Desconfiado por naturaleza como soy, no deja de resultarme sospechosa la multitudinaria celebración del día del orgullo gay que se celebró ayer en Madrid (más de un millón de personas han participado este año). En la mayoría de los medios no deja de ensalzarse dicha manifestación como un auténtico acto de libertad y de reivindicación:
Y no es que no crea que ciertamente esta manifestación es una iniciativa de ciertos colectivos que demandan más libertad, es que creo que esta movilización va unida a la sospechosa demanda de una normalización de nuevas formas de sexualidad, con lo cual no salimos del círculo vicioso en el que el concepto de género nos ha metido. La versión oficial hasta ahora ha sido la de la pareja heterosexual compuesta por hombre y mujer. Lo que se propone es ampliar el abanico para incluir nuevas formas definidas de sexualidad, que si llegan a ser normalizadas por la sociedad y asumidas por las estructuras de biopoder por las que se rige nuestra política, llegarán a ser tan opresoras como lo ha sido la heterosexualidad y el modelo masculino-femenino que hasta ahora se ha impuesto.
Es así, que en contrapartida a unas exaltaciones que lejos de abrir nuevos horizontes, según mi opinión, lo que hacen es recluirnos en los estereotipos tradicionales sólo que ampliados en números, me inclino por el no tan ruidoso, auque mucho más crítico, movimiento Queer.
La Teoría Queer rechaza la clasificación de los individuos en categorías universales como “homosexual”, “heterosexual”, “hombre” o “mujer”, sosteniendo que éstas esconden un número enorme de variaciones culturales, y que ninguna de las cuales sería más fundamental o natural que las otras. Contra el concepto clásico de género, que distinguía lo “heterosexual” socialmente aceptado (en inglés straight) de lo “anómalo” (queer), la Teoría Queer afirma que todas las identidades sociales son igualmente anómalas [resultado todas ellas de normalizaciones culturales] Es así que la teoría Queer rechaza cualquier tipo de estereotipo basado en el concepto de género.
[Ver teoría Queer]
Según Córdoba (Identidad sexual y performatividad, Athenea Digital, 2003) la construcción social de la identidad sexual supone desnaturalizar la identidad sexual de los imaginarios dados. Arrebatarlos de los campos de conocimiento (medicina, biología, psiquitría, etc) para hacerlos sociales, dado que lo social está contaminado por el poder, hacerlo también político. Renunciar a la normalidad. “[…] sustituir la aspiración a la integración en el orden socio-sexual que acompaña a toda política de normalización. Para reivindicar otro lugar de enunciación, otro discurso” se realiza así una enunciación preformativa (no se limita a describir un hecho sino que por el mismo hecho de ser expresado realiza el hecho). […] La clave de esta construcción social del género la encontramos en el biopoder, en el capitalismo contemporáneo, ejerce su dominio, principalmente, a partir de la sexopolítica. El sexo (órganos, prácticas, identidades sexuales normales y desviadas así como los códigos de masculinidad y feminidad) y los discursos que a él se refieren son objeto de las tecnologías de normalización que controlan nuestras vidas. [Ver LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD Y LA TEORÍA QUEER/TEORÍA QUEER]
Los puntos fundamentales de lo que se ha considerado teoría Queer son:
1. Crítica de los dispositivos heterocentrados y del binomio hetero/ homo.
2. El sexo como producto del dispositivo de género. El sexo es visto como un producto natural y binario sobre el que se desplegó toda la información cultural de género.
3. El género como tecnología. Crítica de la diferencia sexual.
4. Resistencia a la normalización. Importancia de articular entre sí los discursos de raza, sexo, cultura, identidad sexual y posición de clase. El movimiento Queer desafía el sistema que separa una sexualidad “normal” de una desviada.
5. Producción continúa de identidades diferentes. Nomadismo. Antiasimilacionismo.
Desde un punto de vista Queer las identidades son mutables, dependen de momentos estratégicos, políticos e incluso lúdicos, es a lo que nos referimos con nomadismo.
6. Localizar los dispositivos de normalización de sexo y género que atraviesan el tejido social y cultural.
7. Performabilidad del género y del sexo. Crítica de la idea de original. Suplemento y travestismo. Defienden que el género en si es una ficción cultural.
8. Análisis post-feminista (cuestionamiento de la identidad esencialista de la mujer o de la lesbiana).Señalando una transformación que ha tomado cierto feminismo hacia las teorías Queer y la necesidad de redefinir la categoría tradicional de las mujeres como algo estable o como una identidad con una esencia propia.
9. El sexo como prótesis. Prácticas contrasexuales. En su libro Manifiesto contrasexual, Beatriz Preciado trata de dar al dildo una importancia mayor en la sexualidad, lo que la lleva a realizar un proceso de desnaturalización de la sexualidad y un desvelamiento del género y del sexo como prótesis.
Este análisis es importante para mostrar el carácter paródico de la sexualidad; en la medida en que no hay un original de lo masculino o de lo femenino, resulta imposible dotar de significación al sexo, como suele intentar el poder.
[Cf. Javier Sáez. Teoría Queer y psicoanálisis. Estudios lacanianos. Madrid: Editorial síntesis, 2004. Teoría Queer, páginas de las 125 a la 155].
Pues bien, desde estos parámetro brevemente expuestos, (vuelvo al punto inicial de mi reflexión), puedo llegar e entender que la cada vez mayor aceptación del día del orgullo gay, así como la contemplación de estos nuevos status de género por parte de la sociedad no deje de una burda artimaña del organigrama del poder para seguir su política de encajonamiento, clasificación y aborregamiento, tan necesaria para preservar el poder de los de siempre. Libertad y reivindicación vienen, pues, en este caso, de la mano de la dominación y la inculturación del sistema dominante. Como de costumbre, quien vence es el pensamiento único, la uniformización de la sociedad, aunque con máscaras de pluralidad.
Fuente: Blogservatorio, 06-jul-2008