué va a pasar con el tradicional Gran Corso por Fiestas Patrias.
Claro. ¿Cómo un grupo de chilenos va a organizar un corso? Va a tocar nuestro nacionalismo económico y esto se hace en un momento en que tenemos problemas fronterizos con Chile que nunca terminan de resolverse.

Por eso algunos humoristas ya bromean al decir que van a traer el Huáscar para el corso.
Esa es muy buena (ríe), pero tenga en cuenta que el corso era también una manera que tenía Wong para vincularse con miles de empresas y proveedores. Yo supongo que ahora no les quedará más que continuar y tratar de controlar esta tristeza económica con algunos mecanismos promocionales. Supongo que sus expertos en imagen deben estar ahora trabajando a full.

La gente se molesta por lo de Wong, pero no tiene problemas en ir a comprar a Saga o a Ripley. ¿Por qué?
Saga y Ripley fueron tiendas que siempre estuvieron en manos de extranjeros. Primero fue Sears. Lo de Wong no. Había todo ese concepto del ‘chino de la esquina’. Entonces, uno sentía que estaba en su supermercado. Esa era la ventaja competitiva de los Wong, complementado con el sentimiento de peruanidad como elemento de marketing para reforzarse frente a la competencia internacional.

Está también la promoción del pisco en sus tiendas.
¡Exacto! Los Wong, incluso, habían fabricado sus propios piscos. Mire, muchos analistas hablan de este tema en privado, pero veo poco debate en la prensa. ¿Por qué? Creo que una posible respuesta es la eficacia del ‘lobby’ chileno. Deben estar haciendo ‘lobby’ porque saben que hay sensibilidad en el tema y los negocios requieren de paz.

Para algunos, la venta de Wong muestra la debilidad del empresariado nacional. Otros creen que si en el Perú se hubiesen aplicado políticas liberales desde hace 20 años quizá hoy un grupo como Wong hubiera podido comprar el ‘holding’ Cencosud.
Los dos conceptos son complementarios. El empresario peruano moderno apareció tardíamente. Su presencia en el mercado nunca fue muy grande ni dinámica. Recuerde que el Perú entró tarde al juego del libre mercado. Recién a partir de 1990, mientras que Chile empieza en 1973. Además, entre 1978 y 1998 hay una secuela de crisis que desangra financieramente al capital peruano. Entonces, cuando vienen las privatizaciones, el capital nacional está anémico.

Claro. Quien se beneficia con las privatizaciones es el capital extranjero. Eso nos diferencia de Chile o México, donde tenemos el caso de Carlos Slim.
Correcto. Ese es un muy buen ejemplo. Slim compró la telefónica de México con préstamos de aquí y de allá, controlando el 5% o 6% de las acciones, pero tenía una ley y un gobierno que lo favorecían. Acá todo se vendió al mejor postor y ese fue el capital extranjero. Ahí se nos pasó el tren porque no teníamos la capacidad gerencial económica para entrar a ese gran remate. Hoy hay que darle vitaminas al capital peruano.

La historia nos dice también que nunca tuvimos una burguesía capaz de establecer proyectos nacionales. ¿Se nos volverá a pasar el tren?
Estamos en riesgo de que el Perú se convierta en una provincia del mercado global, pero sin dinámica propia, sin personalidad propia. No obstante, creo que con la unión de empresarios inteligentes e innovadores, así como de técnicos y políticos con visión de desarrollo, se puede revertir esta tendencia.

El caso Wong podría poner un tema en debate. ¿Debe existir ya un límite para las inversiones chilenas en el Perú?
No le daría una respuesta definitiva, pero sí debe ser materia de un debate abierto y técnico. Yo preferiría considerar lo que hemos hablado antes: cómo darle vitaminas al capital nacional. Creo que ha llegado el momento de que en ciertos campos importantes por razones de seguridad nacional solo haya presencia peruana.

¿Los puertos, por ejemplo?
Ahí por lo menos no debería ingresar capital chileno que esté en condición mayoritaria. En EE.UU. se concesionó el puerto de Nueva Jersey y este terminó en manos de la empresa árabe Dubai. El Congreso estadounidense influyó para que el presidente Bush convenciera a esta empresa de que vendiera las acciones a una compañía norteamericana. Hay, pues, antecedentes internacionales.

¿Cree que con las directrices expuestas por el presidente Alan García en sus artículos sobre el ‘perro del hortelano’, este gobierno será capaz de darle vitaminas al capital peruano?
Esos artículos son más una crítica a los peruanos que no invierten ni dejan invertir. Esa discusión es poco seria frente a los grandes problemas nacionales. Lo que deberíamos impulsar es un debate sobre cuál es el estado de la empresa peruana y qué necesita para salir adelante. Deberían haber políticas de desarrollo para la empresa nacional en condiciones de mercado abierto.

¿Y cree que el Gobierno desea aplicar esas políticas de desarrollo?
Hay sectores que sí lo creen necesario, pero el Apra está tan preocupado por su mala imagen del pasado, por sus esqueletos en el clóset, que está atemorizada. No podemos ser un país de empresarios pequeños y medianos. Así no hay desarrollo nacional. Ningún país se ha desarrollado por el capital extranjero. Para que haya un verdadero desarrollo debemos contar con empresarios propios y con instituciones fuertes. No veo que el gobierno aprista ni el Ministerio de Economía estén tomando grandes iniciativas en esos dos campos.

¿Qué significado le da al hecho de que la compra de Wong haya sido anunciada en Palacio de Gobierno?
Fue una cosa muy curiosa, ¿no? La ceremonia contó con la bendición del presidente y fue apadrinada por el ministro Rafael Rey. Creo que fue un intento mediático para adelantarse a esa tristeza económica que ellos ya veían venir. Trataron de presentar la venta como un éxito cuando más bien implica una debilidad competitividad, incluso, de los capitales nacionales más modernos y más dinámicos.

En una reciente entrevista al diario El Mercurio, el ex presidente de la Confiep José Miguel Morales recomendó a los empresarios chilenos invertir en el Perú porque acá estábamos como en Chile hace 25 años.
No lo creo. Estamos muy atrasados en relación con lo que Chile era en 1980. Es una declaración poco oportuna. Lo que pasa es que hay la mentalidad de que la apertura, de por sí, trae efectos positivos. Y no es así. Yo no propongo un ‘antichilenismo’. Simplemente reconozco que este nacionalismo económico puede crecer si no tenemos mayor capital peruano. Yo hubiese preferido que se dijera cómo hacemos para que el Estado permita que los peruanos participen en los mercados externos.

Hay preocupación en el Perú por las consecuencias que pueda traer una recesión en Estados Unidos el próximo año. ¿Cómo ve esto?
Es cierto. La recesión va a ocurrir y espero que no sea grave. A medida que baje la tasa de interés, el dólar se debilitará aún más. Eso tendrá un efecto en el Perú. Aumentará la gasolina y los alimentos, y puede haber una desaceleración de la economía mundial.

¿Qué debería hacer el Perú?
El Estado debe haberse preparado con una política de ahorro con fondos que permitan capear el temporal. Mire, la bonanza no quiere decir que todo va bien, sino que se debe ahorrar para cuando venga el contraciclo. En cada recesión muere el más débil y en este caso es el capital nacional.

¿Qué imagen tiene del empresariado?
El empresariado nacional todavía tiene que demostrar que está a la altura de las circunstancias. Debe producir bienes de calidad que se vendan aquí y afuera, debe invertir en su país y debe ser líder de opinión. Mientras no ocurra eso, la imagen será siempre ambivalente y de baja legitimidad.

Nos preguntaremos, como en el poema de Bertolt Brecht, ¿qué es peor: robar un banco o fundar un banco?
(Ríe) Bueno, esa imagen se puede revertir con empresarios jóvenes de origen popular, que muestren capacidad de competencia.

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(Suplemento Domingo del Diario La República, 23.12.2007)

El sociólogo y estudioso de los grupos de poder económico en el Perú, Francisco Durand, analiza la reciente venta del Grupo Wong a la cadena chilena Cencosud. Para Durand no hay nada que festejar al respecto. Por el contrario, le ha llamado la atención que el anuncio tuviera como escenario un salón de Palacio de Gobierno. Y nada menos que con Rafel Rey y el presidente Alan García como promotores de la desnacionalización acelerada de la economía peruana.

Por Jorge Loayza

La venta de la corporación Wong al grupo chileno Cencosud ha causado revuelo en el medio local, para algunos es una decepción. El problema es que la venta parecía inevitable.
Creo que de un lado Wong no tenía el capital ni la experiencia internacional para expandirse más, porque aún hay un margen grande de crecimiento para los supermercados en el mercado peruano, no solo en Lima sino en todo el país. De otro lado, hay una muy intensa competencia internacional entre grandes corporaciones de supermercados por entrar al mercado peruano, porque hay espacio para crecer. Antes hubo varios intentos de comprar, y Wong había resistido. Por ejemplo, cuando estuvieron los chilenos de Santa Isabel hubo una guerra de precios, pero los Wong salieron adelante. Si no vendían probablemente iban a entrar a una competencia muy fuerte con un grupo internacional y tal vez iban a terminar muy debilitados.

¿Con Wong ha sucedido algo similar al caso Backus, que también fue una gran compra de una empresa nacional?
La diferencia es que Backus comenzó a comprar cuanta marca peruana había, para hacerse más fuerte, y luego la empresa terminó en manos de Bavaria, y después esta vendió todo su grupo a una transnacional. Lo que vemos es que las corporaciones se han convertido en mercancías que se compran y se venden, pero cada vez las compran los peces más grandes, los de mayor palanca financiera, mayor capacidad administrativa y más manejo del mercado, manejan seis a siete mercado a la vez.

¿Eso es inevitable?
Es un hecho inevitable, pero esa desnacionalización económica se hace más evidente en países con empresariados débiles.

Usted sostiene en una columna que un modelo económico exitoso debe contar necesariamente con un empresariado nacional sólido.
Hay una desnacionalización acelerada de la economía peruana. Este caso lo confirma. Antes lo había demostrado el caso de la Backus, hay un desplazamiento muy fuerte, incluso de los grupos más modernos y competitivos. La diferencia entre el grupo Wong y Backus es que Wong había emergido e invertido durante la época de crisis, era innovador y durante muchos años resistió la competencia internacional, bueno, hasta ahora. Habría que ver si esos millones de dólares que están en manos del Grupo Wong por la venta son invertidos colectivamente por los hermanos en alguna gran empresa, quizá puedan encontrar otro nicho. Si eso no ocurre se repetirá lo que pasó con los Bentín o los Lanata Piaggio, quiere decir que esa capacidad empresarial aún no se hará evidente.

¿Cómo afecta el que se pierdan empresas nacionales tan arraigadas?
Tiene varios efectos. Uno de ellos es que la articulación de la cadena hacia proveedores va ser menos peruana y va ser más internacional. La ventaja de un grupo nacional es que, primero, articula una cadena de pequeñas y medianas empresas básicamente nacionales; y segundo, que quiere invertir más en el país, cuando los grupos pasan a manos de otros su cadena de proveedores se hace más internacional como el caso Telefónica que compra teléfonos a empresas de España. Por eso es importante contar con un capital peruano dinámico y competitivo.

¿Sucederá con los Wong lo que antes pasó con otros empresarios locales que de dueños pasaron a ser empleados del capital extranjero?
Hace varios años hablaba con unos empresarios que me comentaban que se estaban convirtiendo en gerentes y eso es cada vez más cierto. Sucedió con los Bentín en Backus,

La diferencia de los Wong es que eran un símbolo de orgullo empresarial peruano.
De los grupos peruanos de éxito que han surgido durante o después de la crisis, y que no han estado vinculados a los doce apóstoles, destacaba Wong, estaba seguido de Galski en el sector pesquero, Gloria de los Rodríguez Banda y el otro era los Añaños. De esos cuatro emergentes que representaban el éxito, solo quedan dos: Añaños y Rodríguez Banda.

El caso es que los Wong gozaban de tanto aprecio que, alguna vez, en una encuesta de opinión, Efraín Wong salió como un potencial candidato presidencial entre los empresarios locales, ¿por qué?
Don Erasmo Wong era muy respetado porque esa capacidad de haber sacado adelante una empresa, crecer, enfrentar la competencia internacional era toda una historia de éxito que generaba mucha admiración y esperanza, ahora esa historia es cosa del pasado. Lo que me llama la atención es que la ceremonia haya sido en Palacio y apadrinada por Rafael Rey.

¿Qué sectores económicos encuentra sólidos y cuyas empresas podrían salvarse de ser absorbidos por capitales foráneos?
Francamente no veo ninguno, el capital nacional no está desapareciendo, sino que está siendo desplazado de los grandes negocios, de los rubros más dinámicos y estables, se está yendo hacia abajo, uno lo encuentra más como medianas y pequeñas empresas, es poco competitivo.

¿Qué panorama ve ahora no solo con esta compra sino con otras que puedan darse en otros sectores de la economía?
Nos estamos convirtiendo en una república bananera. A comienzos del siglo pasado se hablaba de república bananera por países pequeños donde había gran influencia de las corporaciones. Ese es un problema, que haya una gran concentración económica en pocas manos, y encima que sean corporaciones extranjeras, que no tienen como máxima prioridad el desarrollo sino la búsqueda de mercado y la ganancia, cuando ellas ejercen mucha influencia política pueden evitar que el Estado y la sociedad piensen en términos más propios e independientes sus cuestiones de desarrollo. Nosotros no tenemos un plan de desarrollo, no existe, solo medidas parciales que se anuncian en las elecciones como el TLC para todos, Sierra Exportadora, pero detrás no hay ninguna intención seria de un apoyo sistemático del desarrollo del capital nacional. Para mí, ese es el mayor problema. Incluso los estudiosos de la empresa, como Peter Drucker, siempre han dicho que la misión de la empresa multinacional no es desarrollar un país, eso queda en manos del Estado. Las multinacionales que influyen mucho sobre el Estado pueden bloquear ese tipo de iniciativas.

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

2 Comentarios

Aldo Mardones:

La venta de wong ha sido un buen negocio para las partes y para la economía, ojalá lo sea para los consumidores.
Francisco Durand es sagaz y preciso pero no comparto su opinión de que la venta del negocio de Wong haya ocasionado crisis entre los empresarios. Si comparto su idea de que el futuro es de los microempresarios que logren encrustarse en las cadenas productivas mundiales, pero a ellos hay que enseñarles a cumplir reglas, tratar bien a sus trabajadores, pagar sus impuestos y -como no- ganar mucha plata y gastarla en nuestro querido Perú.

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Juan Gonzalez:

Por como yo veo las cosas, la venta de Wong tuvo un "efecto psicologico" más de noticia que de realidad concreta. Si me preocupa la situación de los pequeños productores que le vendían a Wong que ya eran tratados con ciertas políticas inadecuadas (como pagos tardíos, reglas de traslado inadecuadas, etc.) y que supongo -ojala me equivoque- verán empeoradas su situación de intercambio.

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