Recuerdo tu rostro lacerado por el tiempo y la ciudad
por el dolor y la ausencia
Recuerdo tu bigote y
la camioneta con la que llegabas desde Lima
Recuerdo tu vieja gorra
y ese acento donde la palabra aguaitar sonaba deliciosa.
Oh, hermano de mi madre, mi querido tío,
te has marchado portando tu última sonrisa
(esa que nunca me negaste pese a tu enfermedad,
la vida dura y los hijos de puta que se provecharon de ti).
En tus ojos seguramente te has llevado la tarde y el trigo
el sol y la lluvia inclemente
(la maldita lluvia que no dejaba de torturar tus huesos)
Te has ido dejándonos más solos que nunca
más tristes que de costumbre.
Adiós, hermano de mi madre, querido tío,
en ti he muerto un poquito más que siempre
contigo se ha esfumado definitivamente mi infancia.